Los nubarrones que se ciernen sobre el panorama económico internacional marcado por la crisis energética y las consecuencias de la guerra en Ucrania no se pueden ocultar pero tampoco puede imponerse la visión catastrofista, ni se pueden asemejar, a día de hoy, las consecuencias de la crisis inflacionaria actual con las de la crisis financiera de 2008.
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«No se va a caer todo como un castillo de naipes». Así opina el prestigioso economista y catedrático de la UGR Santiago Carbó que ha expuesto este jueves su visión «moderadamente optimista» del complicado escenario económico actual ante un auditorio de más de doscientos invitados, la mayoría empresarios, en el Parque Metropolitano y Tecnológico de Escúzar. El conglomerado empresarial granadino ha celebrado hoy su primera entrega de premios y la presentación de su nueva identidad corporativa como Ciudad Industrial Tecnológica y Área de Innovación (CITAI).
En este acto, Carbó ha pronunciado su charla 'Perspectivas económicas sobre un futuro incierto' en la que ha destacado el hecho de que, aún con fiebre, por la inflación, España sigue creando empleo. «Algo bien habremos hecho entre todos para llegar hasta aquí», ha apuntado Carbó, destacando el esfuerzo colectivo realizado para salir de la crisis de la covid.
«Me ha sorprendido la capacidad de resistencia empresarial y del mercado de trabajo. La situación de la economía española es mejor de lo que yo esperaba, la estimación de crecimiento de PIB para 2022 se mantiene en el 4,2% y la previsión para 2023 se recorta en seis décimas, hasta el 1,9%«, ha expuesto Carbó.
La «fuerza adicional» que tiene España en materia turística es una de las claves, a su juicio de la resistencia que está mostrando la economía española, así como la diversificación de fuentes energéticas, que reduce la dependencia del gas.
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Tampoco ha evitado responder a la pregunta que todo el mundo se hace en este momento en el que la economía española se está desacelerando: ¿Entrará España en recesión? «Flirtearemos pero no, creceremos», ha defendido Carbó, que cree que el mercado laboral «va a resistir bastante bien».
No obstante, el economista no ha ocultado su preocupación por la inflación. «Está costando volver a la pauta normal, ahora hasta el 5% parecería tolerable», ha señalado Carbó, que considera que la economía «estaba preparada» para afrontar los esfuezos que ha exigido el Banco Central Europeo con la subida de los tipos de interés.
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En este sentido, ha considerado acertado que, después de ocho años, se pueda volver a utilizar esta «palanca» de la herramienta monetaria. «Si la desaceleración ocurre se podrán volver a bajar, pero antes estábamos en el sótano con los tipos de interés negativos», ha analizado.
Como recetas para contener la inflación salarial, Carbó ha abogado por la moderación salarial a través un pacto de rentas «o como quieran llamarle» y ha rechazado tanto la subida de pensiones como la bajada de impuestos de forma general.
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«Hay que empezar a hacer algo en materia de pensiones. Nos sentimos incómodos con que se suban porque una parte de esas pensiones es muy alta y esta subida no se va a dar también en los salarios del sector privado, por lo que se generan procesos de desigualdad y no se actúa sobre los problemas», ha opinado sobre el polémico tema.
En la misma línea, ha señalado que le preocupan las políticas fiscales expansivas porque contribuyen a la inflación y ha rechazado la bajada general de impuestos para abogar por una política fiscal «quirúrgica, que ayude a las familias y empresas que más lo necesiten, a las que tienen mayor impacto del gas, pero no a todo el mundo».
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Los Presupuestos Generales del Estado que ha presentado el Gobierno mantienen «una gran inercia y peso de las pensiones mientras se olvidan de los jóvenes«. «Los prespuestos públicos tienen que ayudar a crecer, a que haya más empresas y a aumentar la productividad. Quiero que mi país ayude a quien lo necesita, pero no se cuida la productividad ni la innovación. Este país necesita hablar de esfuerzo», ha defendido Carbó.
La misma receta es la que Carbó aplicaría a la economía granadina, que debe enfocarse a ganar productividad y valor añadido transformando los sectores tradicionales.
«Soy moderadamente optimista para España, Andalucía y Granada. Pienso que no se va a deshacer todo el velo de Penélope, esto no va a ser el desastre de 2008. Estamos cansados porque llevamos tres años de problemas, y cuando empezamos a salir de la covid llega el batacazo de las consecuencias de la guerra, pero tenemos que resistir. No se va a caer todo como un castillo de naipes y vienen oportunidades, como el desarrollo de las energías renovables«, ha analizado.
Para aprovecharlas, Carbó cree que Granada «tiene que buscar su sitio» y definir su modelo de desarrollo.
«Granada como ciudad intermedia tiene un gran reto, se está produciendo gran acumulación de capital humano en Madrid o Málaga y hay que luchar más por atraerlo, seguir exigiendo mejoras de transporte e infraestructuras como la variante de Loja».
«Hay que buscarse esa posición en el mundo, que requiere apoyo público y privado pero también un esfuerzo adicional y esta iniciativa, la Ciudad Industrial Tecnológica y Área de Innovación CITAI, de Escúzar es un paso muy importante», ha concluido.
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