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La casa del 'Santo Manuel' es objeto de peregrinación. Torcuato Fandila
Veinte años de visitas al templo del Santo Manuel

Veinte años de visitas al templo del Santo Manuel

Creencias ·

La choza en la que siempre vivió este personaje de Ventas del Molinillo sigue siendo un lugar de peregrinación dos décadas después de su muerte

Sandra Martínez

Granada

Sábado, 3 de julio 2021, 23:59

Las bocinas de los coches suenan constantemente por la carretera del Molinillo a la altura de la choza del Santo Manuel, donde vivía el famoso curandero. Manuel o 'Manolico', como es llamado en la zona. Fue conocido por ser curandero, hasta tal punto que algunos empezaron a considerarlo un 'santo' por el remedio a las enfermedades de quienes acudían a pedirle ayuda. Consejos por problemas familiares o cura del mal de amores eran otras de sus especialidades. También hay quien afirma que llegó a hacer andar a los paralíticos y que todavía hoy se aparece a quienes acudieron a su funeral. Su verdadero nombre era Manuel Rubio Sánchez y fue durante toda su vida devoto del Santo Cristo del Paño. Sin embargo, la influencia que le permitió ganar dicha fama no llegaría sola, sino por herencia del Santo Custodio, quien antes de su muerte afirmó que en el cerro de San Pedro aparecería su sucesor.

«A dios querer» es la frase con la que solía expresar que, aunque él proponía remedios, era Dios el encargado de tener la última palabra y curar a los que acudían en busca de una ayuda. Conocido por tener una gran intuición, tras la muerte del Santo Custodio en Jaén, la gente del lugar afirma que empezó a hacer «cosas extrañas». Algunos lo empezaron a atribuir a una locura transitoria; otros, simplemente, todavía hoy piden respeto por lo desconocido de ese mundo. De este modo, el 'Santo Manuel' empezó a aglutinar la espiritualidad y devoción de la gente de la zona, hasta el punto de recibir visitas desde la otra punta de España o incluso del extranjero.

En la carretera que conduce a las casas dispersas que forman la Venta del Molinillo, justo en un estrechamiento del asfalto, a mano derecha se encuentra lo que durante años ha sido conocido como la choza del Santo Manuel, pero que hoy día se ha convertido en un altar al difunto. El único sonido que interrumpe el silencio es del agua que emana de un grifo donde sus visitantes llenan botellas y botellas para llevárselas de aquel lugar que muchos definen como mágico. Velas encendidas en honor al curandero, estampas, cuadros de vírgenes y santos y pequeñas fotos de carnet de personas que han acudido al lugar decoran las dependencias que se encuentran junto a la habitación principal, donde solía estar Manuel, la cual se encuentra llena de ramos y ramos de flores blancas que no tienen ni un signo de estar marchitas, por lo que deben de llegar al lugar habitualmente.

En la especie de altar dedicado a Manuel, los visitantes también limpian el lugar y dejan ofrendas como comida o aceite para que, aquel que lo necesite, se lo lleve

En la especie de altar dedicado a Manuel, los visitantes también limpian el lugar y dejan ofrendas como comida o aceite para que, aquel que lo necesite, se lo lleve. Durante años, quienes acudían a él también podían quedarse a dormir en las diversas habitaciones que conforman el lugar y cuentan que la cola de coches para visitarlo era interminable. Se rumorea que, lo que diferenciaba al 'Santo Manuel' del resto de curanderos, es que nunca se le pudo fotografiar y que nunca aceptó que se le pagase con dinero.

En la biografía del personaje realizada por sus devotos se recogieron algunas imágenes inéditas realizadas por sus amigos y conocidos.

En el interior de la vivienda hay objetos de todo tipo, la mayoría religiosos. Torcuato Fandila

Si para muchos, el número siete atrae la fortuna, el 'Santo Manuel' nació el día 7 de 1937 y murió un día 7. Una fortuna que sus seguidores hacen también suya pues afirman haber sido ayudados y bendecidos cuando más lo necesitaban.

