R. V.

Ana Manuela, la vecina de Mecinilla que lleva 68 años curando el mal de ojo en La Alpujarra

Esta mujer de 77 años de edad atiende en su vivienda a las personas que acuden hasta ella para conseguir su sanación

Lunes, 15 de noviembre 2021, 08:54

Se llama Ana Manuela Rodríguez y lleva 68 años curando el mal de ojo en La Alpujarra, concretamente en un anejo del municipio de La Taha llamado Mecinilla. Esta mujer sanadora de 77 años de edad, nacida en la aldea de 'Los Salas' de Torvizcón, y años después residente en Órgiva, atiende en su morada de Mecinilla a las personas que acuden hasta ella para conseguir curarse. Ana Manuela reside en Mecinilla por ser Mecina, Mecinilla y Fondales la tierra de su marido Carlos Barquero, taxista de profesión ya fallecido. Esta curandera del mal de ojo procede de una familia acomodada y con muchos posibles. Sus padres tuvieron 15 hijos, 4 de ellos murieron prematuramente. Ana Manuela heredó de sus progenitores un cortijo que al venderlo le dieron 10 millones de las antiguas pesetas.

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«Yo empecé a curar el mal de ojo cuando tenía nueve años. Eso sí, con algo más de veinte años empecé a curar a muchas personas viviendo en Órgiva. Después, cuando me casé y me mudé a Mecinilla seguí sanando y todavía sigo haciéndolo porque me conoce muchísima gente de Granada y otras ciudades y lo que hago surte efecto. Yo curo a los niños y a las personas mayores en poco tiempo. Yo impongo las manos a las personas que tienen el mal de ojo y ese mal desaparece en un momento. Las personas con mal de ojo dejan de comer, tienen fiebre, diarreas y otras molestias. También tienen mala suerte en el amor, le suelen doler la cabeza y cervicales, se ponen muy nerviosas, etcétera», indicó Ana Manuela.

Según esta sanadora «el mal de ojo lo puede echar una persona de forma intencionada o voluntaria. Cuando es intencionada es por envidias, malas energías, etcétera. También curo sosteniendo en mis manos una fotografía de la persona que precise que la sane. El mal de ojo lo hacen hombres y mujeres. Aquí se lo han hecho a unas personas para ver si se las cargaban pero no se las han cargado porque las curé yo. Yo tengo más de 500 fotografías de gente de muchos lugares. Y cuando algunas de ellas me llana para que la sane y atienda, busco su foto y al verla y tocarla desaparece el mal. Yo soy muy católica. Mis santos son lo primero que tengo. Por ejemplo, a la entrada de mi casa tengo instalada una hornacina de madera de mi propiedad con la imagen de la Virgen Milagrosa. En mi vivienda tengo muchos santos para que me protejan y porque los quiero mucho. Todas las noches, antes de acostarme rezo mucho», terminó diciendo esta curandera del mal de ojo que adora también a sus cinco hijos y nueve nietos.

El acervo popular ha recogido y mantenido a lo largo de generaciones la creencia en el mal de ojo. La base de esta superstición, relacionada con la envidia, tiene su origen en la antigüedad y hay constancia de que, tanto en Grecia como en Roma, existían prácticas y rituales para maldecir y causar el mal por medio de la mirada o la voz. Se dice que si a una persona adulta se le echa el mal de ojo también puede tener mala suerte en el amor. Sin ninguna explicación el ser amado se aleja.

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