«Se sabía que había una grieta pero como esa hay millones»

Azañón explica que existen mecanimos de control del movimiento de las montañas y cada vez más avanzados, por láser e incluso por satélite pero que para comenzar con esta vigilancia debe existir un indicio. Y en esta ocasión, el indicio ha sido este desprendimiento. «Los técnicos de mantenimiento de carreteras hacen bien su trabajo pero ese no era un punto negro. Sin indicios, no se puede saber que ahí se va a producir un desprendimiento, algo que es totalmente azaroso», explica el catedrático.

El profesor de la UGR asegura que a partir de ahora la montaña del kilómetro 16 «será la estrella» en cuanto a estar bien vigilado y que el azar ha querdido que no ocurra en otro momento de más afluencia.

En cuanto a la solución, José Miguel Azañón comenta que son relativamente sencillas y rápidas. Se puede instalar una malla alta anclada, un pie de escollera o una malla que frene hasta un metro cúbico de material desprendido. «Los técnicos ya estarán trabajando en la mejor solución que no tiene por qué ser una obra extensa», expresa el experto en geodinámica.