«Venimos cada dos semanas»

En la cuesta que conduce a la choza, se observa un hombre de mediana edad que camina con ayuda de un bastón. «Mi familia y yo venimos cada dos semanas desde Murcia. Visitamos a Manuel durante unas horas y después nos vamos. Llevamos muchos años viniendo», explica Miguel Moreno.

Reconoce asimismo que creer en muchas de las sanaciones del curandero es algo difícil porque se escapan de la lógica o de las explicaciones científicas y racionales del ser humano, pero asegura que Manuel tenía algo especial que le permitía ayudar a las personas que acudían a él ya fuese en temas laborales, de salud o amor.

«Una de las veces que estábamos aquí, vino una pareja de Guardia Civil que pensábamos que iban a enfrentarse a él, pero todo lo contrario. Vinieron a agradecerle que había curado a su hijo».

«Mi familia y yo venimos cada dos semanas desde Murcia. Visitamos a Manuel durante unas horas y después nos vamos. Llevamos muchos años viniendo»,

Miguel Moreno

Después de tres intentos por parte de sus familiares y casi cuatro años después desde la primera vez que le hablaron del curandero, José acudió a la Venta del Molinillo en 1997. «Era algo que habíamos estado retrasando por cierto escepticismo, pero al final, sabíamos que terminaríamos viniendo aquí», explica. Aunque no quiere contar los motivos por los que acudió al 'Santo Manuel', reconoce que no es la primera vez que va a visitar el lugar después de haber fallecido el personaje y asegura que después de cinco o seis años sin poder ir, era algo que tenía que hacer.

130 coches a su nombre

Ya sean hechos reales o simples historias convertidas en leyendas, lo que sí es completamente cierto es que, aunque murió hace 20 años, su historia sigue viva. Una muestra son las numerosas visitas que recibe la especie de casa en la que vivía y los regalos que todavía hoy siguen llegando. Los más de 130 coches a su nombre, pues era un apasionado del motor, fue una de las formas de pagarle por sus bendiciones ya que nunca aceptó dinero. Todavía hoy, sigue recibiendo leña o tejas que se acumulan en la parte superior de la montaña en la que se encuentra su altar. Hay quien afirma que incluso en las cuevas que rodean el enclave se puede visualizar la cara de la virgen.

«Si tengo alguna experiencia personal, la guardo para mí. Me he cuestionado muchísimas veces si tenía algunas cualidades como vidente por saber ciertas cosas sin salir del lugar en el que vivía, porque lo que sí es cierto es que estaba siempre ahí», afirma una de las personas que ronda el lugar.

Procedente de una familia humilde y sencilla, algunos de los allí presentes recuerdan cómo su madre decía: «Qué pena cuando no estemos, qué solo se va a quedar mi Manolo». Pero irónicamente, a partir de entonces, no dejaría de recibir visitas que se mantienen incluso después de morir. Estos visitantes serían los mismos que ayudaron a reconstruir la choza tras el incendio que en 2016 causó grandes desperfectos.

Todavía hoy, sigue recibiendo leña o tejas que se acumulan en la parte superior de la montaña en la que se encuentra su altar

«Algo chocante hay en toda esta historia. Hemos visto cosas que nos han hecho plantearnos nuestros propios enigmas y que son difíciles de creer desde el punto de vista racional. Estamos ante un mundo desconocido del que no se puede afirmar ni tampoco negar muchas de las historias que se cuentan sobre él», asegura. Sin embargo, deja claro que algo especial sí que tenía, ya fuese una intuición o una predicción que le llevaban a conocer hechos de forma determinada y con los que ayudó a muchos de quienes se le acercaron. «Todo esto hace que, aunque no seas creyente de muchos de esos aspectos, te crees tus propios enigmas y te replantees muchas de las cosas que han pasado al respecto».

Asimismo, recuerdan que en la zona siempre ha sido muy respetado, aunque a ellos no les gusta denominarlo «santo», sino simplemente Manuel o Manolo, pues fue un vecino más de la Venta del Molinillo.

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