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La Cruz Roja de Granada se volcó con los afectados por el 11M. 20 años después recuerdan lo sucedido con algunas de las portadas de Ideal sobre el atentado de Madrid. Pepe Marín
XX aniversario del 11M

SMS Cruz Roja: «Equipo de Respuesta Inmediata activado. Atentado en Madrid»

Tres de los psicólogos de Granada que atendieron en el Tanatorio de la M30 de Madrid a las víctimas del 11M recuerdan los días más terribles de sus vidas

Viernes, 8 de marzo 2024, 18:03

El sábado 13 de marzo de 2004 el equipo de diez personas del ERIE de Cruz Roja de Granada volvió de atender en Madrid a las víctimas del 11M. ERIEson las siglas del Equipo de Respuesta Inmediata de Intervención psicosocial, un grupo que, tras la experiencia vivida dos décadas atrás, se hizo un hueco principal en las tragedias, catástrofes y emergencias de cualquier tipo, junto a los servicios sociales y sanitarios, bomberos, militares y los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado.

Dos décadas después, tres de esos psicólogos, ManuelJesús Garrido (38 años en el momento del atentado), Hilda Terranova (53) y María Isabel Vega (44), recuerdan su experiencia reunidos en el lugar desde el que partieron a Madrid el 11 de marzo de 2004. Este es el relato coral de los días más terribles de sus vidas. Arranca con el regreso a Granada después de tres días en el corazón de la tragedia.

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«No hay medicina para el dolor»

La intervención de la ERIE el 11M dio a la población una idea muy clara de cómo se puede ayudar en una situación imposible de revertir: «Ese acompañamiento es muy beneficioso». En Madrid coincidió un equipo bien formado –sanitarios, psicólogos, trabajadores sociales y socorristas– que mejoró gracias a esa experiencia. «Nos dimos cuenta de lo útil que fue nuestra intervención, teniendo en cuenta que Cruz Roja fue la que inició el apoyo psicológico en emergencias». «Tras el 11M, incluimos en todos los cursos los fundamentos psicosociales. Había que tratar el duelo y darle categoría de enfermedad, porque no hay medicina para el dolor».

El equipo de Cruz Roja de Granada, el 11M de 2004 antes de partir a atender las víctimas de los atentados terroristas en Madrid.

Imagen después - En el mismo lugar hace 20 años.

Manuel Jesús, sentado, conversa con sus compañeras Hilda y María Isabel Vega, como hace 20 años, en la sede de Cruz Roja.

Imagen antes - En el mismo lugar hace 20 años.
En el mismo lugar hace 20 años. Pepe Marín

No fue la única lección aprendida que trajeron de vuelta. «Nunca tienes que irte a dormir sin arreglar el problema que tienes, porque no sabes si al día siguiente vas a ver a esa persona. Lo recordamos ahora porque nos impactó el caso de una hija que se había enfadado con su madre el día anterior a los atentados. Su madre falleció y la niña, en plena adolescencia, decía todo el rato:'Quiero ver a mi madre para decirle que la quiero'. Le atendimos para decirle que nosotros también teníamos hijas adolescentes y que también nos peleábamos, pero que siempre sabemos que nos queremos. Así que le dijimos que estuviera tranquila porque su madre sabía que la quería».

«También aprendimos a organizarnos con otros servicios. En una gran catástrofe siempre es así: los equipos que intervenimos nos tenemos que poner de acuerdo. Hay que maximizar los esfuerzos y es la población la que gana si nosotros nos organizamos». Dos décadas después está mucho más claro, porque las emergencias han evolucionado gracias a cursos, simulacros, con la Unidad Militar (UME) y en los aeropuertos. También a nivel psicológico:«Entendemos mejor las reacciones humanas y las nuestras propias».

«Nunca tienes que irte a dormir sin arreglar el problema que tienes, no sabes si al día siguiente vas a ver a esa persona»

«Destacó mucho la importancia de la resiliencia. Cuando vives estas situaciones te das cuenta que hasta entonces valoras cosas insignificantes. Ahora aprecias situaciones que, si no las vives, no las puedes reconocer. Es el valor que te da como persona». «También hubo orgullo, satisfacción por el trabajo realizado, del aprecio de las familias». «Tras la intervención volvíamos satisfechos. Orgullosos del trabajo realizado. Tenemos la formación para que podamos volver así. Y tenemos gente que, si nos afecta, nos cuida».

Ese orgullo, la satisfacción, se explica por que una vez que los profesionales entienden que están ante situaciones irreversibles, toman también conciencia de que su trabajo permitirá que los afectados asuman la pérdida «algo mejor». «Nuestro trabajo es básico para que se superen las situaciones de la mejor manera».

