Una sueca que en el mes de marzo cumplirá 95 años, Eva María, afincada en Lanjarón desde hace más de un cuarto de siglo, calza zapatos con tacones de aguja todos los días, desde que se levanta y hasta que se acuesta. ¿La razón? Porque le fascina este calzado y porque asegura que, de esta manera, «los músculos del suelo pélvico se encuentran en una posición que aumenta la fuerza y la habilidad de contracción».
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Eva María vive sola en Lanjarón -antes residió en Órgiva- pero tiene muchas amigas que le adoran «porque es muy buena, humanitaria y educada», apostillan. Su marido falleció en 1970. Poco después, Eva María realizó su primera visita a España.
Eva María ejerció en su tierra de profesora de pintura en porcelana y textil. Sentada en un banco de la pintoresca placeta de Santa Ana, manifiesta sonriente que nació con zapatos de tacón. «Cuando era muy joven empecé a ponérmelos y, como no me molestan y gozo de buena salud, los sigo llevando a pesar de tener muchos años ya que pronto, en marzo, cumpliré, si sigo en este mundo, 95 años de edad», indica.
Eva María también asegura que sin zapatos de tacón, con otra clase de calzado, camina muy mal y, sin embargo, si lleva tacones anda sin dificultad por cualquier lugar del pueblo de Lanjarón, incluido el mercado municipal, que se encuentra en lo alto del pueblo. «Para mí -detalla- no es problema llevar zapatos de tacón alto porque los músculos de los pies ya están acostumbrados. Para mantenerme en forma ando mucho, siempre con tacones, como muy poca carne y más bien verduras, cereales, frutas y té de varias clases. También, tomo agua de este pueblo que es maravillosa. Y como me cuido mucho, nunca he estado enferma», reconoce.
Una de las amigas de Eva María es Soledad Ramos, la hija del recordado Ramos el de la pastelería. «Esta mujer que siempre calza zapatos de tacón es muy buena y tiene muy buen corazón. Le encanta la naturaleza y los animales. Se preocupa de darles comida a los gatos de su barrio. En su casa tiene un ramillete de gatos. Se vale por sí sola y sus vecinas les regalan productos del campo porque la quieren mucho. A Eva María le encanta Lanjarón y sus gentes. Ella cuando conoció esta tierra alpujarreña, se enamoró de la montaña y de sus gentes. Dejó de conducir con muchos años. Tiene dos hijas: una reside en Madrid y es restauradora en arte, y la otra vive en Estocolmo y trabaja como azafata. Ninguna de las dos les han dado nietos», indica.
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También son grandes amigas de Eva María, Eloísa Carmela Tapia, de 93 años, y Concepción Álvarez, de 90 años. «Nosotras, que también nos encontramos muy bien y que no lucimos tacones, parte del tiempo lo pasamos en la Placeta Santa Ana, cuidando algunas macetas y sentadas hablando de nuestras cosas. Y cuando llega el medio día, se reúne a nuestra tertulia Eva María, siempre muy bien vestida y con sus zapatos de tacón. Parece mentira pero es verdad que con los años que tiene ande tan bien por el pueblo con tacones altos», señalan.
Antes, cuando estas mujeres eran jóvenes, el calzado era precario porque los tiempos no daban para más y porque para ir a trabajar, por ejemplo al campo, el calzado tenía que ser plano. «Por eso nosotras no estamos hechas para llevar esa clase de calzado que luce Eva María, una mujer que debería de salir en la tele anunciando y promocionando el zapato de tacón de alguna marca porque se lo merece y méritos no les faltan», sentencian.
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