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Thelma, vecina neozelandesa afincada en Otívar, recibió ayer su dosis tras meses de espera. P. G.-T.
«Me da más miedo el virus que una vacuna»

«Me da más miedo el virus que una vacuna»

Los distritos sanitarios Sur y Nordeste prosiguen a ritmo frenético la campaña de vacunación en vacunódromos y unidades móviles, pese a la incertidumbre generada por la fórmula de AstraZeneca

Pilar GarcÍa-Trevijano y José Utrera

MOTRIL/BAZA

Viernes, 9 de abril 2021, 02:06

Hace unos meses que Araceli, la primera vacunada, abrió el camino hacia la esperanza. España miraba expectante a través de los televisores aquel pinchazo con la misma ilusión, miedo e incertidumbre que acompaña día a día a todos los pacientes que guardan cola en estadios, centros de salud y pabellones en su paseo hacia la inmunidad. En todas las casas se ha aprendido a esperar y confiar. Esperar abrazos, reencuentros y aplazar planes para más tarde... para cuando se pueda. Confiar en que llegue una llamada o un mensaje con fecha y hora que destruya esa barrera infranqueable e invisible que se había formado entre los umbrales de muchas puertas y la calle. Y en el hogar de Thelma Butterworth bien se sabe lo que es aguardar y observar el baile de las manecillas del reloj desde el sofá. A sus 86 años de edad, la neozelandesa afincada en Otívar arrastraba ayer su andador por la entrada del estadio Francisco Bonet de Almuñécar acompañada de su hijo, Huon, y su nuera, Catalina. Su familia ha peleado por conseguir un hueco para que la anciana reciba su dosis. Por primera vez en meses no estaban impacientes. Con un ligero temblor en el brazo, Butterworth se descubrió el hombro para que la aguja traspasara su fina piel.

Engurruñó con fuerza los ojos y en un segundo la molestia cesó. «Pregúntales», le dijo a Catalina en inglés. «Mi suegra quiere saber si puede tomarse luego un vino para celebrarlo», inquirió la mujer a las dos enfermeras que atienden el puesto de vacunación. «No, la vacuna puede perder efecto si se bebe alcohol. En unos días no habrá problema», contestó. Y con alegría Thelma recibió la noticia de que tendría que esperar de nuevo un poco más: quince minutos para comprobar que no reaccionaba mal a la vacuna y un par de días para poder brindar con los suyos. «Me da más miedo el virus que la vacuna», aseguraba. «Al ser neozelandesa, aunque lleve tiempo aquí viviendo, ha costado mucho papeleo y trámites burocráticos para que pueda vacunarse. Hemos venido varias veces al centro de salud de Almuñécar a preguntar y por fin el otro día nos dijeron que podía venir hoy.Estábamos preocupados. Ella no sale de casa, pero mi hija va al instituto. Como mi suegra, hay muchos ciudadanos extranjeros que residen aquí y que han tenido dificultades con sus seguros para acceder a la vacuna. Menos mal que poco a poco se va solucionando.Estamos muy agradecidos a los sanitarios», sentenció Catalina.

Al igual que Thelma, casi un centenar de mayores se acercaron ayer al estadio, muchos de ellos extranjeros para recibir su dosis. Algunos tenían dudas sobre la vacuna después de las noticias difundidas y los cambios en los planes de vacunación con AstraZeneca. «¿Qué vacuna vas a ponerme?», preguntaba María del Carmen, de 74 años de edad, con cierta desconfianza. «Se entiende que todas las vacunas que se están suministrando son seguras, pero en todo caso las dosis que se inoculan hoy son Pfizer, señora», respondía la enfermera para tranquilidad de su paciente. La misma consulta que efectuaron numerosos usuarios con recelo a sus posibles efectos. Los que faltaron a su cita se contaron a cuentagotas

Mientras que unos decidieron saltarse el turno, otros le deben la misma fe a Dios que a la ciencia. José Miguel, vecino sexitano de 79 años, hizo ayer su aparición agarrado a su cruz de Caravaca. «Hoy no sé si debo rezarle a Dios o a Einstein», apuntaba con sorna antes de doblar la esquina del estadio. «Hay que ser optimista y confiar en la ciencia. Nada es perfecto, pero los problemas que han generado las vacunas en la gente no son ni la mitad de los daños que ha hecho el maldito virus», argumentaba el hombre. Enrique acudió de la mano de su mujer al estadio. Los dos, naturales de Huétor Tájar, han pasado media vida –más de 50 años–, una cuarentena juntos y ahora también la vacunación en Almuñécar. «De pocas cosas se puede estar seguro en esta vida, pero no se puede vivir con miedo. Hay que arriesgarse», reflexionaba. La vacunación sigue su ritmo frenético para conseguir lo antes posible la inmunidad de rebaño y vencer a la covid. Hoy continuará la vacunación masiva en el estadio con tres lineales operativos de forma simultánea y más personal a cargo. En total están previstas que se inoculen unas 6.800 dosis en la Costa esta semana. Albuñol, Órgiva y Cádiar también habilitarán espacios para inocular los sueros: el principio del fin de la espera.

Vecinos esperan su turno en la unidad móvil, en Baza. josé utrera

Distrito Nordeste

Por su parte, la vacunación masiva organizada desde ayer en Baza se desarrolló con total normalidad y sin incidencias, aunque comenzó un poco más tarde de lo previsto. Una vez arrancada, se desarrolló a buen ritmo debido a la celeridad y organización de los sanitarios. En esta ocasión, la inoculación tuvo lugar en una unidad móvil

En Baza se preveía vacunar a unos cuatrocientos vecinos de los municipios de Caniles, Cúllar, Cuevas del Campo, Freila, Zújar y la propia Baza. Todas nacidas en el año 1957 y previamente citadas por SMS, aunque también se ha vacunado a personas que no habían recibido el mensaje pero estaban en el rango de edad. También se hacía un preguntas sobre posibles alergias a algún medicamento, enfermedad o si había pasado el Covid. Ya en camión donde se realiza la vacunación se volvía a realizar otro control de identidad y se pasaba a la zona donde dos enfermeros ponían la vacuna, todas ellas AstraZeneca. Un 11% de los asistentes no pudieron recibir ayer la dosis por tener fiebre, haber pasado la enfermermedad o tener flebitis.

Una vez vacunados, los usuarios pasaban al interior del Pabellón de Deportes donde permanecían sentados en las gradas durante unos 15 minutos en previsión de alguna reacción.

No faltaron algunas bromas sobre lo ocurrido estos días en relación a la vacuna de AstraZeneca. Algunos de los usuarios preguntaban al personal sanitario cuál era la dosis que recibían, a lo que se escuchaba: «anda, la mala!». El personal sanitario, solícito, les sacaba de dudas.

Por lo general las personas vacunadas se han mostrado muy contentas por recibir la vacuna que tanto estaban esperando. Tras la jornada de ayer la vacunación seguirá hoy viernes día 9 en Huéscar para los vecinos de Puebla de don Fadrique, Galera, Orce y de la propia Huéscar nacidos todos ellos en los años 1956,1957, 1958 y 1959.

En la localidad oscense la unidad móvil y el personal sanitario correspondiente se instalarán en el recinto ferial de la Almazara y también se espera vacunar a otras 300 personas. Del total de personas convocadas ayer en Baza acudieron cerca del 65%, mientras que hubo un grupo de 64 personas que acudió sin cita. Fuentes del distrito sanitario señalaron a este periódico que las ausencias se podían deber a renunciar a la dosis, o a que no hubieran visto el mensaje, ya que se trata de un colectivo de cierta edad.

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