Vecinos del Realejo depositan flores en la puerta del bar El Molino. Javier F. Barrera

Fallecido en Granada

El Realejo rinde tributo a Paco el del bar Molino

Vecinos del barrio granadino depositan flores en la puerta del establecimiento donde trabajaba

Jueves, 25 de mayo 2023, 14:03

La muerte de Francisco Molina Jiménez, Paco el del bar Molino, ha conmocionado a los vecinos del Realejo. Querido por mucha gente, clientes y amigos que lo visitaban a diario, las flores son ahora las protagonistas de la puerta del establecimiento donde murió. Las muestras de cariño se han sucedido desde que este miércoles corrió la noticia por el barrio.

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Paco ha encontrado la muerte de repente, mientras trabajaba. Apenas pasaban unos minutos de las diez de la noche de este martes pasado cuando, tras servir un par de cañas a una pareja de turistas extranjeros, se dirigía desde dentro de la barra a ordenar las tapas correspondientes. De pronto, se desvaneció y cayó al suelo tan largo, grande y bueno como era.

Rápidamente llegaron las asistencias médicas, pero no pudieron recuperar para el barrio del Realejo y sus vecinos y vecinas a Paco el del bar Molino, un gran tipo querido por todo el mundo y al que ya, echamos todos de menos.

J. F. B.

Era evidente que algo pasaba al ver cerrado al mediodía el bar de Paco. Se llamaba Francisco Molina Jiménez. Tenía 51 años y deja esposa e hijo, Paquillo, de 23 años. Su mujer, María del Carmen, conocida en el barrio como Mari la del Rossini, en el Campo del Príncipe, le recordaba con buenas y sentidas palabras ante la puerta del establecimiento, donde Pilar, una vecina del barrio, ha colocado un ramo de claveles rojos, en recuerdo y homenaje a su figura.

Allí mismo, ha recibido las condolencias y pésames de los vecinos y vecinas del barrio, realmente conmovidos por la desaparición de «uno de los nuestros», como resaltaban apesadumbrados.

J. F. B.

Echamos de menos su sonrisa y sus chistes -los malos y los buenos, que de todo había-. También su figura alargada medio encorvada sobre esa motillo color verde Heineken con la que iba al mercado a comprar pescaíto todos los días. Y sus apretones de manos con sus manos de gigante, que te la dejaban hecha puré.

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Ahora, Paco estará ahí arriba, con su caña de pescar y fumándose un cigarrito, siguiendo con sus palmas el cante de uno de sus clientes favoritos, el maestro Enrique Morente. Ya que aquí todos lloramos. Ellos dos, ahí arriba, nos sonríen.

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