Investigadores de Granada estudian 'El cante de las estrellas'. Fermín Rodríguez

Ciencia en Granada

La sonificación de las estrellas se hace realidad en Granada

Investigadores del IAA, la UGR y el Conservatorio Victoria Eugenia se alían para estudiar la «música» que producen los datos de los astros tipo Delta-Scuti

Lunes, 15 de julio 2024, 00:42

Las películas de La Guerra de las Galaxias presentan el Universo como telón de fondo de espectaculares batallas entre humanos y alienígenas de distintos planetas. Robots inteligentes, campos de fuerza, naves que vuelan y sables láser protagonizan escenas que han hecho historia, pero que poco ... tienen que ver con la realidad. La luz no hace ruido y en el espacio, al no haber atmósfera, no hay sonidos. Las armas más características de esta saga serían, por tanto, silenciosas y casi invisibles y las peleas, mudas. Pero que el cantar de ciertos elementos no se pueda oír a años luz no significa que en la Tierra pase desapercibido. En este mundo, incluso las estrellas pueden dar un concierto.

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Esto es, en cierto modo, lo que persigue uno de los proyectos de ciencia ciudadana más innovadores que a día de hoy se está desarrollando en la provincia de Granada, 'El cante de las estrellas'. El Instituto de Astrofísica de Andalucía, la Universidad de Granada y el Real Conservatorio Superior de Música Victoria Eugenia se alían en esta iniciativa, en la que, con fondos de la Fundación Descubre y la Sociedad Española de Astronomía, pretenden descifrar la composición de los astros tipo Delta-Scuti mediante dos claves: el estudio de los terremotos que se producen en los mismos y el uso de audio para transmitir sus datos.

La historia empieza, más bien, con las Computadoras de Harvard, un grupo de mujeres que logró grandes avances en la clasificación de las estrellas a raíz de que el director del Observatorio, Edward Charles Pickering, las contratara para crear un catálogo. Tiempo después, Henrietta Leavitt descubrió que cuanto más luminosa es una estrella, más tarda en variar su brillo –es la llamada relación periodo-luminosidad–. Así, Robert B. Leighton pudo analizar las oscilaciones del Sol, cuyo estudio se conoce como heliosismología. Las investigaciones previas han servido para aplicar la teoría también en las estrellas Delta-Scuti, las cuartas más luminosas de la constelación Escudo.

Como un todo

El sonido no deja de ser una onda. En la Tierra, se propagan en el interior, pero si hay un manto, se desvían. La estrella vibra como un todo, expandiéndose y contrayéndose de múltiples formas. Cuando bombea, cambia su tamaño y también su luminosidad. «Vemos su luz porque vibra de muchas maneras a la vez, pero no todas las estrellas tiemblan con la misma frecuencia. Al analizar ese periodo, podemos conocer su interior, sus materiales, y si ligamos la frecuencia a un sonido, podremos escuchar las estrellas», explica el profesor de Física Teórica y Cosmos de la UGR, Antonio García.

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Astronomía accesible

Más allá de la investigación y la divulgación, el proyecto de ciencia ciudadana 'El cante de las estrellas' busca promover una astronomía «accesible». «Hay personas invidentes, que no ven, que se mueven por el oído. La sonificación de las estrellas es también una manera de que puedan tener acceso a esta información, a estos conocimientos, con la misma facilidad que el resto de personas. Buscar patrones con el oído no es lo mismo que buscarlos con el ojo», comparte el jefe del Grupo de Variabilidad Estelar del IAA, Javier Pascual.

Por ahora, los astrofísicos juegan con que las estrellas más pequeñas, que vibran más rápido y en periodos cortos, cantan agudo, de forma similar a un violín; las más grandes, por contra, tiemblan más lento y en periodos largos, produciendo tonos graves como los de un contrabajo. Partiendo de esa base, el equipo granadino que lidera este proyecto va a «intentar hacer ciencia con la sonificación por primera vez», advierte el investigador postdoctoral del IAA y divulgador, Sebastiano de Franciscis. Resulta que en ninguno de los estudios relacionados que se han llevado a cabo con anterioridad se ha establecido como objetivo la investigación científica. Una vez se conoce la frecuencia de brillo de una estrella, el siguiente paso es plasmarla en un gráfico. Las separaciones que se dejan ver en el mismo revelan su masa, así como su temperatura. En el caso de las Delta-Scuti, este análisis es mucho más complicado porque «hay muchas frecuencias distintas a la vez». «No se ve una separación clara. Si pudiéramos medir su geometría, sabríamos cómo es exactamente incluso el interestelar –el espacio comprendido entre varios astros–. La sonificación ayuda a que su estudio sea más sencillo», apunta el profesor García.

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Para que esas frecuencias sean lementos audibles por el hombre, primero es necesario diseñar un 'diagrama escalera' con los datos que ya se conocen de la estrella en cuestión. A partir de ahí, «se aplica una transformada hasta un espectro de potencias». O lo que es lo mismo, se realiza una operación matemática y se logra conocer cómo vibra, la música que produce. Así, convertidos los datos en sonido, es momento de trasladarlos a un pentagrama. Según el profesor de Composición y Orquestación del Conservatorio Superior, Julio José Niño, «el funcionamiento es similar al de los afinadores digitales de los instrumentos».

Sintonizando la radio

Lo que para los astrofísicos son periodos y frecuencias largas, para los musicólogos es cuestión de milisegundos. Por eso, «si trasladamos las frecuencias de la estrella tal cual, el sonido es raro, desagradable. Hay que ajustarlo», subraya el experto en Tecnología Musical del mismo centro de formación musical, José López Montes. Según la expansión de los datos en el pentagrama, se oyen más o menos notas. Los propios estudiantes del Conservatorio Victoria Eugenia serán quienes formen la primera base de datos para encontrar patrones al no estar sujetos a sesgos.

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«Hay un sonido objetivo, que es cuando este parámetro de separación está alineado, pero siempre que nos salimos de ahí, el sonido se vuelve completamente caótico. Iremos probando y grabando distintas opciones hasta decidir, mediante criterios psicoacústicos, cuál corresponde a las Delta-Scuti», señala Montes. Será, a fin de cuentas, como estar sintonizando la radio en busca del cante de las estrellas.

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