«El pasado ha muerto, ya no existe,
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pero es algo muy poderoso. Es tan poderoso que una nación entera (Zimbabwe) puede tomar el nombre de un yacimiento arqueológico.»
Dr. Matthew Johnson
Teoría arqueológica. Una introducción
«Languidecía el día, en una fría tarde de ... invierno; los almendros, estériles de fruto, tiritaban de frío. En una tarde lúgubre y tenue, Antonio, así se llamaba el muchacho, salía de trabajar en la fábrica azucarera «Nuestra Señora de las Mercedes» de Caniles. En dicha fábrica se elaboraba azúcar y ron. Como cada tarde-noche, Antonio esperaba el tren en la estación de Caniles para regresar a su casa en la ciudad de Baza…» Con estas palabras comenzaba el más precioso de los relatos cortos, que he escrito hasta la fecha. Esta ficción literaria estuvo basada en algunos hechos reales acaecidos hace muchos años en la los lugares donde se ambienta dicha narración. Utilizando el mismo escenario, hace justamente una docena de años, concretamente a finales del mes de agosto de 2011, publiqué mi primer artículo en el diario decano de la provincia, IDEAL, bajo el título «La línea de ferrocarril Guadix-Baza-Lorca».
Durante el mes de marzo del año 2013, tuve la satisfacción y el honor de mostrar a toda Andalucía –de una forma casi improvisada y totalmente imprevista‒ el resultado de la restauración, recuperación y puesta en valor de la antigua estación de ferrocarril de Caniles, que se ubica a unos cuatro kilómetros del casco urbano de la villa concretamente en la vega canilera y junto al ingenio azucarero «Nuestra Señora de las Mercedes», a través del programa de Canal Sur (RTVA), «Destino Andalucía». Sin lugar a dudas, fue para mí una de mis mayores satisfacciones profesionales el hecho de hablarle a toda Andalucía sobre el patrimonio industrial de mi villa natal, Caniles, compuesto éste por dicha antigua estación ferroviaria reconvertida en un centro de interpretación, ferroviaria y geológica, tras su restauración; la fábrica azucarera y el puente de hierro. De igual forma, no dudé en dar la voz de alarma, a través de las páginas de IDEAL, cuando este mismo periódico publicó mi artículo titulado: «La antigua estación de ferrocarril de Caniles: ¡se vende!», en la época estival de este mismo año. En esta ocasión, la voracidad especulativa amenazaba con sacar a la venta dichos edificios, que son patrimonio histórico y arqueológico industrial, en el mercado inmobiliario.
Han sido muchas veces las que, gustosa, generosa y altruistamente, he guiado este enclave, que constituye una auténtica joya del patrimonio industrial de la villa de Caniles en particular, y de toda la comarca de Baza y provincia de Granda en general, a todos aquellos colectivos, asociaciones e instituciones educativas que así me lo han pedido y, por supuesto, a mis amigos personales cuando éstos me lo pidieron en noviembre de 2012. De la misma manera, son cuantiosos artículos de opinión y divulgación, tres ensayos históricos y hasta un libro los que tengo publicados al respecto para poder hablar con el debido conocimiento de causa y propiedad que este importante asunto requiere. Sin embargo, si en la actualidad, es decir, ahora mismo tuviera que volver a guiar dicho espacio arqueológico industrial, sinceramente, no podría hacerlo porque su estado de conservación y mantenimiento es lamentable. Evidentemente, en su estado actual, no está para mostrar este enclave a nadie, una docena de años después de la finalización de las obras de restauración, el antiguo complejo ferroviario canilero está completamente abandonado.
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No obstante, me ha llamado poderosamente la atención –no lo he podido evitar‒ las palabras escritas por la Sra. Alcaldesa de la villa de Caniles en el tradicional saluda a todos los vecinos y visitantes, que publica en la revista de la feria y fiestas de Caniles, como es buena costumbre a comienzos del mes de agosto a modo de prólogo, textualmente ella escribió: «Caniles posee un patrimonio histórico y cultural que merece ser cuidado y valorado (…) Promoveremos la conservación y el cuidado de estos tesoros, trabajando en estrecha colaboración con las autoridades competentes y fomentando el interés de los residentes y visitantes en nuestra historia local». Estoy completamente de acuerdo con ella en la primera oración de su enunciado pero, a tenor de lo que he visto, lamentablemente, no puedo estarlo en la segunda.
Digo esto porque me veo en la obligación moral y profesional, más en el deber ciudadano de dar la voz de alarma acerca del deplorable estado de conservación en que se encuentran dichos edificios ferroviarios. Las paredes han sido pintarrajeadas y ensuciadas, algunos de los muros presentan apreciables destrozos, la puerta principal ha sido forzada quedando así libre el acceso a cualquier persona, la basura ya se acumula por sus aledaños…, en definitiva, los tres edificios que componen la antigua estación ferroviaria de Caniles presentan un más que preocupante estado de abandono por parte de la autoridad competente y responsable de su cuidado y mantenimiento, a lo que debemos de añadir la total ausencia de vigilancia.
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Sin embargo, tampoco es mi intención responsabilizar exclusivamente al organismo responsable de su cuidado, mantenimiento, guarda y custodia, en este caso el consistorio canilero, puesto que la falta de educación y civismo, que cada día se hace más patente y agudiza en nuestra sociedad, es, cuanto menos, preocupante y se hace corresponsable al ejercicio de este deleznable atentado contra el patrimonio histórico y arqueológico; lo cual debería hacernos reflexionar. Falta mucha educación, tanto cívica como enciclopédica, y cada día que pasa se hace más necesario que en los programas educativos de Primaria y Secundaria existan asignaturas o contenidos dentro de las mismas que enseñen a las nuevas generaciones a respetar, cuidar y valorar nuestro patrimonio histórico y arqueológico. «Desde chiquitito se cría el arbolito», reza un viejo refrán castellano, y es que la clave de bóveda para evitar estas actuaciones vandálicas, que constituyen un delito contra el patrimonio histórico, tipificado en nuestro actual código penal vigente, dicho sea de paso, radica en la educación. No existe otro camino.
Para finalizar, desde estas líneas, quiero hacer un llamamiento a la autoridad competente para que repare todos los desperfectos y destrozos que la falta de civismo, mala educación e incultura han provocado en dichos edificios ferroviarios. De la misma forma, sería muy positivo que se establecieran en los centros educativos de primaria y secundaria algunos contenidos enciclopédicos sobre esta materia y la celebración de jornadas educativas para enseñarles a nuestros niños y niñas la importancia de nuestro patrimonio histórico y el respeto que debemos mostrar la ciudadanía por el mismo; y así paulatinamente tomen conciencia de ello.
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