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Fermín Rodríguez
El Niño de las Pinturas: «No puede ser que la protección del patrimonio sirva para bloquear la cultura»

El Niño de las Pinturas: «No puede ser que la protección del patrimonio sirva para bloquear la cultura»

Raúl Ruiz, El Niño de las Pinturas ·

El artista granadino agradece el apoyo recibidopara restaurar el grafiti de la Cuesta Escoriaza y pide a la Junta que interprete la normativa BIC para proteger los murales

Domingo, 26 de enero 2020, 02:24

Raúl Ruiz está parado en la esquina de la calle Molinos con la Cuesta Monteros, en el Realejo. Toda la fachada es un enorme grafiti, colorido, vivaz. Un grupo de turistas orientales se detiene y se lía a sacar fotos. No están ni a medio metro del autor, El Niño de las Pinturas.

–¿Y no les dices que el grafiti es tuyo? Que eres El Niño de las Pinturas.

–Ni loco. Me muero de la vergüenza

Increíble, pero cierto. Los códigos grafiteros hablan de anonimato, de obra perecedera, efímera, quizá de rebeldía, de forma que durante la entrevista, El Niño de las Pinturas solo permite fotos de espaldas. Los grafitis de Raúl en el barrio del Realejo de Granada son noticia. Él quiere rehabilitar uno que se encuentra en la Cuesta Escoriaza. El Ayuntamiento le ha denegado el permiso y esta semana le borraba otro, en calle San Matías. Se han pronunciado al respecto los grupos políticos municipales. Todos reconocen el valor de su obra. Las asociaciones de vecinos del Realejo y del Barranco del Abogado apoyan al artista. Y por si fuera poco, ha pintado unos grafitis en la casa natal de García Lorca en Fuente Vaqueros. No es solamente que le nieguen el permiso para rehabilitar un grafiti icónico que se cae a pedazos, sino que le obligan a borrar algunas de sus obras. Por ejemplo, un enorme gato gordo y naranja en una fachada de dos pisos en la Cuesta del Realejo. Sin problemas. Lo volvió a pintar en Manhattan. Lo que no quieren en Granada lo adoran en Nueva York. Es para mirárselo.

–¿Qué piensas de toda esta situación?

–Es una historia que está por encima de la política. Es más social, de la gente. Los políticos tienen que ser sensibles a lo que sucede en su ciudad. Y si como en este caso pasa, encontramos políticos que están a favor de que se responda a lo que el pueblo le parece adecuado, pues que ayuden ¿no?. Es su trabajo. Pero está por encima. Es arte, es cultura. No es mercancía, es trabajo. No tiene ideología concreta. En el caso del grafiti de la Cuesta Escoriaza es sentimental. Es muy bonito que las asociaciones de vecinos se hayan pronunciado a favor, que la gente firme la petición a favor de la rehabilitación del grafiti en Change.org, que en redes sociales se posicionen, que por la calle los vecinos me paren y me lo digan. Que los políticos se hagan eco está bien, pero que ayuden.

–¿Cuál es concretamente el problema por el que se deniega el permiso para restaurar el grafiti?

–Hay algún tipo de problema con que es entorno BIC (Bien de Interés Cultural). Hay que aclarar que el muro está dentro de un entorno BIC, pero no es un BIC. Está dentro de los cincuenta metros de protección que se trazan alrededor del BIC. Quizá entre dentro del entorno BIC de la casa Molino Ángel Ganivet, pero no es otra cosa que un muro de contención hecho 'peazos'. Algún político se ha referido al tema BIC para que se deniegue el permiso, pero en el documento que me ha remitido el Ayuntamiento no se menciona nada de esto.

–¿Cómo crees que se puede desatascar el problema?

–Lo que hay que hacer es o cambiar la normativa o interpretarla bien.

–¿Y declarar BIC el grafiti?

–Ya tengo uno declarado BIC, el de La Chana, dedicado al músico Jesús Arias... Quizá, en la propia normativa, seguro que hay una forma para encontrar la solución. Lo que no puede ser es que la protección del patrimonio sirva para bloquear la cultura. Es decir, no es que no se pueda, pero todo tiene su trámite. Que se hable con la Junta de Andalucía, se interprete bien la normativa y se conceda el permiso. Si existe un entorno BIC para cuidar y proteger, lo que no puede ser es que se convierta en un espacio burbuja y se quede caducado. Por eso pedimos consulta a la Junta. No es que no se pueda hacer nada, sino que lo que se haga se haga con arte, cariño, respeto. Si la gente defiende el grafiti a lo mejor es porque cumple estas condiciones de arte, coherencia, cariño y respeto. Y es muy triste que esta herramienta para defender la cultura, la declaración (BIC), bloquee que se sigan haciendo cosas. Esta es una ciudad muy antigua que está llena de gente de ahora. Habrá que darles espacio para que hagan cosas nuevas.

