![La restauración de la muralla saca a la luz la puerta del siglo XI junto a San Nicolás](https://s2.ppllstatics.com/ideal/www/multimedia/202009/05/media/cortadas/trabajos-ermita-kdDF-U12097633408x5B-1248x770@Ideal.jpg)
![La restauración de la muralla saca a la luz la puerta del siglo XI junto a San Nicolás](https://s2.ppllstatics.com/ideal/www/multimedia/202009/05/media/cortadas/trabajos-ermita-kdDF-U12097633408x5B-1248x770@Ideal.jpg)
Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
Amanda Martínez
Granada
Lunes, 19 de octubre 2020, 01:05
La pequeña ermita de San Cecilio es una de las joyas desconocidas del patrimonio de la ciudad. Pero lo es no por lo que mostraba, sino por lo que escondía en su interior, bab Qastar, la puerta del Castro, el acceso más antiguo a ... la Alcazaba Cadima de los ziríes.
Los trabajos de restauración de la muralla, que concluirán en octubre, sacaron a la luz esta puerta del siglo XI, una joya construida por la dinastía fundadora del reino de Granada y uno de los pocos ejemplos arquitectónicos de esta época que atesora la ciudad. «Cuando empezamos a trabajar en el entorno de la ermita nos dimos cuenta que se conservaba aproximadamente un setenta por ciento de la puerta medieval original oculta y nos pareció muy importante sacarla a la luz», explica la arquitecta responsable del proyecto, Isabel Bestué.
Es una puerta compleja, con una capacidad defensiva importante, «también tenía funciones políticas que se muestran a través de las formas arquitectónicas que utilizan los ziríes para legitimarse y que representan en esta puerta» apunta Manuel Pérez Asensio, arqueólogo responsable de la excavación junto a Paula Sánchez y Javier San Vicente. Bab Qastar se construye entre dos torres con una bóveda de cañón en medio que recorre todo el espacio. «Se formaban tres espacios interiores creemos que separados por cuatro arcos, de los cuales solo conservamos entero uno». En cuanto a la altura, se ha perdido una cámara que habría encima de la puerta y posiblemente una bóveda sobre ella más la terraza. «Ahora tenemos unos siete metros y mediría en torno a unos quince metros, como los otros paños y torres de esta muralla».
El trabajo arqueológico ha demostrado también que no se trata de la puerta original, sino que hubo una anterior, también zirí: «esta excavación nos obliga a ser exigentes con la investigación histórica y arqueológica. No se trata solo de decir que es zirí, sino especificar en que momento concreto del siglo XI se construyó», comenta Pérez Asensio.
Hoy la arqueología nos permite recuperar el uso de este espacio a través de la historia. En época moderna una excavación debió sacar a la luz parte de la muralla ibero-romana sobre cuyos cimientos se construyó la zirí. Como la tradición decía que San Cecilio estuvo preso antes de morir martirizado en Valparaíso, aquellos restos se interpretaron como los de su cadalso. Una escalera bajaba a un sótano donde se instaló una primera capilla. A finales del siglo XIX esta capilla original ya se encontraba enterrada y se remodeló la puerta de nuevo. El reto de este trabajo ha sido recuperar los restos de la puerta y que conviva con la tradición de este espacio como lugar de culto.
La capillita que conocemos, de portada de fábrica de ladrillo encalada, su hornacina con la imagen del patrón en piedra arenisca y la reja que cerraba el altar, es una reforma de Prieto Moreno de mediados del siglo XX. Se conoce que la espadaña se colocó en 1892. En la labor de archivo paralela al trabajo arqueológico se han encontrado fotografías de dos fachadas diferentes anteriores a esta: «la puerta en general se encontraba en un estado de conservación lamentable y era muy difícil hacer una lectura del monumento porque era un espacio muy intervenido con restauraciones de mala calidad, hechas con cemento que se estaban desprendiendo», explica Pérez Asensio «tras un minucioso trabajo arqueológico ahora se está sustituyendo por una restauración más respetuosa. Poniendo en valor la puerta zirí y conservando la ermita».
En el interior, al quitar las paredes del encalado, han salido a la luz pinturas murales en la pared del fondo del altar con la iconografía de San Cecilio que se están restaurando. Se va conservar el altar con la imagen de San Cecilio y se va a generar un espacio semiabierto, «con una lámina traslúcida, como una ventana, detrás de la figura del patrón de manera que cuando se contemple la ermita se vea que detrás hay un espacio abierto», explica Bestué. Este espacio, que conecta con las propiedades que dan a la calle Panaderos, fue en su día un parque público y en él se pueden apreciar tramos de muralla que muestran la complejidad de la construcción y su evolución.En cuanto a la fachada de la ermita, la hornacina desaparece y, en parte, se ha restaurado con sillares iguales a los utilizados por los ziríes y respetando su disposición, recuperando una imagen similar a como la dibujó Heylan a comienzos del siglo XVII. Este grabador representó otros monumentos ziríes como el puente del Genil, el alminar de la Iglesia de San José y el de la torre Turpiana, o el puente del Cadí, con la característica obra de sillares dispuestos verticales unos dando el canto y otros la cara.
La muralla zirí nació para defender el nuevo reino. Con raíces romanas y prehistóricas, el complejo entramado de muros suponían la tecnología militar punta de la época, la garantía de supervivencia de un pueblo. Pasados los siglos y con el desarrollo urbanístico del barrio, la muralla perdió la utilidad para la que fue concebida. La vegetación y los escombros la fueron cubriendo. Los vecinos adosaron sus casas a los torreones, instalaron conejeras, gallineros, colocaron antenas en los parapetos y los cables treparon como enredaderas por sus paredes.
El proyecto de recuperación dirigido por Bestué y Pérez Asensio (que firmaron también el Plan Director de las Murallas de Granada), financiado por el Ministerio de Cultura, ha terminado con los agravios al paño zirí. Las obras, que comenzaron en 2017 han sufrido varias interrupciones, por las condiciones climatológicas, por la aparición de los restos de bab Qastar y por la paralización del estado de alarma.
En el proyecto, se ha restaurado íntegramente la Torre de las Tres Caras, junto al Arco de las Pesas, conservando las huellas de los distintos usos que se le ha dado a este espacio a lo largo del tiempo, que llegó a vaciarse en el siglo XVIII para construir un carmen hoy día desaparecido. También se ha intervenido en la línea de muralla interna que va desde la ermita de San Cecilio a la calle Charca, desde donde se puede apreciar un torreón que destaca tras el muro de una propiedad particular. Por último, en el lienzo que discurre de manera intermitente hacia la mezquita de san Nicolás y el convento de las Tomasas, se ha recuperado una torre que permanecía oculta y en la que se ha encontrado el lugar de unión entre la muralla de la Alcazaba, que en este punto toma la vertiente descendente hacia San Juan de Dios, con la de Axares que escondía una escalera para salvar la orografía del terreno.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Las zarceras tras las que se esconde un polígono industrial del vino en Valladolid
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
España vuelve a tener un Mundial de fútbol que será el torneo más global de la historia
Isaac Asenjo y Álex Sánchez
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.