
Las réplicas del terremoto en plaza del Carmen
Inestabilidad ·
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La operación Nazarí sacudió la vida municipal y dejó cicatrices políticas de las que todavía se recupera el Ayuntamiento de Granadaq. chirino | y. huertas | m. v. cobo
Domingo, 31 de octubre 2021, 00:46
El 13 de abril de 2016 desató una inestabilidad que todavía no ha cicatrizado. Muchos de los protagonistas de aquella historia están hoy apartados de la política. En algún momento, José Torres Hurtado y Sebastián Pérez se enemistaron. Probablemente, cuando Pepe Torres comprendió que aquel concejal avezado que llegó a la plaza del Carmen en 1991, el que le coordinó su primera campaña municipal, al que también auspició hasta llevarlo a la presidencia provincial del partido en 2004, ya no era un gregario de Pepe Torres y hasta se convirtió en presidente de la Diputación. Un momento clave se vivió en junio de 2014, cuando el todavía alcalde de la capital sufrió un infarto de cerebelo. Se negó a dimitir y, entre otros motivos, su argumento de mayor peso era evitar que Sebastián Pérez –número dos en aquella lista– asumiera la alcaldía. Además, Torres Hurtado se empeñó en repetir como candidato en las municipales de 2015 y aquel epílogo –lo reconocen hoy hasta los que fueron sus colaboradores más estrechos– le sobró. Si hubiese dejado la política, seguramente, no habría existido la Operación Nazarí.
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Torres Hurtado perdió la mayoría absoluta y salvó la alcaldía gracias a un pacto a última hora con Luis Salvador nunca bien explicado. De aquel almuerzo salió también un pacto no escrito por el que dejaría la alcaldía pasados unos meses. Un acuerdo que Torres Hurtado negó en público nada más acabar el postre, porque los compromisos de palabra –y lo sabe Luis Salvador– no hay necesariamente que cumplirlos en política.
Y llegó el 13 de abril de 2016. Hubiese sido cualquier otro día, porque ya se hablaba de moción de censura antes de imaginar que Torres Hurtado saldría del Ayuntamiento detenido y entre cartones. Desde entonces, cuatro cambios de alcalde en la plaza del Carmen: la transición de Juan García Montero, Paco Cuenca, Luis Salvador y, de nuevo, Paco Cuenca. Torres Hurtado acabó expulsado del partido.
La noche del 12 de abril de 2016 Sebastián Pérez estaba con su hijo en el estadio Santiago Bernabéu. A la mañana siguiente le llamó un policía local: «Han detenido a Jota Cero». Era el nombre en clave de José Torres Hurtado. «No podía imaginar la dimensión de lo que estaba ocurriendo. Cuando cuelgo recibo la llamada del presidente regional del partido (Juanma Moreno), que era también senador, y ya sí me preocupé. 'Sebas, el tema es serio. Llama a Rocío Díaz –que era senadora–, y a las nueve no entras ni al pleno, te vienes a mi despacho», rememora. Sebastián Pérez recibió una segunda llamada, la del entonces coordinador general del partido, Fernando Martínez Maíllo. «Me comunicó que la dirección nacional, tras hablar con la regional, había tomado la decisión de suspenderle de militancia [a Torres Hurtado]. No era algo que dependiera de mí». Torres Hurtado resistió unos días, hasta que en su dimisión exigió que también fuera la del propio Sebastián Pérez: «Tuve conocimiento el viernes 15 de abril, hablé con el presidente regional y me dijo que no me preocupara, que era un chantaje intolerable. Mi sorpresa es que el lunes, a las cuatro y cuarto de la tarde, me llaman de la dirección nacional diciendo que el presidente regional y la dirección nacional me piden un gesto de generosidad y que me vaya. Les hago ver que es un disparate y grotesco que me vaya. Fue durísimo. Una persona que no tenía en el procedimiento nada que ver y me dijeron que me marchara». Hoy, Sebastián Pérez está fuera del PP.
«Fue una detención policial mediática que duró lo que dura un viaje de Madrid a Granada» recuerda Juan García Montero, que estaba en Madrid aquel día de abril. A día de hoy, sigue defendiendo «la honestidad y la integridad» tanto del exalcalde como de Isabel Nieto, «y no por fe ciega», apunta. Aquella operación policial era algo insospechado. Sí había, como reconoce, una «tensión latente» en el seno del PP relacionada con el Ayuntamiento de Granada en el ámbito sucesorio y era consabido que Sebastián Pérez, como presidente del PP de Granada, ambicionaba ser alcalde. «Pero en ningún caso podía imaginarme que esa tensión podía derivar en la detención de Pepe Torres y en el desmantelamiento del PP a partir de ese momento en el Ayuntamiento», expresa.
En cuanto a la dimisión del exrregidor, García Montero recuerda que fueron un par de días de llamadas de Génova. Pepe Torres estaba convencido de que era «un hombre íntegro y honesto», y que no había motivos para que él tuviera que dimitir. Pensaba que había «una mano negra» que había promovido todo aquello: la de Sebastián Pérez. Por eso puso como condición para irse, que debía hacerlo también el presidente provincial. A partir de la dimisión de Torres Hurtado, García Montero tuvo que asumir la alcaldía y todas las áreas que habían dejado los tres dimitidos. «Después de 14 años gobernando la ciudad de Granada, tienes un sentimiento de responsabilidad con la institución por encima de las siglas.
