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El presidente del Parlamento andaluz, el locuaz Jesús Aguirre, sostiene que hay que revisar las dietas de los diputados; y aunque sea médico, no se refiere al exceso de grasas saturadas. Asegura que, con el precio de los hoteles en Sevilla, a algunos les cuesta « ... llegar a final de mes»; subsisten con el 'culillo' de la nómina. Y esto es un drama. A sus señorías les sobraría mes a final del sueldo.
El desatino de Aguirre ha reabierto el sempiterno debate sobre las retribuciones de los cargos públicos; que se presta a la demagogia fácil y simplista. El sueldo de los políticos es demasiado bajo para atraer el talento, pero suficientemente alto para suscitar la codicia de muchos mediocres. Todo depende de la trayectoria profesional, la vocación de servicio público y la tarea encomendada. Sí; también hay políticos mal pagados que le pierden dinero al cargo.
Pero este asunto no se debe resolver de manera frívola, como si hubiera que destinar el 0,7% para asistir a los 'empobrecidos' parlamentarios andaluces.
Cojo al azar la nómina de un diputado granadino del mes de junio, con paga extra y un complemento por cargo de los más bajos: 5.779 euros netos. A esto hay que sumar –y no tributa a Hacienda– 340 euros semanales por residir a más de 201 kilómetros del Parlamento –para costear el alojamiento–, y otros 0,25 céntimos por kilómetro cada vez que acuda a una sesión. Charlo con un veterano que ha tenido altas responsabilidades en el Parlamento. Me cuenta que el kilometraje se abona por cada parlamentario aunque compartan coche entre tres.
La nómina del propio Jesús Aguirre –con un complemento mayor y trienios como funcionario público– fue en junio de 7.803,84 euros; dietas al margen. Sin embargo, esta cifra no difiere mucho de la que tendría en su profesión. Por eso el debate sobre el sueldo no está bien enfocado, porque la misma cifra puede ser sucinta o sonrojante según de quien se trate y el trabajo que desempeñe.
Quizás la reflexión no esté tanto en la cantidad, sino en la responsabilidad que se asume o, incluso, en el número de políticos.
Termino la lectura de 'España'; ensayo de Michael Red que me recomendó Jerónimo Páez. Y anoto en la libreta sus reflexiones sobre la partitocracia de este país. Se estima que hay entre trescientos mil y cuatrocientos mil políticos. «Eso significa que en España hay más políticos que en Alemania federal y que, en proporción a su población, tiene el doble que Francia y que Italia. Hasta un total de veinte mil cargos públicos son hoy de libre designación».
Y los meses se hacen demasiado largos.
LA DECLARACIÓN DE GRANADA Y LA AMENAZA SECESIONISTA
En febrero de 2013, Convergència i Unió promovió una iniciativa en el Congreso a favor del derecho a decidir; que no deja de ser un eufemismo. El PSC, dirigido por Pere Navarro, se saltó la disciplina de voto con el PSOE –obrero y español–, y trece de los catorce diputados catalanes apoyaron aquella propuesta. Se desmarcó la entonces ministra de Defensa, Carme Chacón, que se ausentó tácticamente cuando tocaba apretar el botón. Fueron muchos los socialistas históricos que, en aquel momento, plantearon la conveniencia de romper amarras con el PSC y presentarse en Cataluña con las siglas propias. Lo hizo el barón extremeño Guillermo Fernández Vara y, a puerta cerrada, lo defendió en el grupo en el Congreso un Alfonso Guerra que todavía era diputado. El portavoz socialista en el Parlamento andaluz era el granadino Francisco Álvarez de la Chica, que en esa misma línea también abonó la posibilidad de ruptura: «Lo tenemos muy claro y si le gusta al PSC bien y si no, allá ellos. Estaría bien que el PSC se aclarara cuanto antes. Hay que abrir un periodo de reflexión sobre el marco de relaciones con el PSC para que no se produzca esta situación».
En aquel contexto, el PSOE celebró un cónclave en Granada, del que salió el 6 de julio de 2013 el documento para 'Un nuevo pacto territorial: la España de todos'. Algunos párrafos cobran actualidad con lo acaecido esta semana: «El nacionalismo moderado de Cataluña ha abandonado el terreno de la moderación y se ha pasado al campo del secesionismo. Ya no busca la mejor forma de encajar a Cataluña como una realidad específica y diferenciada dentro de España: busca directamente que Cataluña rompa España». El PSOE defendía –y nadie ha dicho que ese documento haya perdido validez– un «nuevo sistema de financiación autonómica justo y equitativo que dé certeza, estabilidad y equilibrio al sistema de reparto de recursos públicos».
Un socialista me hace un apunte a propósito de las reacciones del partido en Andalucía estos últimos días, cuando Juan Espadas ha reclamado a Juanma Moreno que reivindique lo mismo que ha arrancado ERC, más autogobierno: «Nosotros no somos de los que damos, sino de los que recibimos». ¿O es que acaso alguien va a defender que Andalucía recaude todos sus impuestos y entregue una parte solidaria a otras comunidades?
DESCANSO PARA LOS LECTORES
El problema de los veranos es que casi ninguno se parece a lo que se espera de ellos; que el recuerdo de los días vividos suele estar por encima de las horas que habitamos. Pero esto solo nos sucede cuando nos hacemos mayores. Los veranos de los jóvenes son iguales –irreverentes e improvisados– como fueron los nuestros. [Uso el plural mayestático porque asumo que ningún potencial lector juvenil andará despierto a estas horas del domingo; espero].
Sin embargo, cada verano nos conjuramos para ser felices. Y esa inercia nos mantiene vivos. Así que cierro temporalmente esta libreta. No por mí. Sino porque los lectores se merecen un descanso.
Tampoco mucho; que me aburro y me puede dar por ordenar el trastero. Y no soy todavía tan viejo.
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