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La lotería se encuentra de forma omnipresente en la romería de Moclín. J. F. Barrera
Moclín, tienes que venir

Moclín, tienes que venir

La romería del Cristo del Paño permite conocer una localidad granadina llena de historia, tradiciones, rutas senderistas, gastronomía, interés cultural y patrimonial

Jueves, 6 de octubre 2022, 11:50

Debo reconocer que nunca había cubierto informativamente una romería aunque llevo trabajando en IDEAL desde 1990. También tiene su mérito. Así que a Moclín he venido a aprender, a disfrutar y a contarlo. Sí es cierto que conozco prácticamente todos y cada uno de los municipios y pueblos de la provincia de Granada después de más de tres décadas de oficio. Pero nunca había venido a Moclín. Así que, una por la otra, este miércoles 5 de octubre me he marcado el doblete de mi primera romería y de mi primera visita a Moclín.

La mejor oferta gastronómica se encuentra en la romería de Moclín. J. F. Barrera
Imagen secundaria 1 - La mejor oferta gastronómica se encuentra en la romería de Moclín.
Imagen secundaria 2 - La mejor oferta gastronómica se encuentra en la romería de Moclín.

Lo que he visto con mi compañero cámara Pepe Marín es amable, maravilloso y emocionante. Una subida escarpada hacia el castillo de Moclín flanqueada por frondosos olivos que posan chulos al sol. Vendedores de lotería. Romeros que sudan cuesta arriba para ver al Santísimo Cristo del Paño, pedir un deseo o cumplir una promesa. Más vendedores de lotería que vocean su número a grito pelado. Un chiringuito que ha brotado en las escuelas del pueblo donde he desayunado un café y media de jamón, aceite y tomate. Pero lo mejor es la sonrisa y la amabilidad con la que me han atendido. Me han regalado un botellín de agua. Dos loteros han aprovechado para rodearme y ofrecerme sus números de lotería. Veo que hay por doquier puestos de comida. Se podría hacer un congreso de Gastronomía del Pueblo, que es al final la que consumimos y la que nos gusta. Aquí hay chorizo y morcilla de Noalejo, hamburguesas y sandwiches, bocatas de todo lo que le puedes y quieres meter dentro al pan de pueblo del bueno-bueno y rico-rico. Por supuesto, hay un par de churrerías que al punto de la mañana tienen colas de romeros para apretarse su chococonchurros con una pinta estupenda. He descubierto un local con pintas de entre garaje y almacén donde venden todo tipo de productos del cerdo y de la matanza. Unos costillares para caerse de espalda, longanizas y ristras de chorizo con pintas de quitar el hipo. La calidad no se discute. El precio es irrisorio comparado con el de la Gran Ciudad de más abajo donde la Alhambra. He conseguido escapar de los loteros. Hay todo tipo de memorabilia santísima. Recuerdos, amagos de reliquias, cruces, rosarios, medallas, estampas, estampitas, fotografías, calendarios o pulseras del Santísimo Cristo del Paño, sí. Pero también de Fray Leopoldo y de las Vírgenes y Patronas que más devoción despiertan por estos pagos. Los de la lotería me han vuelto a localizar, pero son otros distintos. También hay turroneros, que en sí mismo son un espectáculo maravilloso. Para mí, son como patrimonio nacional del bueno de verdad. Llevan colgados del cuello con fixo y alambre sus micros y no paran de jalear al personal desde el punto de la mañana. Venden turrón a raudales y hacen trizas cualquier estrategia de marketing de Madison Avenue, donde están las grandes compañías publicitarias de NY. El duelo ahora es entre un turronero y un lotero, en plan a ver quién le vende a quién. Inefable. También hay limosneros por doquier. En su mayoría son tullidos. Muestran sus tumefactas cicatrices a los romeros, que se estiran con unas monedas. A uno lo reconozco porque le entrevisté hace años en el pasaje que va de la plaza Bib Rambla a la plaza de las Pasiegas. A los loteros empiezo también a conocerlos. Podría hasta hacer un censo con ellos. También hay puestos de juguetes. Me renace en ellos la inocencia perdida. Hay muñecos del Hombre Araña (ahora se llama Spiderman), La Masa (ahora se llama Hulk) y el Capitán América (que se sigue llamando como siempre). Me compro los tres par el niño que llevo dentro. También hay un puesto de la floristería Amapola, con flores frescas maravillosas en ramilletes de a cinco euros. Delante mío, mientras tecleo, un señor de avanzada edad que se ha fumado tres cigarrillos seguidos para empujarse un chato de vino en vaso de plástico le compra un paquete de diez calcetines a un migrante que se los ha ofrecido con un sonrisón. Uno de los loteros contempla la escena y muere de envidia. Me quedo con este eslogan de los dulces artesanos de la Villa de Moclín: «El dulce sabor de nuestro pueblo». Y me deleito con la contemplación de esas madalenas, esas tortas, esos roscos de San Antonio dispuestos marciales sobre el mantel del tenderete. Me dice un lotero -debe haber cientros por aquí hoy-, que el Gordo de Navidad va a caer en 15. Llego a la Bodega Doral que tiene desplegada toda su artillería de bocadillos, albóndigas en salsa de almendras, patatas a lo pobre, pulguitas y tomate aliñao. Procedo a sentarme y ordenar un almuerzo. Me compro también un décimo de Lotería. Así es Moclín. Tienes que venir.

