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Sotillo cruza la puerta y lanza una mirada –felina, no gira la cabeza– a las cámaras que graban a un lado y a otro. Es como un atleta recién aterrizado. Al cuello, en lugar de presea, carga un ostentoso aparato que permitirá a los investigadores tenerlo localizado, al menos, hasta su próximo viaje. Acaba de volver a casa después de una aventura que comenzó en febrero, cuando su rastro desapareció de los radares, y terminó el 18 de agosto cuando fue rescatado del árbol de una vivienda en Úbeda. No corre. De hecho, trota con cierta parsimonia –entiéndase, para un animal que puede alcanzar los 70 por hora y saltar más de seis metros– por un lugar que le es familiar. Está de nuevo en el paraje que le dio nombre: el Sotillo de Iznalloz.
Sierra Arana es su fastuoso hogar, un paraje natural al que llegó el pasado 19 de diciembre junto a otros cuatro linces, exploradores pioneros llamados a repoblar la montaña granadina cuatro décadas después. Si todo va bien –los viajes llegan a buen puerto y el hombre respeta la naturaleza–, de aquí a 15 años habrá 150 ejemplares. Por ahora, en Granada siguen con vida 8 de los 14 que fueron reintroducidos en los últimos meses.
A diferencia de aquel día al borde del invierno, cuando los linces abandonaron las jaulas a toda velocidad y sin mirar atrás, Sotillo ayer se tomó su tiempo. Se exhibió, aventurero pero prudente, como si supiera de antemano que un puñado de vecinos de Iznalloz se había asomado al llano en mitad de la sierra para grabar el instante en sus móviles. Otros, los niños, más afortunados, lo van a guardar en su memoria.
Los más cercanos al animal son el delegado de Sostenibilidad y Medio Ambiente, Manuel Francisco García, y la alcaldesa en funciones de Iznalloz, Ana Belén Garrido. Son los encargados de levantar la compuerta y dejar al animal en libertad. «Es una gran satisfacción que el proyecto esté aquí, instalado en Iznalloz. Verlo salir y ponerlo en libertad, asistir a este tipo de actos y que la sierra pueda contar con esta especie de animales, es un verdadero honor», cuenta la regidora.
El delegado enumera las coordenadas del viaje de Sotillo. «Siempre van identificados con GPS, y estuvo controlado hasta febrero», explica. Apenas un mes y medio después de su liberación, el lince empezó a caminar hacia Sierra Morena, pero sus cuidadores aún no lo sabían. «Los linces no se dan por perdidos hasta que pasan un par de años», detalla García.
Supieron del joven hace apenas unos días. Alguien vio a uno de estos mamíferos merodear por el cementerio de Úbeda. Y los habitantes de un chalé del municipio escucharon ruidos procedentes de un árbol. La sorpresa debió ser mayúscula cuando, lejos de encontrar un gatito indefenso, localizaron a todo un lince ibérido encaramado a las ramas. Ocurrió el 18 de agosto y al poco tiempo fue identificado como Sotillo. Fue protagonista de una ruta pretendida por los científicos entre Granada y Jaén. El ejemplar, según explicó el coordinador regional del proyecto Life LynxConnect, Javier Salcedo, «abre camino para conectar diferentes núcleos de población de linces, haciéndolo, en este caso, entre la incipiente población de Sierra Arana con la de Sierra Morena».
Su aventura, señalan, es muestra del éxito del programa de recuperación del lince ibérico de la Consejería de Sostenibilidad, Medio Ambiente y Economía Azul. Pero, tras su paso por el centro de cría de La Olivilla, en Despeñaperros, debía regresar a casa para mantener el equilibrio en esta zona de recuperación.
No es raro que un lince haga viajes largos, y hasta que cruce toda la Península. El ejemplar tiene dos años y medio «y está bastante bien». Guillermo López es uno de los 'mejores amigos' de Sotillo, un veterinario que radiografía con precisión la vida de estos felinos. Cuenta que está algo delgado, pero no es nada preocupante: los linces reducen al mínimo su actividad durante las horas de más calor en el verano. Cazan menos conejos, que suponen el 90% de su dieta. «Tiene 12 kilos 800 gramos, un peso perfecto para su edad. Cuando lo capturamos, le cogimos muestras, le hicimos analíticas y ha salido todo perfecto».
Ahora tendrá que buscarse la vida en un terreno que ya conoce bien. Los linces están preparados para nacer, crecer y reproducirse en la naturaleza. La mano del hombre es su mayor enemigo. Los atropellos en caminos y carreteras son frecuentes, también pueden caer en balsas o pozos, o enfermar por el contacto con animales domésticos. Otro asunto es la caza. Los agentes de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía, que juegan un papel crucial en la protección de los ejemplares liberados, cuentan que los propietarios de los cotos están concienciados en el respeto al animal. Incluso señalan como beneficiosa su presencia, porque ahuyenta a animales como el zorro.
Parece que Sotillo es bastante manso. Quienes se cruzaron con él en su primera etapa en Sierra Arana pudieron fotografiarlo y contemplarlo durante unos segundos. Su segunda vida en Iznalloz empieza con un trote ligero. A los 40 metros se detiene, gira la cabeza y mira de nuevo a las cámaras y los vecinos de Iznalloz. Es su vuelta a casa después de un viaje de siete meses.
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