Sandra García, la delegada del Gobierno de Alhama

El pasado lunes, a las siete de la tarde, Sandra García recibió la llamada de Moncloa para proponerle como delegada del Gobierno en Andalucía. IDEAL publicó el nombramiento el domingo pero ella no tuvo confirmación oficial hasta pocas horas antes del Consejo de Ministros de ayer martes. Hasta el punto de que tuvo que buscar un billete de AVE de urgencia para estar en Madrid antes de las once de la mañana y renunciar a su acta en el Senado. Tras la legislatura fallida, apenas si ha podido estrenar el escaño en la Cámara Alta.

Un año después de aquella despedida en el hotel Santa Paula, Sandra García -que ya estaba preparando las máscaras para el carnaval de Alhama- se ha convertido en la figura de consenso entre el PSOE andaluz y Ferraz para ocupar el despacho de la plaza de España de Sevilla. «Es una prueba de que Susana y Pedro no tienen tan mala relación como dicen», argumenta un destacado dirigente del PSOE granadino.

Llega a la Delegación del Gobierno -el mismo puesto que ocupara José Torres Hurtado (1996-2002) en un momento nada sencillo, con un gobierno de signo contrario en la Junta de Andalucía y un portavoz, Elías Bendodo, que se siente cómodo en la confrontación. «No le han gustado nunca los conflictos. Nunca ha empuñado una espada ni aunque fuese para dar el golpe de gracia», dice alguien que fue su jefe -no se especifica 'jefa' para proteger a la fuente-.

Sandra es todo lo que aparenta y también lo contrario. Es una persona templada -una de sus compañeras la define con otro calificativo pero pide que se omita por ser políticamente incorrecto-. Pero también es sarcástica y mordaz, aunque tras soltar una maldad sonríe casi arrepentida como el niño que ha hecho una travesura.

Licencia en Ciencias Políticas, Sandra fue concejala en Alhama, su permanente punto de retorno. En la Junta pasó por las delegaciones de Turismo y Agricultura y también ocupó una dirección general en Sevilla. Su trabajo nunca le ha separado de su casa. En su primer embarazo apuró casi hasta el último día, de pueblo en pueblo para acompañar las fiestas del verano. Sus compañeros bromeaban con que el conductor terminaría por hacer las veces de matrona.

En su última etapa en la Delegación del Gobierno de la Junta en Granada mantuvo buena relación con los agentes sociales e incluso con la oposición. Alguien cercana, que solía comer un menú del día en algún bar próximo a La Normal, a menudo acompañada de su equipo o de algún trabajador de la administración. Y todas las noches regresaba a Alhama, con Lucas y sus hijas Sandra y Ana. Quienes la conocen son incapaces de describir sus aficiones, porque el tiempo que le queda libre se lo dedica a su familia.

Es 'Sandrita' para quienes le vieron llegar al gabinete de la Junta en 2004. Alguien que se ha sobrepuesto a las adversidades, porque también la vida le ha invertido a veces el orden de las cosas. Que ha superado sus recelos a hablar en público y el pánico a volar -aunque tampoco haya que montarse en avión si no es estrictamente necesario-. Ahora es la nueva delegada del Gobierno. De Alhama, comarca del Poniente.