![Algunos de los agentes del Sereim, en el rocódromo donde practican antes de salir a la montaña. El teniente Rubén Santos, su jefe, a la derecha.](https://s2.ppllstatics.com/ideal/www/multimedia/201711/19/media/cortadas/118659858--624x431.jpg)
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16 hombres -desde una habitación de la comandancia de la Guardia Civil de Granada- hacen turnos todo el año para velar por los amantes del riesgo que conquistan por cientos las montañas, senderos, pistas de esquí de fondo o barrancos de la provincia. Hasta el mes de agosto de este año, ese escuadrón ya había realizado 46 intervenciones -algunas de gran peligro- saldadas con 29 heridos y 25 ilesos rescatados, más tres fallecidos. Todos fueron auxiliados en plena naturaleza, la mayoría de ocasiones en lugares salvajes de imposible acceso. El equipo del teniente Rubén Santos, hijo y nieto de guardias civiles, precisa en casi todas sus salidas de los compañeros del servicio aéreo, cinco pilotos -con el teniente José Luis Holgado a la cabeza- adscritos a un helicóptero con base en el aeropuerto de Granada. Cada vez que estos últimos reciben un aviso de los primeros y se ponen de acuerdo para partir a dar auxilio, sus relojes avanzan a mil y todos guardan silencio mientras se visten como el rayo sin perder detalle de la equipación técnica que precisan según el caso.
«El pasado verano fue muy fuerte de trabajo, hemos tenido hasta un 35% de intervenciones más, pero también es cierto que hemos rescatado a muchos imprudentes», coinciden el teniente Santos y el sargento primero Joaquín Toro, ambos del Sereim, Sección de Rescate e Intervención en Montaña.
Hace unos meses -rememoran- socorrieron a un grupo muy grande de senderistas -de entre 50 y 70 años- a tres mil metros de altitud en Sierra Nevada. Los excursionistas habían sobreestimado su capacidad física. Para salvarlos, los pilotos y los agentes del Sereim hicieron hasta seis vuelos, donde los helicópteros pelearon contra ventiscas y niebla espesa. Como no pudieron ser evacuados todos los senderistas, el agente Antonio José García -alias 'Paraca'- y otro compañero se quedaron a dormir a cielo abierto en la montaña con varios excursionistas. «Ese grupo cometió una imprudencia y la verdad es que el 75-80% de los rescatados en total precisan de nuestros servicios por imprudentes. Luego hay gente que va muy preparada a la montaña y que tiene mala suerte y sufre un accidente», apostilla el teniente Santos.
Los accidentes cada vez son más porque cada vez más gente sube a la montaña o desciende barrancos. Las estadísticas del Sereim de Granada hablan por sí solas: en el año 1990 realizaron 18 rescates, mientras que una década después -año 2000- ese número había ascendido hasta los 42. En el año 2010, ya se efectuaron 73 intervenciones, con 10 fallecidos, 54 heridos y 26 ilesos. La actividad había subido un 300% comparada con 20 años antes.
«En los últimos 10 años, el uso de teléfonos móviles ha hecho que la gente nos llame ante cualquier adversidad. Y la verdad es que yo recomiendo que si la persona empieza a ver que la situación se le está complicando lo mejor que puede hacer es llamar lo antes posible, ya que eso facilitará el rescate», defiende el teniente Rubén Santos.
La venta de material deportivo de montaña y de barranquismo por Internet y en grandes superficies -junto al uso de los móviles y la moda de los deportes de riesgo- han sido determinantes para que los 'ángeles de la montaña' reciban avalanchas de llamadas de socorro.
De gente agradecida -aunque hay de todo, dicen- está nutrida la pasión de estos hombres por su trabajo. Ver la cara de la persona rescatada, comprobar cómo pasa de un estado de shock a la tranquilidad e incluso a la sonrisa. «Todo eso no se paga con medallas ni con dinero», asegura Rubén, quien aún recuerda la angustia del rescate de Antonio Jiménez, un joven sevillano salvado el año pasado tras pisar una placa de hielo y caerse rodando a lo largo de 200 metros. «Se cayó en un sitio donde muere mucha gente y se salvó con mucha suerte, lo localizamos ya de noche y necesitamos cinco horas para sacar la camilla de la laguna donde se encontraba».
Aquel marzo de 2016 fue tremendo porque hicieron tres rescates consecutivos «de esos que sólo ocurren una vez cada diez años». «A uno de ellos se fue toda la unidad. Aquí estamos todos muy pendientes de los demás, somos un equipo», añade Joaquín Toro, sargento primero del Sereim. «Los vuelos en Sierra Nevada siempre son muy técnicos y algunos muy complejos. El helicóptero no está preparado para volar tan alto y eso que es una máquina muy buena, de cuatro millones de euros», explica el piloto José Luis Holgado.
Pese a que el servicio que prestan es muy caro - un rescate sin helicóptero de cuatro o cinco horas y cuatro agentes puede costar sobre los 600 euros- a la vez que impagable, ni los guardias civiles del Sereim ni los del Servicio Aéreo defienden que los deportistas paguen por sus servicios. «Igual que no te cobran por pedir una ambulancia si caes enfermo», zanjan.
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