Lanjarón, el precioso y turístico municipio que celebra más festejos y procesiones de la comarca de la Alpujarra a lo largo del año, ha celebrado sus antiquísimas fiestas en honor a la milagrosa Virgen del Rosario. El programa ha contemplado con eucaristías, solemne triduo, rezo del santo rosario, ofrenda floral, el canto tradicional de alborada a media noche dentro de un imponente silencio, degustación de chocolate con buñuelos, pasacalles a cargo de la famosa banda de música de Lanjarón, procesión con lanzamiento de pétalos de rosas, rosario de la Aurora y chocolatada. La Hermandad Patronal de Nuestra Señora del Rosario de Lanjarón está compuesta por 360 hermanos y hermanas. El equipo de gobierno municipal de Lanjarón, con su alcalde a la cabeza, Eric Escobedo, como viene siendo costumbre, asistió también a la procesión. También lo hizo el veterano juez de paz, Rafael Pereira.
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Contaba hace unos años la recordada Transito Cabrera que su familia es muy devota de la Virgen del Rosario. Según esta buena y entrañable mujer que ya no se encuentra entre nosotros que la Virgen le hizo un milagro a su marido fallecido hace años, Antonio Jiménez. «En la posguerra, él estaba de soldado en Punta Paloma (Cádiz). Un día dispuso venir a la procesión de la Virgen del Rosario en un camión mal conducido. En el vehículo iban más personas. El camión volcó. Y mientras daba vueltas mi marido le prometió a la Virgen del Rosario de Lanjarón, que si no le pasaba nada, esa tarde la llevaría a hombros durante toda procesión. Y no le pasó nada. Los demás ocupantes salieron heridos. Nadie podía llevar la imagen de la Virgen del Rosario durante todo el trayecto con otras personas pues la imagen y el trono pesaban mucho y mi marido la llevó durante todo el trayecto y no le pasó nada. Mi marido cumplió su promesa a raja tabla».
Recordaba también Transito Cabrera que «cuando pasó aquello mi marido se hizo hermano de la Hermandad de la Virgen del Rosario. Recuerdo, que para obtener fondos para la fiesta, salía él y otros pidiendo con unos estandartes y rezando una salve en cada una de las puertas de las casas donde había fallecido alguien. Mi marido, consiguió que sus amigos formaran parte de la hermandad y ofreció todos los años una fanega de trigo para hacer buñuelos para la fiesta. Luego le compraron muchas cosas a la imagen. Cuando mi marido murió el más pequeño de mis hijos, Jesús, siguió sus pasos. Además, mi hija, Maribel, desde hace unos años es la hermana mayor de la Hermandad de la Virgen del Rosario».
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