–¿En qué situación está entonces el grafiti de Cuesta Escoriaza?

–El tema de la restauración del muro es algo muy importante. Estamos hablando también de seguridad. El muro, hace ya veinte años estaba hecho polvo, y lo he restaurado muchas veces todos estos años. Pero ya ha llegado el punto de que necesita un tratamiento profesional de choque para afianzarlo. Hay que pensar que a diario pasan los carritos de bebés que van a la guardería Duende, y tú me dirás... Lo que tenemos que hacer es arreglar las cosas antes de que pasen.

–¿Cómo está la situación del grafiti y de los grafiteros en Granada?

–Tiene un fondo profundo, amplio. Estamos hablando de una forma de ciudad, de un estilo de convivencia, del trabajo de mucha gente. Hay muchos pintores y músicos y artistas en Granada que son potencialmente grandes y que están deseando regalar, compartir el trabajo con los demás y no pueden. Esta situación es importante por muchas cosas, pero, sobre todo, si sirve para que los artistas de Granada, que viven en Granada o pasan por Granada puedan compartir su arte.

–En la última entrevista, hace seis años, me dijiste para titular que «lo bueno de Granada es que se enseña sola».

–(Se ríe) Pienso que es lo bonito de esta ciudad. Pero que tenemos que tener cuidado con las cosas y hay que cuidarlas. Aunque sea algo que surja de forma natural hay que cuidarlo para que se conserve. No puede ser que el artista venga a Granada a inspirarse y tenga que irse fuera a compartir su obra. Estoy orgulloso de ser de aquí y me encanta pintar en mi barrio. No me gustaría pintar en otro lado. Me llaman y me pagan para pintar en todos lados. Pero me gusta pintar en mi barrio.

–¿Qué tal está funcionando la exposición?

–Bien. La exposición es en el hotel Five Senses, en Gran Vía 25, junto a la Perra Gorda. Está en el 'hall' y la entrada es gratuita. Se puede visitar todos los días de la semana y te regalan una postalita. Son quince obras colgadas en técnica mixta sobre distintos formatos. Hay lienzo, hay madera y hay piezas que pertenecen a épocas más antiguas. También vamos a incorporar los cuadros de la exposición en Barcelona, así que en total habrá veinte. También se proyecta un vídeo, de forma que puedes ir al hotel, sentarte y ver el vídeo tranquilamente.

–¿Qué tienes ahora mismo entre manos?

–Vamos a rematar un libro que vamos a publicar este año. También estamos buscando el lugar para la presentación. El libro viene a ser como el de 2006, una recopilación de obras, con textos y bocetos y anécdotas. Ymás cositas. Por ejemplo, un vídeo para el pianista Jota, de los Lori Meyers, que toca también con Lagartija Nick. Y, además, los grafitis que he pintado en Fuente Vaqueros, en la casa natal de Federico García Lorca.

La historia del grafiti que los vecinos quieren que se restaure

«Y haciendo cosas que rompo para arreglarlas y volver a romperlas paso mi tiempo...», es la frase que se lee en el grafiti de El Niño de las Pinturas en la Cuesta Escoriaza que da entrada al Realejo y al Barranco del Abogado. «La frase es mía», confirma Raúl Ruiz, y explica que el mural es de 2001. «La continuación me parece que es de 2003. Aquí pintó un señor de Sevilla, SLK, que ahora tiene una galería, The Limbo, en Madrid y Sevilla. Pintó otro de Canadá, gente de Granada (Reno, Naked), hubo muchos 'escritores', pintó mucha gente y hubo mucha colaboración, estuvimos como cuatro días en 2003, pero en 2001 me lo pinté solo».  Han pasado diecinueve años y el icónico grafiti del Niño de las Pinturas necesita una restauración a vida o muerte para que el barrio del Realejo no pierda los colores. El problema es que el Ayuntamiento le ha denegado el permiso para restaurar el mural.

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