

Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
El lunes se entregaron los honores y distinciones de Granada; ambas cosas. Por suerte, no hay que elegir. Puestos a escoger no sabría con cuál ... quedarme. El honor no tiene garantía de perdurabilidad. Es más digno que la distinción, pero se puede dilapidar en cualquier momento.
Toma la palabra el catedrático Antonio Campos, Medalla de Oro de la ciudad. Y anoto sus reflexiones finales sobre el pasado y el futuro; la conjunción –a veces perniciosa– entre el encanto y el encantamiento que supone vivir en esta ciudad.
Limitarse a venerar el pasado es renunciar a disputar el porvenir. Suele suceder que a lo que menos tiempo dedicamos es al presente. «Que Granada alimente nuestro existir y estimule nuestra creatividad no basta. No basta con nacer o vivir en Granada; no basta con pisar su tierra, hay que labrarla. No basta con contagiarnos con sus encantos. Además, hay que construir y proyectar en la Granada de cada día. Hay que hacerlo con imaginación, proyectos innovadores y sueños nuevos. Para lograr una ciudad que, instalada en una historia y naturaleza prodigiosa, sea crisol y foco del saber y la belleza. Vanguardia permanente». El profesor Campos advierte que si no se vive con pasión y atrevimiento, ninguna ciudad figurará en los anales de la historia; porque solo habrá conformismo y no grandeza.
Traslado todas estas reflexiones a la actual candidatura a la Capitalidad Cultural de 2031. Quienes la gestionan lo repiten continuamente: no se ganará la efeméride por la historia que atesora esta provincia; ni por la Alhambra ni por García Lorca.
En efecto, no es un derecho adquirido pero sí hay que reivindicar que, ahora, nos toca. Y hacerlo hasta con vehemencia. Para que quienes tomen la decisión final sepan que aquí encontrarán una resistencia si, otra vez, niegan a Granada algo que le corresponde. A las ciudades que elevan su autoestima hasta el despropósito no les va mal.
Lo desvelaba Antonio Jara en la charla que mantuvimos hace una semana. Debe existir en el Ayuntamiento un documento de los años ochenta donde el marqués de Douro y duque de Wellington, Charles Wellesley, uno de los líderes del grupo conservador en el Parlamento Europeo, apoyaba a Granada como Capital Europea de la Cultura. Jara arrancó el compromiso tras reunirse con él en la finca de Íllora. Pero el entonces ministro de Exteriores, Fernando Morán, no apostó por Granada. Habría otras «preferencias».
A Bruselas viajó hace una semana la alcaldesa, Marifrán Carazo, y llevó un expediente de 88 folios. Porque, aunque la candidatura de la Capital Cultural haya ganado intensidad ahora, la iniciativa se aprobó en pleno el 25 de septiembre de 2015 –con tres abstenciones de 'Vamos, Granada'–. El último párrafo de aquella declaración decía: «Granada es una ciudad orgullosa de su herencia pero que tiene la mirada puesta en el futuro». El encanto no debe ser un encantamiento.
En el dossier que trasladó la alcaldesa hay documentos que tienen en este momento crucial un valor importante; y hay que recordar que existen. Entre ellos, una proposición no de ley debatida hace también una década donde el Parlamento de Andalucía respaldó la candidatura. En aquel debate solo hubo algunos reparos por parte de la diputada que intervino por Podemos, Lucía Ayala, historiadora del arte por la UGR. En el diario de sesiones figuran frases como: «Es, precisamente, porque nos preocupa Granada, por lo que una iniciativa de este tipo nos parece una irresponsabilidad política». Comparaba la candidatura con los «fuegos artificiales». O los confundió con petardos.
En el expediente de la candidatura ya figuran siete cartas de otras tantas adhesiones del resto de capitales andaluzas, firmadas por los alcaldes respectivos. «Me gustaría ofrecerte la máxima colaboración de este Ayuntamiento. (...) Me permito recordarte que Málaga es una ciudad con cerca de tres mil años de historia (...), por ello sería un honor que el proyecto de candidatura que impulsas pudiera enriquecerse con las posibilidades culturales que Málaga ofrece», escribía Francisco de la Torre al entonces regidor granadino, José Torres Hurtado.
