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Todas las noticias que llegan desde las excavaciones de Orce no dejan de ser alucinantes (valga la expresión). Alucinantes desde una perspectiva científica porque la ... investigación no cesa y no paran de obtenerse resultados cuanto menos sorprendentes. Y alucinantes también porque, aunque aún quedan demasiadas incógnitas por despejar, cada vez estamos más cerca de resolver alguno de esos grandes enigmas respecto a quiénes somos, de dónde venimos y también a dónde vamos. Al menos en ese trocito del universo donde hace 1,4 millones de años vivieron los primeros pobladores de Europa. O sea, en Orce.
La cuestión es que, después de la campaña desarrollada este verano, los investigadores del Proyecto Orce, con la dirección de Juan Manuel Jiménez, profesor de la Universidad de Granada, están realizando esta semana un experimento que puede aportar datos de tanta relevancia como en qué momento de la línea del tiempo se pudieron dar las condiciones idóneas para que en Orce hubiera vida humana. Por lo pronto, antes de empezar con los ensayos, ya tenemos una conclusión de gran relevancia: con las condiciones climáticas actuales en Orce nunca se hubieran producido aquellos primeros asentamientos en el viejo continente.
¿En qué consiste la prueba de campo? Pues en la introducción de una enorme sonda hasta cincuenta metros de profundidad que permitirá un análisis de los sucesivos estratos que han ido conformando el terreno y que nos permiten remontarnos hasta tres millones de años atrás. El estudio químico de cada una de estas muestras, con especial atención a los pólenes, aportará información de cómo era el clima en cada momento histórico y también qué características tenían los sucesivos hábitat.
Por lo pronto, ya se ha demostrado que hace 1,4 millones de años llovía el doble que en la actualidad en esta zona de la provincia. Por debajo de un volumen pluviométrico anual inferior a los 600 litros por metro cuadrado era imposible que allí hubiera homínidos. En este punto conviene recordar que, sin ningún género de duda y con todo el aval de la comunidad científica internacional, en Orce se halló en 2002 el resto humano más antiguo de Europa. Concretamente un diente de un niño o niña que moró por aquellos pagos hace 1,4 millones de años.
El sondeo se está realizando cerca de Barranco León, donde se encontró ese molar que ha situado a Orce y Granada como un referente de la investigación sobre la Prehistoria. Esta ubicación no es casual. Hasta ahora se tenía un conocimiento bastante preciso de la dimensión horizontal de este espacio. Ahora también se podrá saber en vertical. Además, se obtendrán valiosísimos datos respecto a la extensión real de Barranco León, lo que permitirá proyectar actuaciones en el medio y largo plazo con menos margen de error. Se excavará sin dar palos de ciego. A todo ello habrá que sumar lo mucho que ya se sabe de nuestros ancestros en Orce. La actividad nunca se ha detenido desde que se constató la importancia de todos los yacimientos de la Zona Arqueológica de la Cuenca de Orce: en dos de ellos, Barranco León y Fuente Nueva 3, hay evidencias de actividades humanas; y en Fuente Nueva 1 y Venta Micena, sólo de especies animales como los mamut, rinocerontes, hipopótamos y bóvidos.
Según explica Juan Manuel Jiménez, una de esas certezas es que Orce se ubicaba en los márgenes de aquel inmenso lago que, cuando se secó, permitíó que afloraran las aguas dulces, fundamentales para el desarrollo de la exuberante diversidad animal que Orce albergó. Todo ello propició un equilibrio entre precipitaciones y cobertura arbórea –tenía que haber al menos un veinticinco por ciento de superficie cubierta por árboles–.
Era el primer 'requisito' para que allí hubiera personas, seres extraordinariamente vulnerables tanto a los agentes físicos como a la fauna. La única tecnología que habían desarrollado eran precisas lascas y piedras más contundentes que permitían procesar a los animales –ya muertos– y nutrirse con la carroña. Las temperaturas también eran propicias, con unos inviernos más benévolos. «A escala continental, el clima no era óptimo para la presencia humana; sin embargo estaban aquí porque las condiciones locales sí lo eran», concluye Juan Manuel Jiménez.
Están siendo unos meses intensos en Orce. «Dadas las circunstancias, lo más importante es que estamos trabajando», asegura Jiménez. El saldo de la campaña estival, desarrollada en la segunda quincena de julio, ha sido más que positivo pese a la dureza de excavar a cuarenta grados con la mascarilla siempre puesta y preservando todas las medidas de seguridad –además de las limitaciones espaciales teniendo en cuenta que se movilizó a un equipo de veinticinco personas–.
En Fuente Nueva III se han localizado una gran cantidad de útiles junto a las defensas (los colmillos) de los mamut. A expensas de mayores concreciones, la principal hipótesis por desvelar es en qué medida esta industria lítica pudo ser utilizada para que aquellos hombres y mujeres pudieran procesar los cadáveres de estos enormes mamíferos que deambulaban hace 1,4 millones de años por el Altiplano de Granada. En Barranco León los arqueólogos han hallado abundancia de huesos con marcas de cortes. Esto evidencia que estas piedras se usaban para desmenuzar los herbívoros que, una vez muertos, servían como alimento.
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