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Señores de la política y la palabra

Señores de la política y la palabra

Granada en el alma ·

Hubo un tiempo en este país, en el que los políticos de muy distinto signo, se comportaban con educación, dando un ejemplo a la ciudadanía del que hoy, desgraciadamente carecemos

Tito Ortiz

Jueves, 22 de agosto 2019, 01:37

Tengo la edad suficiente para recordar las crónicas parlamentarias de Luís Carandell, excelso periodista de las Cortes hispanas, que tuvo la fortuna de relatar acontecimientos importantes, como la venida de la democracia, y hacerlo con referencias históricas de, intervenciones extraordinarias a cargo de políticos de ... todo signo en siglos anteriores. Los que vivimos la dictadura y posterior transición política, también hemos podido disfrutar de la corrección en el trato de sus señorías, pese a representar partidos muy distantes en la ideología política. Ese clima de constante crispación y enfrentamiento verbal del que ahora presumen nuestros políticos, que desgraciadamente han trasladado a la ciudadanía, no es más que el fiel reflejo de sus carencias. Cada vez con más frecuencia, arriban a la militancia política, personas con menor formación educativa y profesional, que buscan una salida a un futuro incierto y para el que no se preparan. Carecen por lo general de experiencia laboral, y encuentran en la política el caldo de cultivo necesario para, camuflarse inmersos en la mediocridad existente. Su incapacidad para dialogar los hace llegar a los extremos de, admitir a los rivales políticos como enemigos en el campo de batalla, lo que ya de por si los incapacitaría para, el ejercicio político en cualquier país medianamente culto. Ahora es imposible encontrar dedicados a la política, personas vocacionales como en los setenta lo fueron, reputados catedráticos doctores honoris causa, como algunos padres de la Constitución, o profesionales de nivel internacional con despacho como, los Garrigues Walker. Ahora hay mucho muerto de hambre, sin oficio ni beneficio, que se aferra a la política porque no tiene donde caerse muerto. Lo de vocación de servicio a la sociedad, es un camelo de tomo y lomo, no hay más que verlos y oírlos.

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