.jpg)
Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
En el marzo más largo que viviremos jamás, Salvador Ruiz Caballero (Granada, 1953) cerró el portal de su casa y abrió el de Belén. Maestro jubilado e hijo de carpintero, convirtió el confinamiento en un reto de proporciones bíblicas, fiel a la promesa que firmó con sangre cuarenta años atrás, el día que nació su hija Sara. «Prometí que nunca le faltaría un nacimiento al pueblo de Víznar». No falló en ninguna de las cuarenta navidades que vinieron después y en esta, la de la pandemia, tampoco lo hará.
Salvador camina por la calle Reina Sofía como el bardo que alegra la taberna y guarda las historias. «Tengo el honor de ser el cronista de Víznar», dice junto a un mapa del casco histórico en el que hay once puntos señalados. «Son once dioramas, once escenas. Cada una tiene, por lo menos, un mes de trabajo. Pero lo mejor es que os lo enseñe». En el escaparate de la Droguería Rubén hay adornos de Navidad, botes de colonia, el Dino Glotón, un puzzle de princesas y un piano con forma de caballo. En medio, un marco de madera encuadra la escena: «Es la carpintería de San José. Mira cómo se integra el diorama con el resto de elementos. Eso era importante: que se respetara el entorno. Por eso los hicimos a medida, adaptándonos a los espacios que nos dieron los vecinos. Han sido nueve meses de mucho trabajo».
Loli baja la calle distraída, pensando en la lista de la compra. Al pasar junto al escaparate de Rubén, se para y mira detenidamente el taller de San José: los martillos y la escoba, la mesa y el arco, la ventana y la puerta... todo está hecho a mano, con madera, con un detallismo brillante. «¡Está precioso!», exclama Loli que, al percatarse de que el autor está allí, repite más fuerte: «¡Muy bonito, pero que muy bonito Salvador!».
Consuelo, la farmacéutica, fue la primera que se apuntó a la idea. Le dijo que sí a Salvador, que podía colocar uno de sus dioramas en el escaparate, y así lo hizo: 'La cabalgata de los Reyes Magos'. «Yo no tengo nada en contra de los árboles de Navidad y Papá Noel, pero sí estoy en contra del consumismo. El belén se debe contemplar con el corazón», explica. Todas las escenas vienen acompañadas de la referencia evangélica que Salvador ha usado para construirlas. Y, también, con un número que ordena el recorrido del belén, pero lo cierto es que, al estar diseminado, invita a verse con cierta libertad. «Cada uno hace lo que la da la gana, pero sí hay una filosofía detrás. El entronque está en la iglesia, en el misterio de la natividad».
Ver fotos
En la iglesia está Pili Espigares, una de las personas que siempre ayuda a montar el belén del pueblo. Ella muestra con orgullo el diorama central, el nacimiento, la pieza más grande de la ruta. «Desde aquí radia a las demás y las demás miran hacia aquí», subraya Salvador, que, señalando a los pastores, se emociona al mencionar a su mujer: «Sin Socorro, mi esposa, esto no sería posible. Ella está tan metida en esto como yo».
Salvador y Socorro han trabajado a destajo, pero están muy agradecidos al ayuntamiento, «que desde el principio dieron todas las facilidades», y, sobre todo, a los vecinos del pueblo: «La participación ciudadana es muy importante. Pedíamos sitio y nos lo daban. Todo están orgullosos. Y por la tarde, cuando se encienden las luces de las escenas, Víznar en un ascua».
El belén de Viznar ocupa, en realidad, más de 500 metros, es decir, todo el casco histórico del municipio por el que se reparten las viñetas. Visto así, es un belén gigantesco. En la Plaza de la Constitución hay dos escenas: 'El oasis', en el ayuntamiento; y 'La anunciación', en la tienda de Domingo. Aquí, el ángel Gabriel da la buena nueva a la Virgen María rodeado de botes de Viakal, Cillit Bang, KH7 y Sanytol. «¡Qué anuncio!», se alegra Blanca. «Me parece una idea maravillosa lo de trocear el belén –sigue la que fuera presidenta de la Asociación de Mujeres de Víznar–. Te hace salir para verlos todos, me gusta más así». Ella y Ana, agente sociocultural del municipio, están tejiendo un enorme árbol de Navidad con cuadrados de lana.
Al final de la calle Santa Lucía vive Pepa, de 93 años. Aunque ya no escucha casi nada, sonríe con alegría al mostrar su fragmento del belén, en la ventana de su casa. Tras las rejas se ve un escenario muy reconocible en el pueblo, la Placeta de las Escobas, donde el niño Jesús juega a la pelota. «Pepa me crío a mí también –comenta Salvador, al despedirse–. Me quiere como a un hijo y yo a ella como una madre... Al final, el belén conecta con todo».
Subiendo la calle Alhambra, a mano izquierda, la ventana de Sensi y Moisés, cuarta generación de panaderos, muestra 'La visita a Santa Isabel'. Y, un poco más arriba, la casa de Mari Carmen y Antonio cuenta 'El naranjel'. En la ventana de Esmeralda se ven 'Los oficios en tiempos de Jesús'. «Mira, mira –indica Salvador–, así se puede aprender cómo era vivir en esta época: el panadero, el herrero, el alfarero... Pensando en los niños, he escondido dos ratoncitos en las escenas, para que los busquen y, mientras tanto, encuentren otra historia más grande».
Expedita abre la puerta de su casa con los ojos muy abiertos. «Que vienen a ver el belén, ¿enciendes las luces?», pide Salvador. Expedita tiene 73 años –«¿o eran 74? Bueno, por ahí andará»–, es la sacristana de la iglesia y, aseguran en el pueblo, hay una ley no escrita que dice que si entras en su casa no te vas sin comer. No en vano, el diorama de su casa se titula 'Pedir Posada'. «Es un honor muy grande tener esto en mi ventana –dice Expedita, cargada con un hermoso pascuero–. Me encanta... Antes de iros –sigue–, tomad unos ojos de Santa Lucía, que es un dulce típico que tomamos estos días en el pueblo».
En el año en que los balcones se convirtieron –durante un tiempo, al menos– en símbolo de unión, en el año del confinamiento, el año de los abuelos lejos y la distancia social, Víznar se lleva el nacimiento a las ventanas de sus vecinos. «Es un belén muy especial. Un nacimiento para Víznar. Ojalá vengan a verlo», se despide Salvador.
Publicidad
Javier Morales | Granada, Cristina Ramos | Granada y Carlos Valdemoros | Granada
Lucas Irigoyen y Gonzalo de las Heras (gráficos)
Rebeca Alcántara | Granada y Pilar García-Trevijano | Granada
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.