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Una oveja rezagada que se tumbaba y no lograba seguir el ritmo de las demás por la vega de Benamaurel encendió todas las alarmas. El 2 de octubre de 2022, estallaba el foco de viruela ovina en el rebaño de Pedro Francisco Ruiz Martínez (Cortes ... de Baza, 1967) y comenzaba el calvario para este ganadero, que tuvo que sacrificar a sus 950 ovejas, tanto las enfermas como las sanas. De la noche a la mañana se quedó sin su cabaña valorada en más de 20.000 euros, pero la pérdida fue mucho más allá del dinero. Pedro perdió los años de esfuerzo y sacrificio que suponen para un ganadero formar un rebaño a su gusto y perdió su medio de vida. Se quedó hundido emocionalmente y con una terrible sensación de vacío. Solo el que conoce de cerca el mundo de la ganadería sabe lo que significan para ellos sus animales. «A mis 55 años me va a costar volver a empezar de cero», contaba cuando IDEAL le visitaba en su explotación vacía tras el sacrificio.
Dos años después, rodeado de su nuevo rebaño que pasta tranquilo en el vado del Salar, en lo que fue la 'zona cero' de la viruela en Granada, Pedro vuelve a sonreír. «Ha sido un suplicio llegar hasta aquí pero he recuperado mi vida», cuenta. Y como entonces, las lágrimas brotan en sus ojos. Pero esta vez son de emoción, recordando los malos momentos que ha dejado atrás. Tras el sacrificio de sus animales y la desinfección de la explotación, Pedro y los ganaderos a los que les tocó la china del virus tuvieron que esperar un año entero para que la Junta le permitiera iniciar el estricto protocolo de seguridad para volver a criar ovejas. 365 largos días en los Pedro y su familia vivieron del campo y de sus ahorros y en los que se le caía el mundo encima al entrar a su explotación vacía.
Lo peor aún no había pasado. «Cuando tuvimos luz verde para empezar a repoblar nadie en nuestra zona quería vendernos», recuerda. La operación conllevaba un exhaustivo proceso de análisis, controles y seguimiento por parte de los veterinarios al que finalmente se sometió Sergio, un ganadero de Cuevas del Campo, que quería dejarlo y accedió a vender sus ovejas a los que querían volver a empezar.
Las indemnizaciones por sacrificio llegaron para comprar 530 cabezas, el resto hasta llegar a las 750 que tiene ahora tuvo que pagarlas de su bolsillo. «Nos dijeron que iban a llegar ayudas para compensar la diferencia pero todavía las estamos esperando», señala.
De cara a la campaña de Navidad le van a nacer 250 borregos y está contento y agradecido a los que le han ayudado en el camino. Destaca la labor de Jesús Romero, jefe de los veterinario de la oficina comarcal agraria de Baza y Eli Martínez, veterinaria de l Asociación de Defensa sanitaria, que más allá de lo profesional han sido un auténtico pilar emocional para los ganaderos.
«Jesús ha sido fundamental para ayudarnos a empezar de cero, se ha levantado a las cuatro de la mañana para estar en las explotaciones, ha estado a nuestro lado para todo, también para darnos ánimos, decirnos que esto iba a pasar... Ay si todos los empleados públicos fueran así España», comenta.
El virus es ya solo una pesadilla, pero Pedro se sigue sobresaltando cada vez que una oveja se tumba. «Tocamos madera, ya no hay virus en España pero el miedo siempre va a estar ahí», concluye.
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