Juan muestra algunas de las miniaturas que ha realizado en su casa Torcuato Fandila

La pasión por la miniatura de un vecino de Cogollos desde hace 50 años

Realiza maquetas de los puntos más importantes de la comarca de Guadix y acumula más de 300 piezas

Sábado, 9 de marzo 2024, 23:51

Pequeños trozos de madera adornan la mesa de trabajo de Juan. Restos de pegamento en sus dedos y un extraño utensilio para lijar objetos completan una estampa que se dibuja de forma más que habitual en el comedor de su casa o cualquier otra habitación ... de su vivienda. «Esta ha sido y será la pasión de toda mi vida», asegura. Sus maquetas decoran cada estancia con cariño y empeño, el mismo que él le ha dedicado a cada una de sus piezas desde hace más de 50 años y entre las que se encuentran los lugares más importantes de Cogollos, su pueblo, y otros puntos de la comarca accitana.

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Su afición por esta práctica le viene, como él bien indica, «de toda la vida». Con solo 11 años, hizo su primer barco con palillos. «La gente del pueblo ya me decía entonces que era un artista y que tenía un don para las manualidades», añade. Pero nadie le enseñó. Aprendió solo, de forma autodidacta, dedicándole horas y horas, leyendo revistas o compartiendo impresiones con otros apasionados de las maquetas . Esto fue lo que le hizo ganar una destreza inigualable con materiales como el corcho, la madera o incluso el vidrio, la escayola y la cerámica. «Elegir uno u otro material depende siempre de lo que se quiera hacer», indica.

Sin embargo, el resultado final de las maquetas inicia mucho antes de la ejecución de cada una de sus piezas. Para ello, realiza fotos de cada uno de los lugares que quiere recrear y, posteriormente, desarrolla una especie de esquema o boceto a mano alzada de forma personal con el que consigue ilustrar en su mente cada maqueta con cada mínimo detalle incluido. «Lo importante es recoger la realidad tal y como es», destaca.

Esta pasión por la miniatura de la realidad es lo que ha hecho que el vecino de Cogollos acumule más de 300 maquetas en su domicilio habitual, su segunda vivienda o incluso en la casa de su hija por falta de espacio. «No puedo guardarlas todas en casa porque entonces mi familia se tendría que ir fuera», reconoce, aunque parte de ellas también las cede a negocios que representan para adornar sus estancias o incluso a algunos de sus amigos. «Me gusta prestar parte de estas figuras y que la gente pueda verlas», añade. La Catedral de Guadix o el conocido bar de la Bodeguilla, el aljibe de Cogollos o su iglesia, la famosa Almazara de Benalúa o la Alhambra son algunas de sus piezas estrellas. Pero si hay algunas a las que tiene un cariño especial son las torres de Jerez del Marquesado o Cogollos. «Son una parte de mi que no vendería ni por todo el dinero del mundo», afirma sobre los objetos que aún hoy decoran el salón de su casa.

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Dedicación de toda una vida

Aunque su familia lo tiene por un artista, Juan insiste en que él lo hace porque es una afición que siempre le ha divertido y le ha entretenido, hasta el punto de quedarse horas y horas de madrugada trabajando en algunas de ellas. «Sumergirme en las maquetas me hace viajar a otro mundo. Son para mí una droga sin la que no puedo pasar», reconoce mientras coloca algunas de las piezas sobre las que trabaja.

Alguna ha tardado en hacerla meses por la paciencia que requieren, mientras que otras muchas maquetas acumulan más de 500 piezas, como es el caso de la Plaza de Toros o la recreación del Titanic. «Lo guardo intacto desde hace 15 años, con cada uno de sus detalles: los camarotes, los pisos, la sala de máquinas o los botes salvavidas», asegura.

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Ese «gusanillo» por hacer maquetas, como a Juan le gusta llamarlo, hace que, a día de hoy, siga trabajando en ellas con el mismo gusto que hace 50 años, pero también lo que le ha llevado a aprender a trabajar sobre otros materiales como el vidrio o la cerámica. Sobre botellas o tejas dibuja distintos espacios, entre ellos, conocidos barrios de cuevas de la zona o negocios tradicionales de Guadix. «Es una pasión que llevo por dentro y que mantendré hasta el final de mi vida», sentencia el vecino de Cogollos amante de la vida en miniatura.

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