Un perro suelto, con su dueño lejos, en el Parque Natural de Sierra Nevada I. G.

«No hace nada: solo quiere jugar»

El incumplimiento de la normativa deriva en enfrentamientos entre ciudadanos con y sin perro, ante la pasividad de las autoridades

I. Gallastegui

Granada

Domingo, 1 de septiembre 2024, 09:17

Santiago sale a caminar, correr y pedalear habitualmente por el monte y ha tenido todo tipo de experiencias con perros. Algunas, agradables, con mascotas bien educadas, y otras, no tanto. «A veces vas corriendo por un camino y un perro viene trotando y ladrando con ... bastante agresividad hacia ti. Entonces detienes la marcha –y ya te da rabia– y te diriges al dueño... La gran mayoría de las veces te dice: 'No hace nada, no muerde, es buenísimo, solo quiere jugar...'. Y yo me pregunto:¿cómo quiere que yo lo sepa? ¿Es que su perro lleva un cartel colgando que dice 'soy amigo de los corredores'? A lo mejor solo quiere jugar, pero si vas corriendo se te enreda en las piernas y puede hacerte caer. O aún peor, te percibe como una amenaza porque vas hacia su dueño y te ataca», argumenta. Si con los 'runners' se alteran, con las bicicletas algunos canes se vuelven locos. «Antes muchos perros de los cortijos estaban sueltos y había que bajarse de la bici y coger piedras para espantarlos. Ahora ya es menos frecuente verlos sin cadena», explica.

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«Tienen que desfogar»

Esther es dueña de un mastín, un pinscher alemán y una podenca –tres perros de gran porte– a los que a diario pasea cerca de su casa en Híjar (Las Gabias), con correa por el camino y sueltos al llegar a un olivar cercano. «En Híjar hay un 'pipican' y ahí los perros socializan y juegan, pero no pueden desfogar, correr y seguir su naturaleza», justifica. Así que cada dos o tres semanas, se va en coche a Cumbres Verdes y los deja libres. Los canes, por descontado, son felices, pero vulnerar la ley le ha traído a su dueña algunos conflictos. «En esa zona hay poca gente, pero más de una vez me han llamado la atención por llevarlos sin correa. 'Los perros son irracionales y no sabes cómo pueden reaccionar', me han dicho alguna vez. Los míos están educados y no muerden... a no ser que se les ataque. Se acercan a la gente porque son sociables y quieren saludar», objeta.

El pasado enero, asegura, se topó con unos agentes de la Policía Local de La Zubia que patrullaban por la zona y, al ver a los perros sueltos, le pidieron la documentación de las mascotas, le recordaron que con la Ley de Bienestar Animal la correa es obligatoria y la dejaron ir con una advertencia pero sin sanción.

Esther reflexiona sobre la ley y cree «exagerado» legislar para proteger la naturaleza anulando la naturaleza de los perros. «Mi podenca a veces me trae pajarillos que ha cazado y me los pone a los pies como si fuera un tributo. Es su instinto y tiene que seguirlo», defiende.

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Atados y sanos

Raúl Pedregosa, vicepresidente del Colegio de Veterinarios de Granada, recuerda que la necesidad de un can de hacer ejercicio –que también puede hacerse con correa– varía muchísimo en función del animal, la edad y la raza. «No es lo mismo un cachorro que un perro de 13 años con artrosis, ni un alaska malamute o un belga malinois que un yorkshire o un bulldog francés», razona el experto, quien defiende que un perro puede estar «perfectamente sano» cumpliendo la ley.

Pedregosa advierte que la obligatoriedad de llevar a los animales sujetos no solo protege la naturaleza y a las personas, sino también a otros perros, que son a quienes más a menudo se dirige la agresividad canina, a veces con consecuencias graves.

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