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Rafael Vílchez
Mecina Fondales
Lunes, 9 de agosto 2021, 18:13
Homenaje póstumo merecido. La Alpujarra perdió en el pasado mes de febrero a uno de sus seres más queridos, el entrañable y admirable empresario y hombre de bien, Alberto Aragón Rodríguez, nacido en la localidad de Mecina Fondales hace 74 años y establecido con su inseparable hermano Joaquín y familia en Pitres. Esta gran persona falleció por coronavirus. Pues bien, en Mecina Fondales (anejo de La Taha de Pitres), lo han homenajeado en la plaza coincidiendo con las fiestas patronales en honor a San Cayetano. En todo momento se guardaron las medidas de seguridad para combatir el coronavirus.
Al final de la misa al aire libre, oficiada por Alfonso Aguilar, se celebró un emotivo homenaje al difunto Alberto Aragón (1946-2021) otorgando una placa a su esposa (que también estuvo a punto de morir por el Covid-19) y cuatro hijos, entre lágrimas de emoción y calurosos aplausos. La placa muestra una foto de Alberto y los símbolos de los dos patronos de Mecina Fondales: el león de San Marcos y las espigas de trigo de San Cayetano. Reza así: «En reconocimiento y gratitud por su ejemplo de superación, trabajo, caridad, vida familiar y dedicación al pueblo. Con cariño de los vecinos de Mecina Fondales». En la misa y el homenaje estuvieron muchas personas, familiares y amigos de Alberto, como, y por ejemplo, el teniente de alcalde de La Taha, Antonio Estévez, y el ilustre capitán de la Guardia Civil con sede en Órgiva, José Jesús Orzáez, nacido en Mecina Fondales. La iglesia de Mecina Fondales contará dentro de poco tiempo con un museo religioso en su espaciosa sacristía. En este lugar se colgará también una foto enmarcada de Alberto Aragón, gran benefactor y colaborador de la iglesia, entre otras buenas cosas, igual que le pasa a sus hermanos y familiares.
Alberto perdió la batalla contra la Covid-19. Alberto comenzó a trabajar en el campo a corta edad para ayudar a sus padres Alberto y Pura y a sus hermanos Juan, Serafín (ya fallecido), Joaquín y Gerardo. Alberto fue un digno representante de esa generación luchadora con un afán de superación. En el ámbito empresarial fue un referente por su inagotable espíritu emprendedor y trabajador inagotable. Trabajo y familia fueron los pilares de su vida.
Alberto irradiaba una vitalidad fuera de serie. Este alpujarreño tan cercano y humano tuvo siempre buen ojo para los negocios. Cuando Alberto realizó el servicio militar compró en Málaga un camión marca Ebro que le costó 35.000 pesetas de las de antes. Alberto triunfó vendiendo con su vehículo en Almería, Málaga y otros lugares, patatas, castañas, cebollas y demás productos del campo alpujarreño. Cuando volvía a su terruño venía cargado de abono para vendérselo a los agricultores, pues en aquel tiempo todas las tierras se labraban. Alberto contrajo matrimonio con Josefina, nacida en Bubión, y fruto de esa unión nacieron Alberto, Juan José, Miguel Ángel y Pablo. Este emprendedor adoraba a su familia muchísimo y se le caía la baba cuando acariciaba a sus cuatro nietos. Alberto fue un gran hombre. Su palabra era una escritura. Casi todos los productos que cosechaba en el campo para el gasto de su casa los solía repartir a los amigos.
En 1974 Alberto ofreció trabajo a su hermano Joaquín que trabajaba en Francia y aceptó. En un principio el negocio lo tenían en Mecina Fondales. Esta familia adquirió otro camión para dedicarlo también al transporte. Alberto y Joaquín compraron una finca a la entrada de Pitres para instalarse al lado de la carretera en un lugar más grande y espacioso. La empresa de los hermanos Aragón fue viento en popa y pronto adquirieron más medios de transporte, maquinaria de movimientos de tierra, toda clase de materiales de construcción, etcétera. También llegaron a tener una cantera de arena en la zona del Padre Eterno de Carataunas. La empresa Aremacotrans desde hace unos años la llevan fenomenalmente Adrián y Alberto, hijos de Joaquín y Alberto.
Alberto Aragón solía ir a todos los entierros que tenían lugar en los municipios de La Taha, Bubión, Pórtugos, Busquístar, Pampaneira, Capileira, Soportújar, etcétera. Era morirse aire y ya estaba en la casa del finado y después en el tanatorio. Alberto era un hombre muy religioso y amigo, entre otros, del célebre empresario afincado en Motril, Francisco Pérez, y del sacerdote de Mecina Fondales y otros pueblos, Alfonso Aguilar. Cuando Alberto se acercaba a un bar solía convidar a mucha gente. Era un hombre desprendido y benefactor. Solía frecuentar también los bares de José Mingorance (su gran amigo de Pórtugos) y el de su también amigo Antonio Valdés.
También Alberto se acercaba a Pórtugos al estanco regentado por su tío Francisco (ya fallecido) y llevado ahora por su hija. Toda la gente lo quería. Le encantaba la cacería y viajar. En Tierra Santa estuvo con su adorada mujer en dos ocasiones con el sacerdote Alfonso Aguilar y otros alpujarreños.
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