Antonio, jefe del equipo de seguridad, en el supermercado Alcampo donde ocurrió. Pepe Marín

Actuación heroica en Granada

Salva a una mujer de un infarto en Alcampo: «La miraba y me recordaba a mi abuela»

Antonio, jefe del equipo de seguridad, le practicó la RCP hasta que «volvió al mundo», salvándola de una muerte casi segura: «Estaba morada»

Laura Velasco

Granada

Lunes, 27 de enero 2025

Antonio corrió como nunca antes lo había hecho por el supermercado Alcampo. Tenía el mismo espíritu que esas ambulancias que vuelan por la autovía, adelantando ... con pericia, obsesionados con que cada segundo cuenta. Al llegar, se encontró una escena aterradora. Una clienta de avanzada edad yacía en el suelo, inconsciente. El pánico se empezaba a apoderar de los que estaban alrededor, pero Antonio hizo gala de su autocontrol y mantuvo la calma. Había que tomar decisiones. Por suerte, contaba con sobrados conocimientos de primeros auxilios, así que tomó las riendas de la situación. Gracias a él, la mujer se ha salvado de un infarto.

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Ocurrió el pasado jueves, 23 de enero, por la mañana. Antonio Jesús Rodríguez Maldonado, un granadino de 27 años, es el responsable del equipo de vigilancia de seguridad del supermercado de Granada. Se encontraba en la central, revisando cuadrantes, cuando su compañera le dio el aviso. Una mujer mayor se había desplomado. «Lo dejé todo y salí disparado», indica. Al llegar, la señora estaba con un tono en el rostro «blanco, tirando a morado». «Primero comprobé si tenía alguna obstrucción en las vías respiratorias. Al ver que no, me centré en ver si le estaba llegando aire. Había que empezar con la reanimación cardiopulmonar (RCP)», comenta.

La primera parte del masaje cardiaco se desarrolló durante 30 largos segundos. Tanto él como su compañera contaron en voz alta. «Abrí las vías respiratorias y no contestaba», recuerda. Había que seguir. Volver al masaje, volver a contar segundos. La tensión aumentaba por momentos. 1,2, 3… Y así hasta el 13, el número tachado como de la mala suerte, que en este caso fue justo lo contrario. «Noté el aliento de la mujer. Estaba respirando fuerte, era como si dijera que había vuelto al mundo», cuenta emocionado. La colocó en posición de seguridad «con las vías respiratorias abiertas para que no se tragase la lengua» y esperaron a que llegara la ambulancia del 061. La había salvado.

«Me desplomé, le di las gracias a Dios por brindarme la oportunidad de darle la vida a la señora. Me dio una alegría inmensa, pero también pena, porque piensas en que la vida es así. Ahora estás aquí y en un segundo no lo sabes», confiesa a IDEAL. «Todos la veían ya muerta, fue un infarto fulminante», añade. No usó el desfibrilador por lo agresivo que puede ser en las personas mayores, pero si después de la RCP no hubiera obtenido resultados, era la siguiente opción. «Fue un esfuerzo muy grande, pero aunque me hubiera roto las manos y la espalda, hubiese seguido. La miraba y me recordaba a mi abuela. Ese día no se iba a ir», manifiesta contundente.

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Aquella tarde, los hijos de la señora pasaron por Alcampo para recoger el carro que su madre había dejado allí. Antonio no estaba, así que no pudieron darle las gracias personalmente. Sin embargo, a él lo que más le reconforta es saber que había salido adelante. Cuando la ambulancia la trasladó al hospital, fue directamente a quirófano y le colocaron un marcapasos.

Un curso al año

La actuación del granadino no fue casualidad, sino la consecuencia de una formación adquirida a conciencia. «Estoy obsesionado con los primeros auxilios y me gusta hacer un curso una vez al año. Trabajo en un centro comercial y puede haber niños que se atraganten, infartos… Tenemos que estar preparados, porque somos la primera línea», explica. Además de su voluntad, admite que ha tenido «muy buenos jefes» que le han motivado «para seguir creciendo».

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