
Óscar (rompe) Puente
La libreta del director ·
Las declaraciones del ministro tensan las relaciones con la Junta, que insiste en una reunión para debatir los proyectos pendientesSecciones
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La libreta del director ·
Las declaraciones del ministro tensan las relaciones con la Junta, que insiste en una reunión para debatir los proyectos pendientesÓscar Puente presume de contar la verdad aunque resulte impopular. Es curioso que esta actitud se presente como algo excepcional y distintivo cuando tendría que ... ser consustancial a cualquier dirigente. No solo decirlo –obviamente–, sino cumplirlo. El pasado lunes, en un desayuno informativo en Madrid, el ministro de Fomento respondió a una pregunta –pongamos que espontánea– sobre la alta velocidad entre Huelva y Sevilla. Con la naturalidad que le caracteriza hasta cuando no le conviene, Puente descartó la esperada línea AVE porque supondría una inversión «bestial» y apostó por una de altas prestaciones que, por la tercera parte, solo tardará diez minutos más en el viaje.
Aviso para los onubenses: es el mismo argumento con el que callaron a los granadinos en 2008 para evitar construir la variante de Loja, que se estimaba en 400 millones de euros para ahorrar solo un cuarto de hora. La realidad es que el viaje entre Granada y Madrid, que en su momento se calculaba por debajo de las tres horas, está ya en algunas frecuencias por encima de las cuatro.
«Todo el mundo quiere que el tren llegue a cada rincón, pero eso cuesta dinero». Tanta franqueza, a veces, no sirve para tender 'puentes' con gobiernos del PP; más bien los rompe. En Andalucía, el ministro tiene como interlocutora a la granadina Rocío Díaz, pero con la consejera de Fomento, Ordenación del Territorio y Vivienda no ha habido, de momento, más que algunos encuentros informales en actos. Mientras que la ministra de Vivienda, Isabel Rodríguez, ha celebrado ya una reunión sectorial presencial con todos los consejeros autonómicos, otra telemática y una bilateral con Rocío Díaz y su equipo, el ministro de Fomento aún no ha atendido las peticiones. La claridad con la que se expresa no puede ser un elemento para reprender a Óscar Puente. La crítica radica más bien en que despache asuntos tan trascendentales de manera improvisada fuera de los foros establecidos para el debate.
El AVE entre Huelva y Sevilla no es un proyecto de dos provincias. Es, sobre todo, la conexión con Portugal y la prolongación del eje transversal andaluz hasta Almería. Puede asistirle la razón a Puente cuando nos enfrenta ante nuestra realidad contable, y que España no se pueda permitir en este momento inversiones faraónicas si no se justifica el uso de las infraestructuras. Pero lo que reclaman los andaluces es lo que otros gobiernos les prometieron hace un cuarto de siglo; cuando el dinero se derrochó en proyectos inservibles y se regaron con billetes otros territorios.
Fue en el año 2000 cuando la Junta presidida por Manuel Chaves anunció un plan para que las ocho capitales andaluzas estuvieran conectadas con Madrid en menos de tres horas y media. Se hablaba de una inversión de 5.392 millones en dos legislaturas. Generó un pulso en los tribunales entre la Junta socialista y el Gobierno de José María Aznar. Y, en 2004, se zanjó con un acuerdo en el que cada administración asumió una parte. El Ejecutivo andaluz empezó a construir el AVE entre Sevilla y Málaga –que conectaría con Granada y Almería–. Se llegaron a gastar 277 millones de euros en 75 kilómetros de vías que están en barbecho porque la obra se paralizó en 2013.
Esto es lo que debe conocer Óscar Puente. Que muchas provincias andaluzas esperan esas infraestructuras desde hace 25 años como para resolver el asunto en unas declaraciones aparentemente improvisadas. Y desde Madrid. Mañana lunes está anunciada su presencia en Granada en un acto junto a Marifrán Carazo y Juanma Moreno.
El miércoles se reunieron por primera vez los patronos de la Fundación Amigos de la Alhambra; en el Palacio de los Córdova y con la alcaldesa como anfitriona. Basta con seguir el orden cronológico de los acontecimientos para unir los puntos y percatarse de que hubo algo que no se contó. El martes, a las 14.31 horas, el subdelegado del Gobierno, José Antonio Montilla, anuncia que asistirá al día siguiente al encuentro. El Ayuntamiento manda su agenda a las 17.22 y no figura todavía la cita. La Fundación de Amigos de la Alhambra remite la convocatoria del acto con la secuencia a las 18.03. Aquí consta que será Marifrán Carazo quien reciba a las «autoridades y los patronos». No se menciona al subdelegado. Tampoco a nadie de la Junta. A las 20.16, el gabinete de Subdelegación anula la presencia de Montilla prevista para el día siguiente por «cambios de última hora».
Lo que me cuentan es que, en contra de lo hablado originalmente, las autoridades no iban a participar de la foto oficial. Solo la alcaldesa, al suceder en un inmueble de titularidad municipal. En un proyecto que se supone sin intereses políticos –aunque hay algunos indisimulados– y que pretende perdurar en el tiempo por encima de cualquier gobierno y mandato, habría sido bueno que la presentación fundacional hubiese integrado a todas las instituciones. Sobre todo, para que quede claro que el interés está en la Alhambra. Y no en la foto.
Quedo el martes con Miguel Ríos en el Alhambra Palace a la hora del aperitivo. No digo de la cerveza porque tomo agua con gas. No es por esnobismo; más bien por un virus. Cuando cumpla ochenta años firmo estar cómo quiera que esté Miguel cuando llegue a los 130. Bromeamos sobre aquella ocasión cuando dijo que se jubilaba y concluimos que lo suyo fue un 'cambio de opinión'; que es lo que se estila ahora.
Nos habla del proyecto 'Granada all star', el evento con el que quiere celebrar en junio sus ocho décadas y recaudar fondos para su fundación. Rememora su trayectoria y, aunque conozco algunas anécdotas, las disfruto con la expectación de lo desconocido. Como aquella ocasión que un vendedor oyó una de sus maquetas y le prometió que la llevaría a Philips. Estaba tan convencido de que grabaría el disco que compartió la noticia con sus vecinos. «Yo me di por contratado y lo conté en la placeta. Pasaba el tiempo y nada. Me decían: 'Miguel, ¡qué disco más bonito has hecho!'. 'Y, ¿qué? Miguel, ¿ya ha salido el disco, no?'». Y aquí se resume el carácter del granadino; lo que llaman 'malafollá'.
«No tengo apego a lo que he sido. He hecho esta canción y ha gustado y esta otra, no», resume con humildad su trayectoria. Y ahora quiere devolver a Granada el cariño recibido con una fundación que apoye a los músicos emergentes y consolide en esta ciudad una marca que –si también la deja escapar– la usurpará otra provincia. «Yo soy un 'trasterrao'», describe con una palabra bellísima su relación anímica con esta tierra.
Hace falta que Granada acepte, acoja y abrace esa fundación. Como Miguel se merece.
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