Aquel 13 de abril Paco Cuenca, entonces en la oposición, se levantó temprano, como todas las mañanas, para hacerles el desayuno a sus hijos. Empezó entonces a recibir mensajes en el teléfono de alerta para advertirle de que las dependencias municipales estaban rodeadas por la Policía. Había agentes en Mondragones, en Plaza del Carmen... «Existían rumores de hacía tiempo. Yo siempre digo que esta ciudad necesitaba nuevos aires porque algo olía mal», señala.
«Yo viví aquellas horas con bastante rabia y mosqueo. Y digo rabia porque al final esta es mi ciudad», expresa el regidor, que llegó poco después de las ocho de la mañana aquel día de las detenciones. Lo primero que hizo fue mandar un mensaje de tranquilidad a los granadinos para que supieran que se iban a buscar fórmulas de solución. «Pasaron aproximadamente tres días, y al tercero o cuarto ya iniciamos contactos con el resto de partidos políticos, siempre pensando que el PP iba a hacer una maniobra de última hora para intentar salvar sus muebles», recuerda. El objetivo era claro y estaba por encima de las siglas políticas: «rescatar Granada», salvar a la ciudad «de la vergüenza nacional». Los primeros meses fueron «muy duros» y empezaron a transformar áreas complicadas, como Urbanismo. Se trataba, apunta, de empezar una nueva etapa donde se sucedieron las reuniones para trabajar «desde la honestidad».
«El inicio de la gestión fue muy duro», recuerda Cuenca, pues empezaron a «limpiar» el Ayuntamiento con la Policía entrando y saliendo de los despachos. Había malestar, intranquilidad «y miedo».
El concejal Miguel Fernández Madrid llegó al grupo municipal del PSOE y se encontró un «cúmulo de llamadas» de funcionarios del área que le alertaron de las detenciones y registros. «Aquella situación la recuerdo con estupor, con sorpresa y con la incertidumbre ante lo que estaba ocurriendo y el alcance que tenía esa operación», manifiesta. Él fue quien asumió Urbanismo tras la salida de Nieto. «No sumo un área, asumo una hectárea», ironiza. Lo primero que hizo fue conocer a cada uno de los funcionarios, despacho por despacho. «Aquí el silencio era muy ruidoso, atronador, el aire se pudiese cortar», rememora. Lo siguiente fue la entrega de todos los expedientes que pidió la Policía y una sucesión de ceses: la de los directores relacionados con 'la Nazarí'. Fue, reconoce, «un trago amargo», pues no había que perder de vista la presunción de inocencia de todos los implicados.
El empresario Ramón Arenas había denunciado, unos meses antes de la operación Nazarí, los problemas que había tenido con un solar que había comprado al Ayuntamiento. Un suelo judicializado y que no podía usar íntegramente, en el que ahora se levanta el pabellón Mulhacén. «Denuncio en la Fiscalía algo que se estaba haciendo mal, a mi parecer. Mi primera denuncia tenía mil folios. Parece que yo di con el hilo para tirar de un ovillo, pero yo no tenía conocimiento de nada», recuerda Arenas, que recibió con sorpresa las detenciones de ese día de abril. Una vez que se levanta el secreto de sumario, Arenas decide presentarse como acusación en todas las piezas separadas de la Nazarí. para lo que tuvo que pagar la fianza que le pedía el juzgado con ayuda de los amigos y familiares. «Habrá gente que no lo pueda entender, pero yo estoy defendiendo los intereses de todos los granadinos», explica el empresario.
El 13 de abril de 2016, el abogado Pablo Luna se encontraba en su despacho cuando un compañero le comentó la detención de José Torres Hurtado. «Me quedé muy sorprendido porque había tenido relación profesional con él; lo había defendido hacía poco en un asunto jurídico que terminó, como no podía ser de otra manera, en una retirada de la acusación», rememora el penalista. Luna está convencido de que la detención del exrregidor fue desproporcionada. Pero no solo eso, confiesa tener «serias dudas» de que fuera legal. Pocas horas después de su detención, Torres Hurtado consultó a su letrado. «De mutuo acuerdo quedamos en que debía de dar una explicación a la ciudadanía, sobre todo a una ciudadanía que durante años le había dado su voto como alcalde», resume. Sobre el expediente Obispo el penalista recuerda que solo ha existido una acusación popular, la de Ramón Arenas. «Habría que reflexionar qué hay detrás de esa acusación popular».
Ernesto Osuna estaba en su casa, preparándose para ir al despacho cuando recibió la llamada de Isabel Nieto. La Policía estaba en su casa. «Mi cliente no sospechaba en ningún momento que pudiera haber ningún tipo de detención ni de actuación policial y fue una sorpresa absoluta tanto para mí como para ella, porque no habían ningún motivo para que se produjera esa detención», opina el penalista. En su retina tiene grabada aquella estampa de los furgones policiales aparcados en la puerta del bloque de Nieto y todos las televisiones grabando y fotógrafos disparando sus cámaras, como si tratara de personas peligrosas.
Con el tiempo, el caso Nazarí ya no lo es, en opinión del penalista, pues se van archivando las pieza. Cree que se esperaba que hubiera una trama de corrupción y, al final, no han encontrado «absolutamente nada».
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J. Arrieta | J. Benítez | G. de las Heras | J. Fernández, Josemi Benítez, Gonzalo de las Heras y Julia Fernández
Josemi Benítez, Gonzalo de las Heras, Miguel Lorenci, Sara I. Belled y Julia Fernández
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