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Alfredo Aguilar

El solidario método ideado por los guías de la Alhambra

Los guías acuden cada día a la puerta del monumento nazarí para conseguir clientes porque, con la pandemia, han desaparecido los viajes programados

Laura Ubago

Granada

Domingo, 4 de octubre 2020, 14:28

El sol intenta ganarle terreno a la sombra en la antesala de la Alhambra. En la zona de las taquillas no hay bullicio, solo algunos turistas que caen con cuentagotas. Una pareja, una familia... casi todos hablan español y sienten en sus carnes el frío alhambreño de otoño. Frente a sus pantalones cortos, están las chaquetas de los guías que saben de la humedad y del ambiente umbrío del monumento y su vegetación.

Los guías turísticos no quieren ser muy negativos pero el panorama es desolador. El turismo extranjero ha caído casi por completo y el nacional va a reducirse ya drásticamente después de haber sustentado el verano más raro de la historia. Con la pandemia, han desaparecido casi por completo los viajes organizados, los grupos y la maquinaria que hacía rodar La Alhambra a través de las agencias de viajes. Ahora, en su mayoría los visitantes llegan por su cuenta. Miguel Campos, el presidente de la asociación de guías granadina Agip (con 200 socios), señala que de las 8.500 entradas que vendía el monumento alhambreño en los días normales de verano han pasado a tener jornadas con 800 visitantes. También alguna buena –aislada– con 3.000. Lo han pasado mal y, sin ser catastrofistas, el declive del sector turístico está aún por llegar durante el invierno.

Entre tanta desolación, ha surgido un sistema ingenioso, solidario, superviviente para que cada día «entre algo en la olla de alguna familia». Los guías, todos los oficiales, se han organizado y han montado un plan para repartirse el trabajo sin conflictos y sin zancadillas. Todo lo contrario. La necesidad ha hecho aflorar el compañerismo de este gremio de agentes que enseñan monumentos y que explican belleza, en este caso, la Alhambra.

Visitantes sin antelación

Los guías, autónomos, trabajaban de la mano de las agencias de viaje y llegaban cada mañana a las taquillas a recoger a su grupo y a sumergirse con ellos en el universo nazarí. Ahora, son estos profesionales turísticos lo que tienen que buscar a esos visitantes sin antelación, casi al pie de la torre de la Vela, o a pocos metros del Palacio de Carlos V.

Pero no se le caen los anillos. Están contentos de haber encontrado una fórmula para no caer del todo y para mantenerse activos hasta que llegue la recuperación, en la que confían plenamente. Esther García, es secretaria de la asociación Agip, y hoy está a las puertas del monumento porque ha conseguido buen número. «Nos llevamos muy bien y somos camaleónicos. Nos adaptamos. Tenemos que seguir demostrando que la figura del guía es importante», cuenta esta profesional que indica que el verano lo han podido capear pero que no saben qué será de ellos cuando pase la temporada alta, después de octubre.

Miguel Campos, presidente de Agip, explica que este sistema de trabajo ha nacido gracias a la colaboración del Patronato de la Alhambra que les ha permitido a los guías establecerse en la puerta del monumento y abordar allí a los visitantes. «Nos pidieron que lo hiciésemos de una manera discreta», apunta este guía turístico que señala que lo hacen sin avasallar y respetando también la labor de los informadores turísticos alhambreños que son los encargados de informar acerca de las entradas o de los accesos al recorrido.

Por números

Todas las mañanas, a las puertas de la Alhambra, los guías turísticos realizan un sorteo entre los presentes. Suelen ser medio centenar. De esta manera establecen en qué orden entrarán a enseñar la Alhambra con los turistas que accedan. Entre todos, ayudan a captar visitantes y hay coordinadores que se encargan de que todo vaya en el orden establecido. «Que sepa la gente que estamos aquí dispuestos a guiarle la visita durante tres horas y que se irán satisfechos seguro», señala Esther García, secretaria de Agip.

«Me levanto todos los días a las siete de la mañana y me vengo para ver si ese día voy a poder trabajar», expresa Maribel Castillo, que explica cómo este sorteo ha sacado el lado más bonito de su profesión. «El otro día le cambiamos el número a una compañera porque era su santo», cuenta esta profesional del turismo que no siente que sus compañeros sean su competencia. Al revés. «Visitar así la Alhambra tiene su encanto pero da cosa verla tan vacía. El primer día que escuché dentro el eco de mi voz me dio mucha pena». Y añade: «la gente se va muy agradecida con la visita. El otro día me dijo un hombre que no podía evitar llorar ante lo que le contaba en el patio de los leones», remata esta guía.

Los guías consiguen al día unos 15 o 20 servicios y los fines de semana han sido muy buenos, según apunta Miguel Campos, presidente de Agip, que recuerda que este sistema ya se hacía hace 50 años en la Alhambra, junto a los taxis y que le llamaban 'de los palos', porque donde se ponían había unos palos verdes.

Contento con este método esta Borja Capellán, representante de la asociación de guías de turismo Taqa que señala que esta fórmula es una «salvaguarda» para estos tiempos difíciles en los que su asociación se dedica a la formación de los propios profesionales, a la espera de que escampe. «Estamos muy agradecidos con los que han impulsado este sistema que ya se hacía antiguamente», subraya Capellán.

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