Autoridades, durante la romería. Ideal

Más de 10.000 romeros y turistas se reencuentran con el Cristo del Paño tras la pandemia

Tras dos años sin ella, se esperaba una afluencia masiva a la conocida Romería del Cristo del Paño, Fiesta de Interés Turístico de Andalucía y con una historia que se remonta al siglo XVI. Y así ha sido, porque la normalidad sanitaria y la buena meteorología han animado a más de 10.000 personas de distintas provincias andaluzas a vivir de nuevo una de las tradiciones más antiguas de Granada.

«Es emocionante volver a ver a tantos miles de personas inundando el casco urbano de Moclín. Todo ha ido con absoluta normalidad, que es lo importante. Gracias por supuesto al dispositivo de más de 250 profesionales y voluntarios que han atendido las necesidades del evento», ha explicado el alcalde de los Pueblos de Moclín, Marco Pérez.

Desde las 7 de la mañana, con el Rosario de la Aurora en la Capilla de la Virgen del Rosario, y con sucesivas misas desde las 8 de la mañana junto al Santuario del Cristo del Paño, la escarpadas calles de Moclín han vuelto a ser otro 5 de octubre escenario de una tradición centenaria y, sobre todo, de mucha devoción, la de numerosos romeros que, año tras año, cumplen con su cita con este lienzo considerado «milagroso» por muchos.

Como ha indicado el alcalde, «la Romería mueve a muchas personas no sólo hoy sino los días previos. Y se ha notado mucho que había muchas ganas de volver a retomarla tras la pandemia. La última vez que el Cristo pudo salir en procesión fue en 2019», ha recordado el primer edil. Hileras interminables de autocares procedentes de pueblos de Granada, Córdoba, Jaén o Málaga; cientos de vehículos en las zonas habilitadas por el Ayuntamiento; personas que llegan a Moclín tras kilómetros de recorrido descalzas; visitantes con promesas hechas desde la fe hacia el conocido Cristo; y muchísima gente movida por una costumbre popular que incluso inspiró la conocida 'Yerma' de García Lorca. Todo eso ha sido hoy Moclín.

Para conseguir que la jornada haya transcurrido con total normalidad, el Ayuntamiento también ha seguido ampliando sus servicios para romeros y turistas. «Cada año intentamos mejorar la atención prestada, con más zonas de aseos y espacios para el descanso», ha comentado el concejal de Turismo, Carlos Lucena, que también ha subrayado la gran afluencia de este año teniendo en cuenta que coincide con un día laboral.

El alcalde y el concejal han resaltado que el pueblo ya conoce de la devoción que genera su Cristo. «Los vecinos y vecinas acogen durante varias horas a miles de personas, cientos de autobuses y miles de turismos de distintos puntos de Andalucía. Colaboran en todo lo que pueden, engalanan las calles, preparan Moclín para esta gran fiesta», han agradecido a los moclineños.

En Moclín todo el mes de octubre está dedicado de una u otra forma al Cristo del Paño, un auténtico revulsivo económico para el municipio estas jornadas, cuando cientos de tenderetes y puestos ofrecen 'souvenirs', marroquinería, artículos de alimentación, bebidas, etc. para los muchos visitantes que recorren el pueblo, que también vive estos días sus fiestas locales.

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