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«Qué me habéis dado, que no puedo ni llorar»

En el tanatorio había una gran diversidad de familiares de distintos países, culturas y religiones. Les llamó mucho la atención porque en un mismo lugar podían observar mil maneras de afrontar el duelo. «Intervinimos con unas víctimas que eran de Filipinas. Se traían hasta su comida al Tanatorio de la M-30. Vinieron con quince niños pequeños. Rápidamente nos pusimos en marcha y de la nada organizamos un taller infantil con todos los materiales que habíamos traído de Granada. Era un arcón en el que había un montón de peluches. Con los guantes sanitarios hicimos globos. Con papel y pinturas les pedimos a los niños que dibujaran sus sentimientos».

«Cuando vives estas situaciones te das cuenta que hasta entonces le das valor a cosas insignificantes»

Hubo mil experiencias, narran en la sede deCruz Roja enGranada. Se les quedó grabada una de las intervenciones. «De una sala del tanatorio salió un padre al que se le había muerto el hijo que se iba a casar en breve y tenía la hipoteca concedida. También estaba la novia. Le acompañamos a fumar un cigarrillo, que duró cuarenta minutos, y eso que decía que él no necesitaba nada y que atendiéramos a su nuera». «A otro padre le dieron tranquilizantes y se quejó:'Qué me habéis dado que no puedo ni llorar'. Tuvimos una reunión seria para detener esto de dar pastillas».

«Era como un carrusel de muerte»

Todo era muy acelerado. A las nueve de la mañana del 12M llegaron los servicios sociales de Madrid y luego llegó el SUMA, el servicio de emergencias de la Comunidad de Madrid, que se encargaban de la coordinación. «Tras una reunión nos pusimos a su disposición. Pero como ya nos habíamos desplegado y funcionábamos bien, todos se acoplaron a nuestra estructura».

«Hicimos un estudio de campo, ver qué salas había, dónde poníamos el ordenador. Desplegarnos». «A continuación nos presentamos a las víctimas. 'Estamos aquí para ayudaros', les dijimos». «Habíamos llegado a las siete de la mañana al Tanatorio de la M-30. Nos encontramos con voluntarios de Cruz Roja Madrid y les dimos el relevo. Nos dijeron que había dos salas con cadáveres, pero que la previsión era que iban a seguir entrando y que se iba a llenar de familiares. Se esperaban catorce fallecidos más. Era como un carrusel de muerte».

Ese día, el viernes 12 de marzo de 2004, se levantaron a las cinco de la mañana. «Nos dieron de desayunar, que no es hora de desayuno, pero el hotel nos dijo que no nos preocupáramos, que nos lo servían. ¡No nos acordamos del nombre del hotel, nos vamos a acordar del desayuno, pero café seguro! Nos levantamos con muchas ganas, con ganas de empezar».

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«Nos esperaba un díalargo por delante»

«Nos alojamos en un hotel. La Comunidad de Madrid los cedían a todos los equipos que llegaban para intervenir. El coordinador nos 'mandó' irnos a dormir porque si había que estar listos a las seis de la mañana teníamos que descansar. Que nos esperaba un día largo por delante. Íbamos con el corazón alerta, controlado, pero con incertidumbre. Estuvimos hablando sobre lo que nos esperaba. No sabíamos todavía a qué lugar nos mandarían. Podíamos haber ido a Ifema, a cualquier hospital. Nos mandaron al Tanatorio de la M-30».

El viaje fue rápido en los dos coches con los distintivos de la Cruz Roja. Iban escuchando la radio, pero relajados. Atendiendo a las noticias, «que si había más o menos muertos, que si había sido o no ETA...». Iban hablando con el Centro de Coordinación, conectados con Madrid y Granada. «No sabíamos lo que nos íbamos a encontrar».

«De la nada organizamos un taller infantil con todos los materiales que habíamos traído de Granada»

No recuerdan dónde pararon a tomar café. «Quizá en Casa Pepe. Pero no, ahí no paramos. Fue en Valdepeñas. A comer un bocadillo. Seguramente». Salieron de Granada a las cuatro de la tarde porque pensaron que llegarían y empezarían a intervenir. «Pero nos dijeron que no, que descansáramos y que empezábamos el 12M a las seis de la mañana».

«De los diez que fuimos a Madrid, dos estaban en la sede en Granada, el resto en sus respectivos trabajos». A las horas del atentado Manuel Jesús, María Isabel, Hilda y siete voluntarios más de Cruz Roja de Granada, recibieron el SMSde Cruz Roja en sus móviles y no dudaron: «Equipo de Respuesta Inmediata psicosocial activado (ERIE). Atentado en Madrid. Disponibilidad en horas».

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