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Lloramos nada más nacer. Aprender y conocer la alegría cuesta un poco más. La risa tiene su técnica y en el barrio de la Cartuja ... la enseñan. El Club de la Risa de Granada celebró ayer en una gran sesión de yoga de la risa el Día Mundial de la Risa que, aunque no existe ni está reconocido, se celebra cada año en el primer domingo de mayo.
Cerca de medio centenar de personas, parroquianos, vecinos del barrio y algunos llegados de Almería Málaga, se dieron cita en la Parroquia del Buen Pastor para enseñarse los dientes. Durante más de una hora, dejaron aparcados sus problemas y preocupaciones para sanar. Con una sonrisa se mueven entre 12 y 17 músculos. Con una carcajada activa cerca de 400 por todo el cuerpo. Javier Ruiz Gómez, 'master trainer'de yoga de la risa, el maestro de ceremonias de esta unión, explica que esta práctica se emplea para el manejo del estrés. Surgió hace tres décadas a iniciativa del doctor indio Madan Kataria, que impulsó y fundó el Yoga de la Risa, con el objetivo de promover la risa como una de las principales emociones positivas que contribuyen a conseguir la amistad, la paz y el bienestar personal.
Ruiz Gómez, de 60 años, que aprendió en Suiza a manos del médico, considera que con de la que se beneficia el entorno. «Repartimos la paz del mundo a través de la carcajada», señala el profesor de esta disciplina que se practica en 120 países. «El yoga es la unión con el todo. Sus ramas coincidimos en buscar la paz interior, pero en el camino de búsqueda que seguimos nosotros es a través de la risa, una risa que es consciente y diafragmática. No tiene que ser verdadera porque después se contagia y aparece la verdadera», cuenta.
En corro, personas de todas las edades, siguieron al conductor de la sesión. Respiraciones, saludos, miradas, apretones de manos, reirse de uno mismo y muchos gestos distintos pero todos a carcajadas. Que no se confunda con hacer el payaso. Los participantes se sorprendieron haciendo de motos o preparando un batido imaginario entre risas. También hubo saludos al estilo oriental y hawaiano. En el yoga de la risa el mantra que se repite no es «Om», aquí los participantes respiraban y daban palmadas al grito de «Jo y Ja». El momento culmen fue una risa unísona durante todo un minuto.
Al ser una sesión inicial no había posturas muy difíciles. Muchos participantes eran de avanzada edad y en estos talleres gozan de un rato de disfrute y compañía. Todos los jueves por la tarde y de forma gratuita se reúnen. Ruiz Gómez da fe de que el yoga de la risa funciona. «Empecé hace 15 años porque soy controlador aéreo e ingeniero informático y llegue a este camino por necesidad a raíz de alcanzar el nivel mas alto de estrés que puede experimentar un ser humano», cuenta. Cualquiera puede practicar yoga de la risa, hasta tiene su Universidad. «Es una disciplina que hacemos con personas mayores, con diversidad funcional, internos de prisiones, colegios, hospitales...», sentencia.
La parroquia cede el espacio pero es una actividad que se desvincula de «las religiones e ideologías políticas». Cuentan con una cantera fija semanal de 20 personas y se puede unir quien quiera.
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