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Cazador, ganadero, acostumbrado a trabajar con reses bravas y de gran envergadura física, Emilio Hidalgo tiene imagen de tipo duro. Sin embargo llora y hace emocionarse al que le escucha cuando relata la historia de su caballo Nevado y la angustia con la que ha ... vivido desde que cayó enfermo con la fiebre del Nilo occidental desarrollada por la picadura de un mosquito. El caso de Nevado fue el tercero de los positivos de la provincia de Granada, que obligó a la Junta a decretar la alerta cuatro en el pueblo donde está la explotación de Emilio, Valle del Zalabí. El primero de los positivos, un caballo de Atarfe, murió por la encefalitis que provoca la enfermedad, al segundo, una yegua de cría de Pinos Puente se le aplicó el sacrificio humanitario para evitarle el sufrimiento cuando la enfermedad fue irreversible, pero el équido del Valle del Zalabí ha corrido mejor suerte.
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Aunque el positivo se confirmó oficialmente el 9 de octubre por la Junta, el caballo enfermó el último día de septiembre. Tenía tics nerviosos, le temblaba la boca, no era capaz de coordinar los movimientos y, tras las pruebas de sangre, el veterinario que le trató dio inmediatamente la alerta a la Junta, a través de la oficina comarcal agraria. «Enseguida supe que era algo muy raro y grave, algo que nunca se había visto por aquí», esgrime el propietario del caballo. Desde Nevado cayó enfermo hasta que ha logrado remontar y salir del peligro, Emilio Hidalgo ha pasado las noches sin dormir observando a su caballo «como una madre primeriza mira sin perder la vista a su niño chico». El ejemplar tordo, un pura raza española de 17 años, le ha dado a Emilio algunos de los momentos más felices de su vida, en el campo.
«Lo he disfrutado muchísimo moviendo ganado bravo. Es mi hijo, es familia, no lo puedo explicar, solo quien tiene un caballo así me puede entender. Nevado es nobleza, por donde yo le digo que tire él ha tirado, se crea un vínculo irrompible», resume sin poder evitar emocionarse al ver cómo el caballo, al que daban por desahuciado, se ha aferrado a la vida. Nevado es noble y atiende las órdenes de su amo como ya quisiera el más listo de los perros. «Lo puedes montar ahora mismo sin tener ni idea, este caballo es un Mercedes con las llaves puestas», señala orgulloso su amo.
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Atrás queda una semana de sinvivir, en la que Nevado, «relinchaba, ratreaba las manos, tenía fiebre y estaba tembloroso». «Solo se consolaba a mi lado y lo he cuidado como a un hijo», esgrime.
Emilio culpa a un rambla de aguas residuales, donde cree que ha surgido el mosquito. El tratamiento con cortisona ha funcionado y el caballo ha superado un diagnóstico que en muchos casos es mortal. «Hemos estado muy preocupados por él, mi mujer y mi hija igual porque es uno más de la casa. Pensé que lo íbamos a tener que sacrificar, que es todavía peor que se muriera y no lo podía soportar», admite. Nevado está débil pero fuera de peligro, pero su amo aún no respira tranquilo: «Es como un hijo, ahora no dejo de observarlo, no te dejas de preocupar».
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