El sacerdote destituido en Granada llevaba dos años apartado de sus funciones

José Antonio Villena llevaba dos años apartado de sus funciones en la Iglesia. Le había comentado a un párroco que sufría una depresión por la cual iba a recibir tratamiento psiquiátrico. Aquel día le perdió la pista. «Nunca volvió a llamar, se encerró en casa y no supe nada más de él», señala.

Sin embargo, según ha podido saber IDEAL, sus superiores lo habrían apartado de sus labores como método preventivo, a la espera de aclarar lo que al final ha resultado ser un hecho muy grave. No es casualidad que la decisión se haya hecho pública ahora. Coincide con el mandato estrenado hace pocos meses de José María Gil Tamayo, para mostrar firmeza contra este tipo de acciones.

Fuentes cercanas a la parroquia de los Santos Justo y Pastor afirman que desconocían por completo la investigación interna que se estaba llevando a cabo. Lo mismo manifiestan en otros círculos de la Iglesia granadina, donde el comunicado interno de la Diócesis de Granada les pilló por sorpresa. «Lo sabíamos un poco antes de que la noticia llegara a los medios de comunicación y por eso ha sido menos boom», afirma otro sacerdote.

De puertas para fuera, la gente que solía tratarlo no paraba de preguntar por el paradero de José Antonio, que solía oficiar bautizos, comuniones, bodas o funerales. Muchos lo buscaban para que fuese él quien les acompañase en una de estas celebraciones, pero había desaparecido del mapa.