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Sergio González Hueso
Granada
Viernes, 12 de febrero 2021, 00:28
El primero fue Miguel, que tenía cita pronto con el neurólogo. Entró en la pequeña habitación e hizo lo que le dijeron: desabrocharse la camisa ... y enseñar el bíceps. Apenas un segundo después estaba chocando manos y desfilando por la puerta. «No duele nada», dijo. Luego le tocó el turno a Bernabé, que después de llevar 38 años en el viejo Clínico haciendo de celador, auxiliar y de todo lo que le pedían, se sentó y se puso al otro lado de su biografía. Y estaba encantado. «No estabas tan contento cuando te ponían las inyecciones en la mili», le espetó un trabajador de su centro de día a quien la ilusión le iluminaba la cara.
Otra compañera de ambos acababa de entrar por la puerta con el pelo cardado. Se había peinado para la ocasión. Por fin, después de un año muerta de miedo por el maldito virus, podría ya plantarle cara en caso de toparse con él. Le acababan de poner la primera dosis de la vacuna de Pfizer y se sentía casi invencible. Esa sensación de poder que compartía con el resto de compañeros y con todo el equipo de Los Tulipanes, que fue uno de los centros de día visitados ayer por el equipo del distrito Granada-Metropolitano para inocular en este colectivo las primeras dosis de la inmunización contra la covid-19. Tras haber cubierto a las residencias de mayores y a los sanitarios de hospitales y de los centros de salud, ayer comenzó la primera vuelta del tercer grupo prioritario. Son alrededor de unas 2.000 personas en la provincia, y recibirán las primeras dosis en los próximos días.
Aunque en un primer momento se había planteado llevar a cabo este proceso mediante sedes fijas como Fermasa o el Coliseo de Atarfe, la complejidad de desplazar a tanta persona con movilidad reducida había hecho cambiar los planes. Ese era el motivo por el que habían salido ocho equipos móviles de la Unidad de Residencias del Distrito rumbo a los centros de día más grandes de Granada y el Cinturón Metropolitano. Ayer visitaron centros de la capital, de Maracena o de Ogíjares.
La intención es «vacunar, vacunar y vacunar», tal y como una de las sanitarias desplazada a Los Tulipanes explicó a IDEAL mientras preparaba las inyecciones. Hay pocas dosis, por el momento, y por eso se decidió adelantar a este grupo por delante de los sanitarios de segunda línea. Lo importante es seguir asegurando la salud de cuantos más granadinos mejor. Y eso están haciendo. Ayer se fue a una veintena de centros de día de Granada y su área Metropolitana, también se hará lo propio con los de las zonas Sur y Nordeste en los próximos días. Y cuando acaben: a por los mayores de 80 años, para quienes ya están llegando vacunas.
En Los Tulipanes los hay que tienen 72, pero también está gente como María, que a sus espaldas lleva cargadas 94 primaveras. Ella pasó detrás de Maribel, a quien le pusieron «las banderillas» como al Fandi: «Al violín», dijo entre las risas de todo aquel que escuchó su ocurrencia. La sensaciones eran un maremagnum de nervios, ilusión y esperanza.
La gerente del centro, Silvia Luque, explicaba a IDEALlo mucho que se han sufrido a lo largo de la pandemia. Sobre todo en la segunda ola, donde el virus arrebató las vidas de dos usuarios: Isabel y Florentino. Dos pérdidas que aún se lloran en Los Tulipanes. «Esperemos que esto sea el principio del fin de toda esta pesadilla, que de una vez podamos hacer que desaparezca ese pellizquito de miedo que nos daba cuando, por ejemplo, alguno de nuestros mayores nos decía que le dolía la barriga. Lo hemos pasado muy mal», recordaba Silvia, ya con el ánimo recuperado.
En Los Tulipanes se vacunó ayer a 57 usuarios y a 22 trabajadores. Es uno de los centros más grandes de la provincia. Y el proceso se ejecutó de manera casi fulgurante. Los mayores, que llevan desde hace meses separados y repartidos en grupos burbuja sin contacto entre ellos, iban recibiendo los pinchazos en orden y sin mezclarse.
La gerencia del centro es muy escrupulosa con los protocolos anticontagio, que mantendrán en el futuro aunque ya estén inmunizados. Para eso aún queda aproximadamente un mes. Tras la primera dosis, Maribel, Miguel y el resto tendrá que esperar 21 días hasta la siguiente inyección. Una semana después serán totalmente inmunes al efecto del coronavirus. Algo que parecía que nunca iba a llegar a este o al resto de centros de día de la provincia. A esos recursos sociales cuyo 'leitmotiv' no es otro que el de dignificar el último tramo de vida de sus usuarios.
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