Incredulidad es la palabra que define lo que siente el entorno de José Antonio Villena García (Padul, 1977), expulsado por el Vaticano del sacerdocio por abusos a adultos. «No sospechábamos de nada», comentan varias voces sobre el exresponsable de Pastoral Universitaria en Granada. Es muy ... conocido en la capital, donde ha desarrollado su labor durante años; en Padul, su pueblo natal; y en Bolivia, donde ha realizado múltiples misiones con su fundación.
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IDEAL ha contactado con varias personas que conocían a Villena, con diversidad de opiniones. En Padul, por ejemplo, la noticia ha pillado por sorpresa a los vecinos. José Antonio ha visitado siempre con frecuencia su pueblo y es «muy, muy querido», tal y como confirma Carlos, actual párroco en el templo de Santa María la Mayor. «No nos esperábamos nada de esto, mantengo muy buena relación con él», asegura.
En Granada, su lugar de trabajo, había pasado en dos años de cien a cero. De participar en todo tipo de encuentros, misas, sacramentos, homenajes y premios, a desaparecer de la noche a la mañana. En los barrios del distrito Centro y los de Fígares, Ronda, Rosaleda y Sagrario, la noticia de su expulsión, más allá de la gran sorpresa causada, ha respondido a la extrañeza por su ausencia durante los dos últimos años.
«Estaba en todos lados. Lo veías en todos lados. Le conocía medio Centro de Granada y ahora estamos realmente impactados con la noticia», comparten desde un conocido restaurante del Centro de la ciudad. Otro testimonio coincide con este anterior y añade: «A nosotros nos insistían para que apuntáramos a nuestros hijos en sus campamentos de verano, lo que al final por unas razones u otras no llegamos a hacer».
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Por otra parte, un compañero de instituto cuenta que en los últimos años «iba demasiado de estrella» con el cargo en la Pastoral Universitaria en Granada, que no le ocupaba un tiempo excesivo. «Mientras que otros sacerdotes de la misma edad o mayores estaban en cinco o seis pueblos, él estaba en la capital sin un trabajo muy definido», relata este granadino, que destaca cómo solía relacionarse «con familias adineradas».
Por el contrario, otros lo recuerdan como una persona «excepcional». José María lo conoció hace 15 años a través de la Pastoral Universitaria y ha estado presente en los momentos más importantes de su vida. «Me casó, bautizó a mis hijos, le dio catequesis a mi niño mediano, le dio la comunión a la mayor, enterró a mi abuela… Mi experiencia con él siempre ha sido muy buena», recalca. José María lo define como un «sacerdote fantástico» que ha realizado una intensa labor tanto en Granada como en Bolivia. «Nunca podríamos imaginarnos que ocurriría esto, nos ha sorprendido muchísimo, con nosotros siempre se portó muy bien», insiste.
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José Antonio Villena García fue ordenado presbítero en mayo de 2002, y hasta 2005 fue párroco de Ugíjar, Cherín y Jorairatar, en la Alpujarra de Granada. En octubre de ese año fue nombrado capellán del Colegio Mayor Gárnata, un centro masculino que dejó de funcionar en 2020. En 2006 pasó a ser delegado episcopal de la pastoral universitaria granadina, e impartía misas los domingos por la tarde en la parroquia de los Santos Justo y Pastor. De hecho, este templo amaneció ayer con una pintada que decía 'curos pedófilos'. A medía mañana, miembros de la parroquia ya la habían borrado.
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