Cada mañana comienzan la jornada cantando y bailando. Ramón L. Pérez

Una receta solidaria para transformar el verano

La Escuela de Verano Norte atiende a 250 menores provenientes de barrios marginales de la provincia de Granada durante dos meses, ofreciendo comida y actividades de forma gratuita

Nerea Arco Avilés

Viernes, 30 de agosto 2024, 00:01

La Escuela de Verano Norte se erige como un espacio de atención y solidaridad para 250 niños y niñas provenientes de barrios marginales durante los meses de verano. Estos menores no solo encuentran un lugar seguro, sino también un entorno lleno de aprendizaje, diversión y ... cariño. Este proyecto, de la Obra Social Padre Manjón, se lleva a cabo en dos colegios: C.E.I.P Juan Ramón Jiménez y C.E.I.P Parque Nueva Granada, coordinado por los profesionales Carmen y Christian y con el apoyo del presidente Trinitario Betoret, además de todo el equipo que hay detrás. Todos con un mismo objetivo: transformar el verano de estos niños que provienen de familias en situación de vulnerabilidad en una experiencia inolvidable y con una dieta saludable.

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Niños y niñas de 5 a 16 años cantan y bailan en el patio del colegio Juan Ramón Jiménez. Así es como se dan los buenos días unos a otros, la primera dinámica que permite empezar la jornada de los niños con alegría y entusiasmo. Ambas escuelas llevan abiertas desde las 8.00 de la mañana para recibir a los menores, y hasta las diez actúa como aula matinal. Después empiezan las actividades educativas. Todas las mañanas, entre melodías y un teatrillo, introducen la temática de la semana. «Hoy les hablamos de la autoestima, pero la semana pasada fue sobre la higiene y cuidado personal», explica Carmen, la coordinadora de este centro. A partir de esa hora, el día se llena de talleres educativos, actividades sociales y excursiones de convivencia que buscan, además de entretener, educar y fortalecer el desarrollo emocional de los pequeños. Los grupos se dividen por edades. El día de nuestra visita es el turno de los mayores para visitar Costajump, un enorme parque de trampolines donde se divierten mientras hacen deporte.

Las actividades estrella para los niños son la excursión a la playa y la visita al parque acuático

Christian cuenta con entusiasmo cómo cada excursión se convierte en un acontecimiento especial para los niños. «Hemos ido a la playa y al Aquatropic, son las actividades estrella y las que más disfrutan ellos». La emoción con la que cuenta las aventuras de los niños es palpable. Sin embargo, más allá de las actividades, la escuela de la Obra Social Padre Manjón cumple una labor social vital para la comunidad. Lo explica Carmen: «La mayoría de los niños que están aquí lo necesitan realmente. Vienen de familias con un nivel socioeconómico bajo y este recurso gratuito, gracias al Ayuntamiento de Granada y a la Junta de Andalucía, les permite pasar un verano mejor». Además, cualquier niño es bienvenido y se le hará un seguimiento personalizado junto a Servicios Sociales. Se ofrece una atención un poco más especializada para los menores que presenten alguna discapacidad como autismo, TDAH o síndrome de Down. Christian, conmovido por su trabajo, reflexiona sobre el impacto de esta escuela en la vida de los niños y sus familias: «Esta mañana ha llegado un niño con su madre y cuando me ha visto me ha dicho que me quería mucho, la madre se ha emocionado. Cuando un niño dice algo lo dice de corazón y eso no tiene precio».

19 monitores

La escuela cuenta con un equipo de 19 monitores, todos bien formados y comprometidos con su labor. Christian es maestro de Primaria, especializado en Educación Especial y con un máster en Psicopedagogía. Carmen tiene la misma formación que él, pero además es integradora social. Junto a ellos, el presidente Trinitario Betoret destaca la importancia de la vocación en este trabajo. «Es un trabajo que requiere mucha habilidad y dedicación, pero el impacto que tiene en las vidas de estos niños es inmenso, merece la pena». Además, la escuela colabora con voluntarios de organizaciones como EDUCACEM y algunas voluntarias como Sara, que un día fue una de esas niñas a las que ayudaron y ahora es ella la que se presta a colaborar.

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Roberto, Carlota y María son tres niños de 7 años que han acudido por segundo año consecutivo a la Escuela de Verano Norte. Si le preguntas por su momento favorito, se emocionan y radian de alegría al recordar el día en la Aquaola.

La escuela no solo representa un refugio para 250 menores de barrios marginales, sino que destaca por su solidaridad y esfuerzo. Gracias a todo el equipo, los niños encuentran un espacio seguro en el que disfrutar de un verano lleno de aprendizaje y convivencia. La huella que les deja es imborrable.

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