«La responsabilidad doméstica nos aplasta, hay que quitarse ese peso»
Esther Martín Bravo, Comisaria jefa de la Brigada de Policía Judicial en Granada ·
Tiene a su cargo los grupos de investigación de la Policía Nacional en Granada, desde Homicidios a Delitos Informáticos, hasta 150 personas
M. Victoria Cobo
Granada
Lunes, 7 de marzo 2022
Esther habla con naturalidad de sus más de dos décadas como policía. Para ella es parte de su normalidad haber estado trabajando en grupos operativos, en los que a veces pasaba diez horas seguidas de vigilancia, o veinte horas fuera de casa en una operación policial, desmontando una organización de trata de personas. Cuando entró en el cuerpo, todavía eran pocas mujeres. En estas futuras promociones, ya serán cerca del 40% de los nuevos ingresos. Pero que haya mujeres en cargos de responsabilidad todavía es una raya en el agua.
Esther Martín Bravo es comisaria, jefa provincial de la Brigada de Policía Judicial, en la que se integran once grupos de investigación, y responsable también de las oficinas de denuncias. A su cargo tiene unas 150 personas, entre las que solo hay una mujer jefa de grupo, la responsable de Hurtos.
«No he sido consciente de haber abierto camino, pero luego te das cuenta de que solo hay 33 mujeres comisarias en toda España, que es muy poco»
Esther llegó a la Policía guiada por su vocación de servicio público. Su padre es policía, aunque asegura que no se hablaba mucho de trabajo en casa. Su madre se dedicó a la familia, a cuidar de cinco hijos, tres chicos y dos chicas. Ella estudió Enfermería y llegó a ejercer durante algo más de un año, pero se decantó por la Policía, a la que accedió a través de la escala ejecutiva con 23 años.
Pasó por Barcelona, donde trabajó dos años y también por Madrid, donde estuvo destinada tres años más. Ha prestado servicio en comisarías de distrito, en Extranjería y en la lucha contra el tráfico de personas. «Las mujeres aportamos muchísimo en la Policía», resume Esther, que pone como ejemplo la empatía de una agente hacia las chicas que vienen engañadas de países subdesarrollados y se ven atrapadas en una de estas mafias que las explotan, bajo la amenaza de dañar a sus familias. También pasó por la seguridad delaAeropuerto de Granada, llevó las riendas de la comisaría Centro, la más grande de la capital y ahora dirige la investigación policial en la provincia.
«No he sido consciente de haber abierto camino, pero luego te das cuenta de que solo hay 33 mujeres comisarias en toda España, de 416 en total, que es muy poco», resume. Defiende que hay que apostar por el talento, sea hombre o mujer. Y cree que ellas todavía tienen que quitarse de encima muchas losas.
«En mi caso he tenido mucho apoyo, tanto en mi entorno como dentro de mi familia», aborda. Su pareja, también policía, ha sido siempre corresponsable en el cuidado de sus dos hijos y en las tareas domésticas.
«Cuando quise ser madre no me lo pensé mucho, me lancé. En la vida he visto que los problemas no aparecen todos a la vez, sino de uno en uno»
«Cuando quise ser madre no me lo pensé mucho, me lancé. En la vida he visto que los problemas no aparecen todos a la vez, sino de uno en uno». Esther trabajaba en la lucha contra la trata de personas cuando tuvo su primer embarazo. Cambió largas horas de vigilancia por otras tareas en esos meses, pero al volver a su puesto, no renunció a su carrera.
«Todavía hay mucha gente que me pregunta si me compensa pasar menos tiempo en casa por mi trabajo. A mí me compensa y no creo que mis hijos hayan sufrido, ellos tienen asumido que su madre trabaja y también es un buen ejemplo. Antes las mujeres siempre tenían que renunciar. Ahora ven corresponsabilidad entre su padre y yo», resume.
«Creo que a las mujeres nos cuesta delegar todavía, la responsabilidad doméstica nos aplasta y hay que quitarse ese peso», explica Esther. «A las mujeres nos cuesta a veces ver en nosotras capacidades que todo el mundo ve», zanja.
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