Voluntarios de la Pastoral Penitenciaria frente a la Prisión de Albolote. Pepe Marín
Nuestro verano solidario | Asociación Pastoral Penitenciaria

Un rayo de luz entre rejas

Los voluntarios de la Pastoral Penitencia visitan la prisión de Albolote cada semana durante el verano. Talleres de costura, lengua de signos, catequesis y apoyo legal son algunas de las herramientas que les acercan a quienes cumplen condena en la cárcel granadina

Lunes, 26 de agosto 2024, 00:01

Telas, patrones, aguja e hilo. Son los ingredientes para 'escapar' de la condena, al menos, por un rato. Eso sí, las agujas, de plástico –si no, serán consideradas un arma–. Las condiciones en la cárcel de Albolote son, evidentemente, estrictas. Pero eso no impide que ... las mujeres presas que allí conviven puedan disfrutar de un entretenido taller de costura, al menos, dos veces por semana. Esa es la rutina en el módulo 10 y en Enfermería desde hace una década, cuando la Pastoral Penitenciaria emprendió esta iniciativa.

Publicidad

De este grupo, hoy dirigido por el padre Sorin Catrinescu, de la Archidiócesis de Granada, forma parte María, una granadina de 77 años que empezó de voluntaria en la prisión impartiendo catequesis. Enseguida vio que en el módulo de mujeres «hacían falta actividades». «Aprendí a coser en el colegio. Remiendos, bordados, encajes, crochet, punto... Me pareció que a ellas podía gustarles», comparte. Y así fue, las reclusas «tienen ilusión por aprender», acuden a clase «siempre que pueden» e incluso «te echan en falta si un día no vas».

Guiadas por María y otra compañera voluntaria, estas mujeres dedican cada miércoles por la tarde y cada viernes por la mañana a hacer punto de cruz, cojines, bolsos o ropa. «También hacemos neceseres y bolsitas de tela para que guarden compresas, cepillos, y tengan su celda ordenada», explica. Algunas de sus creaciones tienen como protagonistas a Piolín, Mickey Mouse y Hello Kitty, sobre todo, si se trata de embarazadas o madres, que «hacen cositas para sus niños».

Pero el taller de costura de la cárcel va más allá de ocupar las manos para desocupar la mente. «Se ayudan unas a otras. Intentamos crear buen ambiente. Hayan hecho lo que hayan hecho, pasan todo el día juntas», recuerda María, para quien resulta «muy reconfortante».

Publicidad

Hablar de la vida

El acompañamiento y la escucha son los pilares de las visitas de Luis, voluntario desde la pandemia. Con el catecismo bajo el brazo, acude semanalmente al módulo 7, el de los recién ingresados. Con ellos, habla «de la vida». «Estudié Ciencias Religiosas y le pedí al Señor que toda la información que había adquirido sirivera para ayudar a los demás. Me preguntan por qué la Iglesia Católica hace una cosa o hace otra y yo intento iluminarles en el camino», confiesa.

A veces, piden ayuda. «Igual quieren hablar con un familiar. O tienen muchas dioptrías, pero dinero no, y necesitan lentillas», cuenta Luis. No obstante, su «mayor necesidad» es «que los escuchen». «Independientemente de lo que han hecho, es un shock muy grande estar en la cárcel. Hay quien reconecta con su fe porque le da esperanza e inclusopersonas de otras religiones que se convierten. Una mujer musulmana lo ha hecho hace poco», apunta. Este verano, se han llevado a cabo al menos dos bautizos y seis confirmaciones.

Publicidad

Presos sordos

Humanidad es, desde luego, ofrecer a los presos que son sordos la oportunidad de comunicarse mientras cumplen condena. Desde la Pastoral Penitenciaria, María Teresa y Manuel son los responsables de que los internos con problemas de audición convivan en un entorno lo más accesible posible. «Les ayudan con la interpretación en lengua de signos y, sobre todo, con el contacto con los familiares», comenta el padre Sorin. Él mueve los hilos en la Pastoral Penitenciaria. Afirma que «estar en contacto con la miseria humana te hace a ti ser más humano». ¿Su compromiso?Que los presos logren ver un rayo de luz entre rejas.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Suscríbete durante los 3 primeros meses por 1 €

Publicidad