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Desde el inicio de la pandemia, se han incrementado los casos de ansiedad y depresión. PEPE MARÍN
Alerta de dos expertas granadinas | Las secuelas psicológicas invisibles del coronavirus

Dos expertas granadinas alertan de las secuelas invisibles del coronavirus

La psicóloga Elena Miró y la psiquiatra Cristina Rojas analizan con IDEAL el impacto mental de la pandemia, así como la incidencia de un hipotético futuro confinamiento

Chema Ruiz España

GRANADA

Martes, 17 de noviembre 2020, 11:32

Ocho meses de crisis sanitaria e incertidumbre pasan factura a nivel psicológico. La incidencia de la pandemia se mide en fallecidos, contagios y consecuencias socioeconómicas, pero también se puede calibrar en cuanto a secuelas mentales. La psiquiatra Cristina Rojas es concisa al señalar a este periódico que, «sobre todo, lo que ha habido es un incremento de casos de ansiedad». La doctora Elena Miró, profesora titular en la Facultad de Psicología de la Universidad de Granada (UGR), también contactada por IDEAL, abre más el abanico. «Han aumentado los problemas relacionados con ansiedad, depresión, problemas de sueño, ataques de pánico, problemas de somatización y los síntomas de estrés postraumático», indica, si bien puntualiza que «faltan cifras definitivas». No obstante, advierte: «Las mayores consecuencias psicológicas están por llegar y se van a disparar si la situación no se resuelve».

Son las patologías más frecuentes dentro de los síntomas que menos se aprecian del virus. «Estamos pasando un momento muy malo, pero nuestra mente nos pasa factura al sacar conclusiones e interpretaciones que nos hacen mucho daño», explica Rojas, quien además expone que estas manifestaciones se deben a mirar hacia el futuro y, sobre todo, una dramatización del contexto actual. «La ansiedad es un efecto patológico que se caracteriza por tener un trípode que nos hace sufrir mucho. Entramos en la intranquilidad, en la inseguridad y en la duda, lo que nos desestabiliza totalmente. Todo esto, acompañado del individualismo que supone estar encerrado y no poder conectar con los demás», profundiza la otrora psiquiatra en la Unidad de Agudos del antiguo Hospital Clínico de Granada, que pasa consulta de forma privada desde 2015. «A veces, aparece en esta dramatización el 'y si' permanente. ¿Y si me pasa? ¿Y si me ocurre? ¿Y si viene?», apostilla.

«El miedo e incertidumbre que nos genera esta situación insólita, la existencia de múltiples preocupaciones por las circunstancias económicas, unidos a la reducción en las que eran nuestras actividades habituales y, en los casos de cuarentena y confinamiento más extremo, la ruptura en los ritmos habituales, la reducción del ejercicio físico, de la exposición a luz solar, y la posible aparición de hábitos nocivos pueden situarnos en una situación psicológica compleja en la que empecemos a experimentar, sobre todo, síntomas de ansiedad, depresión y problemas de sueño», abunda Elena Miró. Todo ello se expresa de formas distintas: «Llorar sin motivo aparente, responder de forma irascible, tener un intenso nerviosismo interior o sentimientos de pánico, no poder conciliar el sueño, despertarse con frecuencia o tener sueños angustiosos», ejemplifica Miró, que recuerda que los humanos son «seres sociales».

«Estamos acostumbrados a desempeñar ciertas rutinas de las que depende nuestro bienestar físico y psicológico», añade la profesora de la UGR, en la misma línea en la que se expresa Cristina Rojas. «Somos seres sociales que necesitamos del otro y los otros necesitan de nosotros», argumenta la psiquiatra, que, en relación al aumento de trastornos depresivos, señala que se trata de una reacción «a la situación». «Nos vemos con tristeza, desilusión, desesperanza, sentimiento de incapacidad, de minusvalía», esgrime.

Estudiantes y trabajadores

Hay dos grupos que durante la pandemia han estado expuestos sobremanera a las alteraciones. Por un lado, los estudiantes, «los más vulnerables» para Cristina Rojas. «Para ellos, una cosa fundamental es, en primer lugar, lo presencial en la Facultad o en el colegio, pero, después, las relaciones humanas», desarrolla la psiquiatra, que, sin justificar, también sitúa aquí el origen de algunos comportamientos contraproducentes en la gestión de la pandemia. «Por eso, estas fiestas clandestinas, este salir en un momento determinado sin ton ni son, decir 'a nosotros no nos va a pasar nada'. Están muy contenidos, muy reprimidos, y creo que han sido uno de los estamentos sociales más afectados», ahonda.

Para Elena Miró, «las personas más vulnerables son las que ya tenían características previas de personalidad disfuncional, las que ya padecían problemas psicológicos como la depresión, las que tienen poco apoyo social y las que están sufriendo consecuencias especialmente negativas debido a la pandemia», si bien puntualiza que «los que en este momento están viviendo una situación de más tensión son los universitarios». «El confinamiento domiciliario tuvo muchas consecuencias negativas», sostiene la psicóloga, que conoce de primera mano sus consecuencias y recuerda que hubo «problemas de muchos estudiantes para seguir clases online, desmotivación entre los estudiantes, pérdida de hábitos, exceso de uso de videojuegos y sedentarismo», entre otros efectos.

A nivel laboral, Miró apunta que «las personas más desfavorecidas en este momento son las que se encuentran en ERTE o han perdido su trabajo», aunque matiza que las adaptaciones que requirió la nueva normalidad «han afectado a todos, de un modo u otro». «Hacer trabajo telemático ha sido muy duro, porque ha sido estar en sus casas, mantener el equilibrio entre lo laboral y lo familiar, y los trabajadores no han podido salir a sus puestos, como solían hacerlo», añade Rojas.

Un caso aparte es el de aquellos pacientes que han pasado la Covid-19. «Mientras que estar con el virus puede acompañarse de miedo y aprehensión por cómo se evolucionará, haberlo superado ya aporta cierta tranquilidad en algunas personas», asegura Elena Miró. Cristina Rojas, por su parte, recuerda a «dos pacientes jóvenes» que fueron hospitalizados. «Ha habido para ellos un antes y un después. Verse rodeados de sufrimiento, enfermos, hospitalizados, les ha hecho reflexionar también sobre cuál es el sentido de su vida; les ha hecho valorar mucho más su vida, su familia y sus amigos. Han madurado ostensiblemente», sostiene.

Un segundo confinamiento

Y, mientras miles de personas lidian con todas estas secuelas, en el horizonte permanece el fantasma de una hipotética segunda reclusión. «Que muchos meses después se planteara un nuevo confinamiento domiciliario total sería demoledor para la salud mental de la población, pues en este momento es más intenso el desgaste de tanto tiempo de tensión, así como la preocupación e incertidumbre por la evolución futura de esta pandemia», sentencia Elena Miró, que, por esta misma razón, considera que «se está haciendo bien en mantener activa toda la actividad que sea posible». Coincide en ello Cristina Rojas, que invita a «no agobiarse» con esta posibilidad, que sería «terrible».

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