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Josefa Mancilla junto al altar que montó este mismo año en su puerta con motivo del día del Señor. R. Vílchez
Muere a los 103 años y 10 días Josefa Mancilla, símbolo de la longevidad en Los Guájares
Obituario

Muere a los 103 años y 10 días Josefa Mancilla, símbolo de la longevidad en Los Guájares

Esta mítica mujer tan longeva fue tendera y después panadera durante muchos años para ayudar a su marido Rafael a sacar su casa en adelante

Domingo, 22 de diciembre 2024, 17:21

Adiós a la mítica granadina Josefa Mancilla Mendoza, la anciana más longeva del municipio de Los Guájares. Josefa nació en la localidad de Guájar Faragüit el lunes 5 de diciembre de 1921. El pasado jueves, día 5 de este mes, cumplió 103 años. Ella siempre ha gozado de buena salud, mucha memoria y ganas de trabajar. El pasado día 15 falleció. El alcalde de Los Guájares, Antonio Mancilla, ha traslado a la familia de Josefa su más sincera y emotiva condolencia en nombre de la corporación municipal y de los vecinos de Los Guájares, municipio formado por los pueblos de Guájar Faragüit, Guájar Fondón y Guájar Alto. Sus restos mortales reposan en el cementerio de Guájar Faragüit. Josefa luchó arduamente por su familia junto a su esposo Rafael y ha logrado llegar a los 103 años y 10 días con discernimiento y sensatez.

Hasta hace poco tiempo Josefa se encargaba de las labores de su casa: hacer la comida, limpiar, atender sus macetas y gallinas y caminar para mantenerse en forma. La memoria de Josefa siempre ha sido prodigiosa. Lo que más le ha gustado a esta centenaria mujer ha sido cocinar y degustar migas de sémola con un poquito de harina, acompañadas con engañifa. Su familia y una cuidadora se encargaban de ella. Josefa, ayudada por otras vecinas y varios miembros de su familia, montó este mismo año un altar en la puerta de su vivienda con motivo del día del Señor.

También, hasta hace poco tiempo, llegando el otoño, Josefa se dedicaba a fabricar pan de higo para regalarlo en Navidad a su familia y amistades. A ella la enseñó su abuela, Encarnación Maturana Guillén, y su madre Dolores. Lo primero que hacía Josefa era quitarle a los higos los 'palillos' y 'piquitos' que tienen, después molía los higos y acto seguido hacía una masa en un lebrillo con los higos y almendras tostadas partidas, matalauva, anís, canela, aguardiente y 'arjolí'. El pan de higo lo presentaba Josefa en una especie de bollo redondo y alargado envuelto en papel y con la forma de un queso cercado con un cerote de pleita que ella misma fabricaba con esparto que le traían del monte. La parte superior la decoraba con almendras enteras. En otros tiempos, la familia de Josefa, como tenía posibles y era bondadosa, regalaba mucho pan de higo y platos de comida a los más necesitados.

Josefa, a los seis años de edad comenzó a trabajar en labores del campo y guardando cabras para ayudar a sus padres Salvador y Dolores y a sus hermanos a sacar la casa adelante. Desde entonces no paró de trajinar. En los años de la niñez de Josefa el trabajo infantil fue un elemento más de supervivencia dentro de la situación en la que vivía la mayoría de las familias. Josefa aprendió muy pequeña a lavar la ropa, a ir a por agua a la fuente, coser, bordar, planchar, cocinar, fabricar pan de higo y queso… Eran tiempos de precarias economías y de altas tasas de mortalidad. La mayoría de los niños en aquellos tiempos no tuvieron infancia.

Josefa Mancilla, una mujer que creció trabajando, tuvo cinco hijos: Encarna (farmacéutica), Azucena (profesora), Laureano (profesor), Rafael (apicultor) y Santiago, que es camionero y su mujer María del Carmen, la encargada de la panadería de Guájar Faragüit. Josefa adoró mucho a sus nietos y biznieto. Fue poco a la escuela. En aquellos años los hijos de las familias pudientes fueron los únicos que pudieron tener una infancia propiamente dicha. Era una sociedad, y más en las tierras de Guájar Faragüit, marcada por el trabajo de sol a sol. Las mujeres tenían escasísimas salidas laborales. No existían redes de protección social. Las mujeres trabajaban en el campo como un hombre y después llevaban también la casa y atendían a los hijos y ancianos.

Cuando Josefa cumplió los 29 años contrajo matrimonio con su primo hermano Rafael Mancilla. En un principio montaron una taberna en el pueblo. Él trabajaba la tierra y ella despachaba vasos de vino y copas de aguardiente a peseta la unidad. El vino, portado en dos mulos, lo compraba en la Venta 'El Puente' de Órgiva. El aguardiente lo adquiría a granel en una fábrica de Pinos del Valle. En aquellos tiempos poseía también este matrimonio una granja de gallinas y cada día solían vender media docena de aves. Las tapas solían ser de carne de pollo muy bien condimentadas para que los 'parroquianos' repitiesen y consumieran más en este lugar. Este matrimonio fue de los primeros en vender cerveza en botellas de cristal que era traída de Motril.

En 1968 Josefa y Rafael se hicieron cargo de la panadería familiar. Uno de sus hijos, Laureano, con catorce años de edad, comenzó con un mulo blanco a vender pan casa por casa en este pueblo y en Guájar Fondón. Rafael Mancilla, que estudió de joven en el seminario, fue también secretario de la Cámara Agraria, corresponsal de la Seguridad Social, realizaba contratos de compra y venta, se encargaba de vender máquinas de coser y televisores y era el encargado de un molino de harina, entre otras cosas. En 1997, Josefa dejó de trabajar en la panadería. Rafael, un adelantado a su tiempo y un hombre muy formal, fue el primero en dotar a sus fincas con sistema de riego por goteo.

Josefa, que enviudó hace unos años, nunca estuvo enferma. Cuando se casó no pudieron ir de viaje de novios. Ella fue por primera vez a Granada capital cuando tenía 20 años. Ese día salió con sus padres camino de Dúrcal. En este pueblo dejaron en una posada sus dos mulos. En Dúrcal se montaron en el tranvía para llegar a la capital. Josefa conoció su pueblo sin vehículos. El primero que llegó a Guájar Faragüit fue el del maestro de escuela don Francisco Mancilla. Fue todo un espectáculo.

En los años setenta del pasado siglo pusieron el agua potable en las casas del pueblo de Josefa. Las carreteras eran de tierra. Josefa fue muy feliz con su marido. Él era listísimo y muy aficionado a la fotografía. En 1933 le compró una máquina de fotos a un extranjero que le costó cinco duros, de los de antes. Josefa fue homenajeada por el Ayuntamiento de Los Guájares. Te conocí en 1968. Eras una excelente mujer. Charlar contigo era una delicia. Descansa en paz. Nunca te olvidaré.

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