En enero de 2016 llegó el apoyo de Cádiz, con la misiva de José María González 'Kichi'. Relevante, dado que hay otra candidata andaluza y gaditana: Jerez. «Para Cádiz, la ciudad de Granada es un referente en el camino iniciado para alcanzar la excelencia».
En Sevilla estaba de alcalde Juan Espadas. «Quiero trasladarte mi felicitación por vuestra iniciativa y mi apoyo a vuestra candidatura desde el convencimiento de que el patrimonio histórico y cultural de Granada, como ciudad universal que es, la hace idónea para ostentar dicho reconocimiento europeo». También llegó el respaldo «firme» y el «reconocimiento expreso» de la entonces alcaldesa de Córdoba, María Isabel Ambrosio; ciudad a la que Granada había cedido el turno en la ocasión anterior para que fuese ella la opción andaluza a la Capitalidad Europea.
Son siete cartas de peso. Y las que han venido después. Le toca a Granada.
'SEGUNDA OPORTUNIDAD' EN BERLÍN
Acudo a Fruit Logistica en Berlín, donde –a pesar de lo que se presupone de su nombre– es habitual que te ofrezcan jamón. En eso mejora sustancialmente a Fitur. Se nota a simple vista que soy novato; solo a mí se me ha ocurrido llevar las gafas de sol. Es más fácil cruzarse en la puerta de Brandeburgo con un extraterrestre que con un rayo de luz. Mi delegado en Almería, Miguel Cárceles, olvida el carné de identidad en el avión; como si no fuera bastante tener cara de periodista para resultar sospechoso.
En el aeropuerto nos remiten a una oficina de objetos perdidos que está cerrada y sin perspectivas de abrir hasta la mañana siguiente. Y no sé por qué extraña razón esperamos en la puerta confiados en que nuestra metódica perseverancia nos conducirá a recuperar el documento. Llevamos solo un rato en tierras germanas y ya empezamos a comportarnos como alemanes. El caso es que lo conseguimos.
Perdemos el transfer y nos subimos a un tren sin ninguna expectativa –al menos por mi parte– de que la aventura acabe satisfactoriamente. Sin embargo, llegamos al destino. Esto en Granada me habría salido mal. Sobre todo, si hay un tren de por medio.
Una de las esquinas más concurridas de Fruit Logistica la ocupa la cooperativa de La Palma. Su presidente, Pedro Ruiz, me explica las novedades que han introducido en el mercado, dispuestas en un expositor como si fueran golosinas. Han conseguido una nueva línea de productos con los frutos que hasta hace poco se descartaban por tener algún defecto para servirlos en los supermercados. Lo llaman 'segunda oportunidad'.
Y de eso hablo por la noche en la cena que IDEAL ofrece en el Bundestag. (Un consejo: si te ofrecen en Berlín algo que parece un vermut, piénsatelo; no sabe a vermut).
Hace medio siglo, un reportero de IDEAL acompañó hasta aquí a los emigrantes andaluces. Antonio Ramos se mezcló con los 'gastarbeiter' que levantaban muros. «Cuando sales de tu país te reconocen, no te miran las muelas como a los negros que llegaban de África a América, pero sí te ven con lupa. Al llegar a Alemania te revisan de nuevo. Al pasar el tiempo, más de uno ha muerto, o está inútil, vuelves a tu país hecho trizas», recupero un trozo de aquellas crónicas.
Cincuenta años después, IDEAL acompaña de nuevo hasta Alemania a los agricultores andaluces. Pero ahora vienen a disputar el mercado con sus empresas y a liderar la innovación.
Ese es el cambio de Andalucía en medio siglo.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
España vuelve a tener un Mundial de fútbol que será el torneo más global de la historia
Isaac Asenjo y Álex Sánchez
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.