Pilar tiene 55 años de edad y cuida con mucho amor de María, de 83, que vive sola en el municipio alpujarreño de Lobras. Alfredo Aguilar

Lobras y Cástaras, donde el coronavirus no está ni se le espera en Granada

Las localidades alpujarreñas son las únicas de toda la provincia que no han sufrido ni un solo contagio durante las tres olas de la Covid-19

Jueves, 14 de enero 2021, 00:11

Estamos en el año 2021 después de Jesucristo. Toda Hispania y la Galia y el planeta están ocupadas por la pandemia del coronavirus… ¿Toda? ¡No! Un par de aldeas pobladas por irreductibles alpujarreños resisten, todavía y como siempre, al virus invasor. Y la vida ... no es fácil para estos vecinos de los dos únicos municipios de la provincia de Granada sin contagio en los reducidos pueblos de Lobras y Cástaras.

Publicidad

Lobras y Cástaras se encuentran mullidamente alojados en el corazón de la Alpujarra de Granada. Pueblos blancos y antiguos, sus poblaciones según el padrón suponen 148 almas en el primero y 244 en el segundo. Cuando uno pregunta por el número de vecinos una vez en estos dos pueblos, las cifras se reducen drásticamente. «Aquí no hay ni cincuenta personas viviendo», dicen de Lobras. «En Cástaras seremos unos 35», cuentan, aunque también es verdad que tiene anejos cono Nieles y numerosas cortijadas.

Quizá la despoblación, la España vaciada, además de un atractivo seguro por una calidad de vida distinta en contacto con la naturaleza, sea una de las claves que expliquen la ausencia de contagios en estos dos pueblos alpujarreños desde el inicio de la pandemia. Sin embargo, en agosto, hasta cincuenta municipios de la provincia no habían registrado ni un solo positivo. Pero a día de hoy solamente quedan este par de localidades, ambas en la Alpujarra. Dos casos únicos en la práctica.

La vida sencilla

La vida en Lobras es sencilla. Plácida. Lo explican María, de 83 años, y Pilar, de 55, que le ayuda porque vive sola. El mesón ubicado a la entrada del pueblo abre solamente los fines de semana y los días festivos. Hay una tiendecilla, que es de la alcaldesa, que tiene un poco de todo. Un colmado de los de siempre. La oficina de farmacia abre de lunes a viernes dos horas por la tarde, de cuatro a seis.

Y así con todo. En la iglesia, por ejemplo, hay misa los domingos alternos a las 11 de la mañana, y para confesarse hay que llegar «prudentemente», reza el cartel informativo, un poco antes de cada oficio.

Publicidad

La casa consistorial abre también un par de horas al día y el cajero automático está siempre operativo, «ahora que todo lo pagamos con tarjeta». Todos los días llega a Lobras a las ocho y media de la mañana la furgoneta con pan y dulces. Y una vez a la semana llega de Cádiar otra que ofrece congelados de alimentos de todo tipo. El centro Guadalinfo, para asomarse al mundo, mantiene sus horarios, se informa en la entrada al lugar.

En Cástaras se repite la historia de Lobras, aunque aquí gozan de consultorio de salud, un bar cerrado «desde hace ya años» y un hogar del jubilado también cerrado a cal y canto. José Luis, el farmacéutico, lo resume con claridad. «Aquí no hay vida social. Ni con pandemia ni sin pandemia. Y la población es muy mayor y se cuida. Son responsables. No hay casos de coronavirus y quieren seguir igual».

Publicidad

Lo explica asimismo Federico, 89 años y nacido en Lobras, que está en la entrada de su casa con Aixa, una treintañera que es auxiliar de la ayuda a domicilio municipal. «Aquí no viene nadie y nos juntamos». José Antonio, en Cástaras, de noventa años, ratifica el mantra. «Mi hermano pequeño se acaba de morir en Barcelona. Ya se sabe, donde circula la gente, se mueren más», certifica con aplastante lógica de unos pueblos alpujarreños en donde el virus no está y tampoco se le espera.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Suscríbete durante los 3 primeros meses por 1 €

Publicidad