A simple vista, eran 'riders' como los que reparten comida a domicilio en bicicleta. Pero su mercancía era diferente: recorrían Granada para surtir de drogas, principalmente cocaína, a una red de clientes que estaban 'suscritos' al 'servicio'.
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Los 'mensajeros', que ocultaban el material en los ... tubos de los sillines, eran cinco y percibían un salario fijo de 2.000 euros al mes, según ellos mismos reconocieron ante el tribunal de la Audiencia Provincial que los juzgó y condenó por tráfico de estupefacientes y pertenencia a una banda criminal. En la cúspide de la organización fuguraban un hombre y una mujer que no pudieron ser encausados porque estaban en paradero desconocido cuando la Policía Nacional desarticuló la trama.
De hecho, el 'capo' había sido desterrado de España por orden de la justicia, lo que no le impedía dirigir a distancia todos los movimientos de sus 'empleados' «(...) Desde una línea telefónica extranjera (el jefe) operaba como centralita para recoger los pedidos telefónicos de los clientes y ordenaba a los repartidores las entregas a realizar y demás funciones dependiendo de la confianza que tenía depositada en cada cual. Los repartidores recibían remesas de envoltorios de droga de entre medio y un gramo de los que siempre (...), cuyas ventas debían liquidar después a cambio de un salario mensual fijo de unos 2.000 euros», refiere la sentencia del tribunal que ha condenado a los acusados a penas de cárcel que oscilan entre un año y medio y tres años y medio de reclusión.
Todos ellos reconocieron su culpabilidad y no fue necesaria la celebración de la vista oral. Por tanto, el fallo es firme, esto es, que no puede ser recurrido.
El tinglado cayó como las piezas de un dominó el 7 de noviembre de 2019. Eran las cuatro de la tarde cuando los investigadores detuvieron a uno de los 'riders' sospechosos en la calle Pedro Antonio de Alarcón, en el centro de la capital. «Llevaba, ocultos en el tubo de la barra del sillín tapado con plastilina, treinta y tres envoltorios de distintos colores conteniendo una sustancia blanca con aspecto de cocaína, que fueron inmediatamente intervenidos», relata la resolución judicial el principio del fin de la organización delictiva.
Un sospechoso al tel
En esos momentos, otro de los implicados telefoneó con insistencia al primer arrestado, un detalle que no pasó desapercibido para los policías. El comunicante fue el siguiente en caer. «Fue sorprendido (...) desbloqueando el candado de una bicicleta donde ocultaba, dentro del tubo hueco del sillín, veintiuna papelinas de colores conteniendo un polvo blanco que semejaba cocaína».
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En las horas siguientes, los agentes fueron colocando los grilletes al resto de los miembros de la red.
Siguen en libertad los que montaron y dirigían la trama de narcotráfico.
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