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Una mañana cualquiera de un día cualquiera. Son las ocho de la mañana y Miguel ya está mentalizado para lo que tendrá que sobrellevar esa jornada. Casi medio centenar de consultas presenciales y telefónicas, visitas a domicilio, rastreos de contagios, control de residencias y de ... colegios, más todas las urgencias que puedan producirse a lo largo del día. «Es imposible hacerlo todo, pero nos esforzamos porque sabemos que nuestros pacientes nos necesitan», cuenta este médico de familia granadino.
Los profesionales de atención primaria se han convertido en una pieza clave en la lucha contra el virus. Se encargan de los rastreos, las bajas y los demás trámites que arrancan después de cada contagio, las dudas por la Covid, el control de las residencias y de los brotes en los colegios. Y, junto a todo ello, continúan tratando el resto de patologías y síntomas de sus pacientes tanto en consulta como por teléfono y en sus propios hogares. Una situación que les ha supuesto una sobrecarga laboral y emocional y que ha dejado a la atención primaria y a sus profesionales al límite de sus fuerzas.
La Junta de Andalucía ha destacado en repetidas ocasiones sus agradecimientos al titánico esfuerzo que están realizando los profesionales sanitarios durante estos meses y ha asegurado que se han reforzado sus plantillas y se seguirá haciendo en los próximos meses. Según explicó la Consejería de Salud, se van a contratar en la provincia 1.026 profesionales de distintas categorías para atender a las necesidades derivadas de la atención de pacientes Covid.
Sin embargo, en este proceso se están encontrando con un gran problema: no hay sanitarios disponibles en las bolsas. Esto les ha llevado a plantear al Gobierno la posibilidad de contratar médicos extracomunitarios, según indicó hace unos días el presidente de la Junta, Juanma Moreno.
Además, el consejero de Salud, Jesús Aguirre, pidió que la atención primaria se aborde «desde la situación de pandemia» que se vive a nivel mundial y que afecta a todas las comunidades autónomas en España. «Nada puede ser igual que era y todo ha cambiado», indicó el consejero.
Para los profesionales sanitarios, esta nueva realidad que se vive en los centros de salud les está dejando «exhaustos» y llenos de frustración y ansiedad. «Necesitamos refuerzos. Estamos haciendo el doble o el triple de trabajo con la misma plantilla o menos, y no podemos seguir así. Lo hacemos porque sabemos que es lo necesario, pero está siendo muy duro para todos», explica Paqui, una médico de familia que prefiere no identificarse.
Tal y como ellos mismos afirman, antes de la pandemia, ya estaban «muy mal» por el exceso de trabajo y la falta de contratos para cubrir jubilaciones, vacaciones y bajas. Una realidad que se ha recrudecido con la Covid, que ha mermado los centros y ha aumentado la carga de trabajo.
En la provincia, se hacen unas 800 PCR diarias desde atención primaria. Además, los en torno a 850 médicos de familia que hay en Granada llevan a cabo una treintena de llamadas cada día, a las que se suman una veintena de consultas presenciales y de urgencias. Y para cada cita, disponen de entre cinco y siete minutos. «En el caso de las llamadas, gastamos ese tiempo solo en que nos cojan el teléfono. Por eso hay tanto retraso en las consultas y en las propias citas, que se dan de dos semanas en dos semanas», indica Lucía, otra médico de atención primaria que también prefiere permanecer en el anonimato.
Para poder hacer frente a todas estas tareas, la mayoría de ellos trabaja cada día entre dos y tres horas más de su jornada, por las tardes desde su propio hogar, debido a que los centros de salud de la provincia llevan siete meses cerrados en horario de tarde, a excepción de las Urgencias de Gran Capitán, la Chana y Zaidín.
Todos los años, los ambulatorios cierran sus puertas por las tardes durante los meses de verano y hasta las primeras semanas de septiembre para redistribuir las plantillas ante la falta de personal por las vacaciones. Pero este año, el cierre se tuvo que adelantar a marzo, cuando se decretó el estado de alarma, y se ha mantenido todo el mes de septiembre. Tal y como explican fuentes sanitarias, se espera que en octubre reabran sus puertas, principalmente para hacer frente a la temporada de vacunación de la gripe, que dará comienzo en la segunda semana de octubre con los colectivos de mayor riesgo. Para ello, se han adquirido 2,3 millones de vacunas que podrían administrarse fuera de los centros de salud andaluces para evitar concentraciones.
Frustración y presión
«Empiezas a las ocho y no sabes cuándo vas a acabar. Es una presión y una frustración enorme porque no podemos hacer tan bien nuestro trabajo como nos gustaría», afirma Paqui. Según indica, solo en las llamadas de los rastreos invierten dos horas. «Necesitamos personal. En mi centro no es que no hayan mandado refuerzos, es que nos falta uno en plantilla», cuenta Miguel.
Para poder solucionar esta situación, piden un refuerzo «real y suficiente» de las plantillas, un aumento del tiempo de las consultas y un menor cupo por día. Además proponen que los centros vuelvan a abrir por las tardes y que los sanitarios que, de forma voluntaria, quieran trabajar a cambio de una remuneración económica, puedan hacerlo.
«Y también necesitamos el respaldo de la sociedad, porque hemos pasado de que nos aplaudan y nos llamen héroes a que nos agredan verbalmente», explica Lucía. Tal y como señalan tanto ella como el resto de profesionales, desde que los centros retomaron las visitas presenciales, los retrasos en las citas han despertado el nerviosismo y el enfado de los pacientes, lo que ha propiciado estas agresiones hacia los trabajadores.
Por ello, Lucía pide a los pacientes que se quejen, pero con las autoridades responsables de esta problemática: «Comprendemos que estén enfadados, pero no debería ser con nosotros, que lo único que hacemos es sobrecargarnos de trabajo para atenderles. Nos estamos dejando la salud y encima tenemos que aguantar esas agresiones».
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