Un ramito de violetas para Cecilia

La voz de Cecilia se apagó cuando aún no había cumplido los 28 años. Estaba en un momento muy dulce de su carrera, había publicado tres discos, unos meses antes había representado a Televisión Española en el Festival de la OTI y todo el país cantaba Un ramito de violetas, Dama, dama, Mi querida España, Andar, o Nada de nada, canciones que definen a su generación.

El 2 de agosto de 1976 la cantante volvía a Madrid tras haber ofrecido un concierto en la sala Nova Olimpia de Vigo cuando el Seat 124 en el que viajaba se estrelló en Benavente contra un carro de bueyes. En el accidente también murió Carlos de la Iglesia, el batería de su banda.

El suceso conmovió a todo el país y su nombre se unió al de otros malogrados músicos cuya vida se truncó en la carretera como Nino Bravo o Poncho González y José Luis Avellaneda, miembros del grupo granadino Los Ángeles que fallecieron tan solo un mes después que Cecilia.

Los periódico compartieron la portada de la muerte de la popular cantante con otro lamentable e histórico accidente, el del campeón del mundo de automovilismo Niki Lauda en el circuito alemán de Nurburgring. Lauda perdió el control de su monoplaza, se estrelló contra el guadarraíl y salió disparado hacia la pista devorado por las llamas.

Niki sufrió quemaduras de primer y tercer grado en rostro, cabeza y manos e inhaló los gases del combustible, dañándole los pulmones. Lauda se repuso y llegó a la última carrera en Japón con opciones de revalidar su título de campeón. El año siguiente a su accidente, consiguió su segundo campeonato