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Caratáunas ha celebrado sus fiestas patronales en honor a San Marcos con degustaciones gratuitas en un ambiente festivo que ha llamado a la participación de los 192 habitantes del municipio. Los vecinos de la localidad han podido degustar migas caseras, arroz con carne y marisco, tocinillo, pipirrana, callos, albóndigas, salchichas con tomate, longaniza, morcilla, chorizo, panceta, lomo, jamón, queso y asadura con patatas aliñadas.
Las fiestas son costeadas por el Ayuntamiento, los mayordomos y los vecinos del pueblo. El encargado de los actos religiosos ha sido el sacerdote titular de la iglesia de Órgiva, Rafael España, mientras que la Banda de Música Exoche de Órgiva, dirigida por Jesús Marfil, ha sido la que ha puesto la nota de ritmo a la cita con dianas y conciertos.
Los vecinos que se han encargado de preparar los alimentos para la fiesta han sido Eugenia Martín, Francisca Salguero, Salvador Rodríguez, Salvador Castillo, José Manuel Ortiz y Diego Fernández. También, después de misa cantada por el coro, se ha desarrollado el reparto de las célebres rocas de San Marcos elaboradas en Órgiva por Gerardo. La tahona 'La Ladera' de Trevélez tiene por costumbre regalar al pueblo de Caratáunas una gigantesca rosca para que, junto a la imagen del santo, sea procesionada y después sea consumida por los vecinos.
Caratáunas perdió el pasado mes de enero a uno de sus seres más queridos, Juan de Dios Gallardo. Él se encargaba de arrojar pétalos de flores desde su balcón cuando la imagen de San Marcos pasaba en procesión por su puerta. El desfile de este año se ha detenido en el mismo lugar para recordarlo.
Pilar Rodríguez González, la mujer más longeva de Caratáunas a sus 92 años, recuerda cuando acudían a las fiestas los dulceros de Órgiva: «Venían en caballerías y colocaban sus puestecillos en la plaza. El vino había que traerlo también a lomos de bestias de Alfornón y Polopos. Yo, como he sido modista desde temprana edad, le confeccionaba ropa a mi familia para todo el año y para que la estrenara en las fiestas».
«Para las fiestas he preparado hasta hace pocos años, porque ahora estoy pachucha y lo hace mi hija Pilar, carne en salsa, ensaladilla, que por cierto le encantaba mucho al dibujante gráfico Paco Martín Morales, arroz, roscos y buñuelos», indica la vecina. A esto añade: «Mis cuatro hermanos y yo los pasábamos muy bien en las fiestas. Por la noche había baile.Antes había mucha gente en Caratáunas pero ahora quedamos pocos porque la gente emigra para poder prosperar>».
La iglesia de Caratáunas conserva entre su patrimonio una gran cantidad de vestuario litúrgico y piezas auxiliares de la indumentaria que durante siglos han utilizado los sacerdotes para las celebraciones religiosas. Esta riqueza en el vestir de los curas –tanto en las misas como en otros tipos de ceremonias- se simplificó mucho a partir del Concilio Vaticano II.
En muchas ocasiones, la riqueza de las vestimentas y los adornos eran tan ostentosos que la iglesia fue arrinconando poco a poco buena parte de este material a medida que iba empleando ropas cada vez más sencillas. En el caso de la iglesia de Caratáunas se ha conservado durante siglos toda esta indumentaria en buenas condiciones. Existen casullas, albas, estolas, manípulos, birretes, capas y otras piezas que los sacerdotes vestían, cada una según las exigencias de la liturgia al uso.
En el caso de la iglesia de Caratáunas, entre la vestimenta litúrgica se encuentran algunas piezas que se utilizan al menos desde el siglo VIII, como por ejemplo el amito, del latín 'amitus' que es un lienzo rectangular de lino blanco que el sacerdote se coloca sobre los hombros y alrededor del cuello antes de ponerse el alba. También, y entre otras cosas, el manipulo (en desuso después de la reforma litúrgica) se ponía en el brazo izquierdo.
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