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Inés Gallastegui
Granada
Miércoles, 6 de noviembre 2024, 00:16
Fue visto y no visto, pero algunas imágenes ya no se irán nunca de su memoria. 44 jóvenes partieron de Otura a las 7 de la mañana del lunes en un autobús cargado de ayuda humanitaria, se echaron al barro nada más llegar a Aldaia(Valencia) y por la noche regresaron a Granada. Fueron apenas cinco horas en las que ayudaron a una joven empresaria a limpiar de fango su recién estrenado estudio de pilates, repartieron medicamentos a ancianos que los necesitaban, alimentaron mascotas y clasificaron comida y ropa junto a los voluntarios de Cruz Roja. En la mañana de este martes estaban en sus trabajos o sus clases, agotados pero con la sensación de haber hecho algo útil. Fue solidaridad exprés.
En Aldaia, una localidad de 31.000 habitantes a 10 kilómetros de Valencia, no llovió ni una gota el martes pasado, pero los efectos colaterales de la DANA dejaron un paisaje de ruina y muerte: al menos seis vecinos han perdido la vida.
José Manuel Martínez, vecino de Monteluz, era el alma mater de la expedición. Con experiencia en la recogida de ayuda humanitaria para la población afectada por el terremoto de Turquía y por la guerra de Ucrania, este técnico de márketing de 33 años no podía estarse quieto ante la tragedia de Valencia.
Su amigo y compañero de crossfit en su club de Juncaril, Rubén Muñoz, puso a su disposición uno de los autocares de su compañía, Ainhoa Bus, y la influencia en redes sociales de su colega Andrés Pérez, más conocido como La Mano de Oro, DJ y mánager de Saiko.
El resultado: en menos de 24 horas ya tenían un autobús repleto de alimentos, agua, ropa, productos de limpieza, palas, espuertas y recogedores donados por distintas empresas del área metropolitana. Y lo más importante: 44 pares de manos de jóvenes dispuestos a sacrificar las siguientes 24 horas de sus vidas por una buena causa.
Por el camino contactaron con el Ayuntamiento de Aldaia, que los recibió con los brazos abiertos, y a las tres de la tarde entraban en la localidad escoltados por la Policía Nacional. «Descargamos el material en un colegio donde estaba Cruz Roja, nos dividimos en cuadrillas y nos pusimos a trabajar». Limpiaron garajes, apilaron muebles para la basura, 'desvolcaron' coches arrastrados, repartieron medicamentos a ancianos aislados en sus casas y alimentaron con el pienso que llevaban a animales perdidos.
Su trabajo ha dejado huella. «Gracias, gracias, gracias por tirar de nosotros cuando las fuerzas flojean. En medio de toda esta tragedia, me quedo con esto, porque me está llenando el alma». Es el mensaje en Instagram de Eva Lezcano, a la que el desbordamiento del barranco de la Saleta ha dejado con una mano detrás y otra delante.
Llevaba unos pocos días con su flamante estudio de pilates abierto cuando una ola de barro lo anegó por completo y destrozó su sueño. Hasta que llegaron «los chavales de Granada» y en pocas horas sacaron un coche que había quedado encajado, retiraron la tarima podrida y limpiaron las paredes y los aparatos con agua a presión.
También se unieron a los voluntarios de Cruz Roja en la clasificación de ayuda humanitaria. «No necesitan más comida ni agua. Están saturados. Lo que necesitan son manos y máquinas», observa José Manuel.
Asegura que en las cinco horas que estuvieron en el pueblo solo vieron a cuatro efectivos de la UME. De hecho, fueron los encargados de preparar los bocadillos para el contingente que tenía prevista su llegada el lunes por la noche, seis días después de la riada. Tampoco había llegado maquinaria pesada para remover escombros; usaban la que tenían disponible en el pueblo.
Por ejemplo, para retirar del cauce del río coches señalados con una gran equis roja en el techo. «Nos dimos cuenta de que en ellos había cadáveres», explica José Manuel, convencido de que las cifras de muertes oficiales no reflejan aún el alcance real del desastre.
Lo corrobora el DJAndrés Pérez, que ha aprovechado su «altavoz» en redes sociales para contar lo que está pasando, pero cree que la mejor forma de ayudar es «aportar nuestras dos manos». El mánager de Saiko asegura a IDEALestar «indignado» por la escasa presencia de recursos públicos materiales y humanos. «No vi fuerzas del Estado y las que vi no estaban manchadas de barro. Todo el trabajo ha sido del pueblo. Estaba todo el mundo volcado, retirando lodo, moviendo maquinaria, codo con codo. Fuimos a una nave a ayudar 20 personas, llegó una máquina y en diez minutos hizo el trabajo que nos estaba costando horas», relata, indignado con todas las autoridades por su «falta de respeto al pueblo».
Quizá por esa sensación de abandono, la llegada de los voluntarios de Granada fue recibida con un cariño infinito. «Todo el que nos veía nos abrazaba y nos daba las gracias. Ver a toda esta gente muy joven volcada con ayudar ha sido realmente bonito», concluye José Manuel.
Los estudiantes de la Facultad de Traducción e Interpretación de la Universidad de Granada están llevando a cabo la recogida de bienes para enviar a Valencia. Según señalan desde la propia facultad, la iniciativa ha surgido directamente del estudiantado, que ha instalado un punto de recogida en el Aula 3 de dicha facultad para recopilar todo el material posible para enviar a las zonas más afectadas por las inundaciones. La recogida comenzó ayer y se prolongará este miércoles desde las 9 hasta las 18 horas.
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