Edición

Borrar
La romancera de Granada de la memoria prodigiosa que deleita a sus vecinos con largas historias
La romancera de Granada de la memoria prodigiosa que deleita a sus vecinos con largas historias

La romancera de Granada de la memoria prodigiosa que deleita a sus vecinos con largas historias

María Antonia puede estar horas y horas contando versos y cosas de su terruño sin repetirse.

Martes, 8 de abril 2025, 11:46

La romancera del pueblo de Guájar Fondón, nacida en 1947, se llama María Antonia Mancilla Hidalgo. Esta mujer es una experta en narraciones, algunas anónimas, transmitidas de forma oral. Ella canta romances de los tiempos de María Castaña. María Antonia puede estar horas y horas contando versos y cosas de su terruño sin repetirse. Esta entrañable mujer posee una memoria prodigiosa. El padre de María Antonia se llamaba Antonio y su madre Josefa. Sus dos hermanos fallecieron antes de llegar a los 60 años. María Antonia pudo ir a la escuela situada antiguamente en la casa grande de Andrés Mancilla. En este lugar estuvo aprendiendo hasta los 14 años de edad. Guájar Fondón, Guájar Faragüit y Guájar Alto pertenecen al municipio de Los Guájares.

En aquellos tiempos existían muchos niños y niñas en Guájar Fondón. Algunas de sus maestras fueron: doña Pepita, que era de Padul y paraba en la casa de su prima Encarna; la señorita María, que era de La Alpujarra; la señorita Cristina; la maestra María Luisa, etcétera. Maria Antonia también aprendió a coser y a cocinar puchero de hinojos, arroz, potaje, tortilla de patatas con cebolla, migas, ensalada de cerrajas, etcétera, a corta edad. Cuando ella cumplió los 14 años le mercó su madre una máquina de coser a pedal. Su primer trabajo fue el arreglo de unos calzones. Lo hizo muy bien. En su casa no había agua corriente. Para lavar y proveerse de agua para beber había que ir al río. Eso pasaba en las demás moradas. En aquellos tiempos funcionaban dos molinos de aceituna y uno de grano. Se trenzaba también el esparto y se vendía carbón, entre otras cosas.

María Antonia trabajó en su campo y a jornal con otras personas ganando al día, de sol a sol, 25 pesetas de las de antes. A pesar de su intenso trabajo recogiendo aceituna con sus manos, nunca se quejó de nada. En aquellos tiempos existía un ramillete de tabernas y tiendecillas en su terruño. Un hombre llamado Manolete, con su caballo, se encargaba de traer pescado fresco de Motril en unos capachos. María Antonia contrajo matrimonio a los 25 años de edad con José Rodríguez. Un hombre muy trabajador. En Nerja estuvieron una semana de viaje de novios. María Antonia y José tuvieron 2 hijas que le han dado dos nietos. María Antonia trabajó en Francia, en la vendimia durante 14 años.

María Antonia recuerda el primer televisor que entró en su pueblo. «Lo compró Cayetano. Muchas personas íbamos a ver lo que retransmitía aquel aparato en blanco y negro. Nos gustaba ver las novelas y el cante. Recuerdo que el primer coche que hubo en Guájar Fondón perteneció a Ricardo 'El de la Gloria'. Era un Seat 600. En las fiestas patronales en honor a San Antonio y la Virgen de la Aurora yo estrenaba alguna prenda de vestir. Recuerdo que iba con mi madre y otras familias andando a Motril para adquirir ropa. Salíamos de nuestro pueblo de noche y regresábamos de noche. Menuda caminata. A las fiestas venia a tocar, unas veces la banda de música de Motril y otras las de Cádiar y Nigüelas. Los músicos se hospedaban y comían en las casas de los mayordomos. Mi pueblo tuvo ayuntamiento propio hasta 1973. El vino que se consumía era traído con bestias, principalmente, de la bodega de Roque, situada junto al Puente de los Siete Ojos de Órgiva. Yo ahora salgo a la calle para charlar y contar romances con mis vecinas, entre ellas la concejala Ana Jesús Rodríguez, que es un encanto de mujer y le encanta que le cuente cosas de cuando yo era joven», terminó diciendo.

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

ideal La romancera de Granada de la memoria prodigiosa que deleita a sus vecinos con largas historias