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Andrea G. Parra
Miércoles, 13 de diciembre 2023, 00:26
Los dibujos cuelgan en los ventanales. A lápiz y en una hoja con muchos colorines. En la sala anterior, un pato, una bolsa con piezas para encajar y otros cacharros. Y un gorro con conexiones para estudiar el cerebro del niño. No hay teléfonos móviles. ... Buscan evidencias científicas para saber cómo se debe entrenar el cerebro para el desarrollo cognitivo de los pequeños. Esas salas están en el Centro de Mente y Cerebro de la Universidad de Granada (UGR), en el campus de Cartuja. Los escolares con problemas de atención están en todas las aulas y cada vez es más preocupante. Ese déficit llega hasta los universitarios.
La spin-off de la institución universitaria granadina denominada Neuromindset ha dado el paso al frente para aplicar esa investigación, por el momento, en la etapa infantil en la educación y próximamente en el resto de las etapas educativas. La neuroeducación se puso de moda en la última década.
Los investigadores que integran esta empresa de base tecnológica lo tienen claro: hay que estudiar el cerebro en el proceso de enseñanza y aprendizaje y aplicar las herramientas que ayuden a una educación de calidad.
Necesidades hay muchas. Así lo cuenta parte del equipo de Neuromindset, que son Lina Cómbita, Paul Pozuelos, Charo Rueda, Patricia Sesma y Mario Pablo Sánchez. Ellos hacen transferencia del conocimiento. Son pioneros. Aplican la neurociencia cognitiva al ámbito educativo con programas fundamentados en la ciencia. Hay, según cuentan, quienes se lanzan a ofrecer charlas y talleres en este campo sin tener formación. Y eso es contraproducente.
Desde la plataforma Neuromindset Schools ponen a disposición de los colegios una serie de herramientas y juegos con los que entrenar y fortalecer el cerebro de los niños. Si bien es una herramienta de base digital que permite enseñar a los niños estimulación cognitiva de forma precisa, no lo hacen solo a través de las pantallas. Los niños deben estar activos durante toda la sesión de entrenamiento. Activos tanto a nivel mental, fortaleciendo la atención, la memoria o la flexibilidad cognitiva, como a nivel corporal para, por ejemplo, aprender a controlar los impulsos, con juegos que requieren que cuando aparece una cara feliz los niños tengan que saltar y cuando es triste, agacharse.
La neuroeducación supone, a juicio de Charo Rueda, una «revolución» en el ámbito educativo. Al poder estudiar cómo evoluciona el cerebro, la información de la base cerebral en lo relativo a la cognición (memoria, conciencia, atención, entre otros), se pueden aplicar mejores programas educativos. Esto puede llevar, en el marco del debate que cada profesional pueda mantener, una educación personalizada adaptada a las necesidades de cada estudiante. Siempre con una validación científica.
Patricia Sesma alerta, en este punto, sobre lo arcaico que se ha quedado el sistema educativo y la necesidad de adaptarlo. Del mismo modo, pone encima de la mesa el eterno debate de que la educación requiere de consensos y no depender de los políticos de turno.
Rueda mantiene que están en la línea de dar respuesta a las preguntas de siempre con evidencia científica. Cómbita aglutina el principal problema en la falta de atención en las aulas ocasionado por el uso y abuso de las pantallas. Esto ocurre en las aulas de infantil, primaria, secundaria y en la universidad, lo que conlleva que hay problemas de concentración, lectura y comprensión de un texto, el pensamiento crítico se está viendo resentido y se convierten en elementos pasivos.
La tendencia es a mensajes cada vez más cortos (escritos y audio) y captar la atención es una quimera. Rueda expone que la tecnología no puede sustituir y afectar a elementos fundamentales del ser humano como el pensamiento crítico o la comprensión. «Hay que separar. No se puede ver a la gente que está contra las pantallas como enemigos», advierte esta catedrática de Psicología Experimental.
En la charla para este reportaje surgen decenas de preguntas y situaciones. Paul Pozuelos plantea la cuestión que hace unos días hacían en un congreso: ¿la tecnología hace a los niños menos inteligentes? Pozuelos recuerda que no se debe utilizar la tecnología para «aparcar» al menor, que se entretenga con la pantalla y no interactuar con él ni acompañarlo.
A lo que suma otra reflexión: «¿Por hacerme la vida más fácil, voy a perjudicar el desarrollo de mi hijo o hija?».
Hay estudios sobre el desarrollo del cerebro que evidencian cómo actuar en el proceso de aprendizaje. Desde Neuromindset ponen ya a disposición de los colegios diferentes herramientas. En 2024 lanzarán una app con juegos para que los padres acompañen a sus hijos en el proceso de aprendizaje estimulando el cerebro.
El tercer lanzamiento será una herramienta de evaluación cognitiva que integra inteligencia artificial para detectar perfiles de desarrollo cognitivo tanto en el aula como en entornos terapéuticos. Y así ofrecer itinerarios de intervención y entrenamiento del cerebro adaptados al momento de desarrollo y a las necesidades de cada estudiante
Neuromindset ha recibido diferentes premios a nivel local y también internacional como GESAwards en la categoría de inteligencia artificial aplicada al ámbito educativo.
Su apuesta es clara: educar con técnicas y herramientas con base científica y entrenamiento del cerebro. Y como dijo Lina Cómbita, los niños, al margen de las pantallas, también tienen que correr y jugar en los parques.
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