![Cortes de luz en Granada | Suben a cuestas a una señora nueve pisos por un corte de la luz](https://s3.ppllstatics.com/ideal/www/multimedia/201910/17/media/cortadas/FRF_ZONANORTE_001-kvAD-U90424123380A0B-624x385@Ideal.jpg)
![Cortes de luz en Granada | Suben a cuestas a una señora nueve pisos por un corte de la luz](https://s3.ppllstatics.com/ideal/www/multimedia/201910/17/media/cortadas/FRF_ZONANORTE_001-kvAD-U90424123380A0B-624x385@Ideal.jpg)
Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
Sergio González Hueso
Granada
Jueves, 17 de octubre 2019, 01:52
Es imposible no perderse en los ojos de Angelita. Son azules, y tan claros como el cielo de un mañana de verano. A pesar de la vida que lleva, a esta señora de 80 años se le intuye una actitud de velada coquetería. Le ... preocupa un tanto su pelo y que salga en el periódico de cualquier manera. Lleva sentada desde el jueves pasado en la misma silla. Solo se levanta de ahí a dar sus dos paseos diarios. Pasillo arriba, pasillo abajo, de manos de su hijo 'Pepico', como le llama ella. Él roza los 60 y está en el paro. Duerme junto a su madre en el sofá del salón.
Allí pasan ambos cada noche desde que la anciana volvió del hospital, donde estuvo ingresada tres semanas por sus problemas en el riñón y la vejiga. Aún tiene la barriga amoratada por los pinchazos de heparina y las dos piernas vendadas por su horrible circulación. «De dentro» le sacaron dos coágulos de sangre del tamaño de dos puños, cuenta su hijo. Pero ella no habla mucho sobre lo que tiene, solo sabe que le duele todo el cuerpo «a rabiar», una aflicción que le impide vestirse, asearse o ir al baño sola.
Imaginen ahora que Angelita llega a su casa tras el alta hospitalaria, que vive en un noveno piso y que se encuentra con que el ascensor no funciona por falta de luz. Cómo tuvo que subir y por qué aún le tiene fastidiada. «Sentí miedo e irritación», cuenta hoy, unos días después de que su hijo y dos vecinos la dejaran en su domicilio tras haberla subido a cuestas nueve plantas sentada en una silla de jardín.
«¿Y ahora qué hacemos, mama?», le preguntó Pepe a su madre tras darse cuenta de que el ascensor estaba apagado. La ambulancia los acababa de dejar en el portal de su casa, en un bloque de nueve pisos de altura de la calle José María Bugella de Toro. Allí, en el barrio de Cartuja del Distrito Norte, padecen cortes en el suministro eléctrico semanalmente. Y a veces estos 'apagones' tienen unas consecuencias dramáticas. La escena es terrible. Con sus dos piernas vendadas y un mohín de dolor terrible tras muchos días orinando sangre, esta vecina octogenaria se vio esperando horas abajo a que volviese la luz.
Con su hijo subió con mucha dificultad al primer piso. Y allí se quedó. «Llegamos a las 15.45 horas y no fue hasta casi las nueve cuando nos decidimos a subir por las escaleras con la ayuda del vecino del quinto y otro chaval fuerte que cogimos en la calle». Pepe recuerda la escena con tristeza. Explica que usaron una silla de plástico para subirla. Empezaron a hacer el ascenso poco a poco en vista ya de que la luz no volvía y que nadie se hacía cargo de la situación.
Noticia Relacionada
Sergio González Hueso
Subían dos pisos y descansaban. «No llegamos arriba hasta que no pasó un buen rato», cuenta Pepe, que tampoco es que esté demasiado bien de salud. Tiene reconocido un grado de discapacidad del 43% que le provocó una infección bacteriana que a punto estuvo de matarlo. Los efectos de la guerra que mantuvo le ha dejado el cuerpo marcado. Dice que no sabe que ángel le salvó de la gangrena que le atacó, pero sospecha que es el mismo que protege a su madre.
Mientras él llegó exhausto arriba, ella lo hizo temblando. «Pensé que me tiraban», reconoce la vecina, que cree que no hay derecho a que con su edad y sus achaques tenga que vivir de esta forma.
Angelita toma siete pastillas por la mañana y cinco por la noche. También se inyecta todos los días heparina, que en unos días lo sustituirá por sintrom, el conocido anticoagulante. Tiene mal la vejiga, los riñones, las piernas y también la cabeza, donde le quitaron dos grandes quistes. Hoy no se puede mover de la silla del salón donde aterrizó el día que sobrevoló las escaleras de su bloque.
De ahí no se mueve ni para dormir. Tumbada se asfixia y es por eso que prefiere quedarse sentada en una silla sobre cojines, pues también tiene una úlcera que le mata cada vez que se mueve. De la casa se encarga su hijo.Que ya no hace nada más que cuidarla. Limpia, trae los recados, la sanea y duerme a su lado. Se le empañan los ojos al recordar lo que sufrió esperando a que acabase, y bien, la última intervención quirúrgica a la que se sometió su madre.
Su vida es ella. En enero y debido al empeoramiento de la situación de Angelita, solicitó la concesión de una ayuda en base a la Ley de Dependencia andaluza. Han pasado diez meses y aún no ha recibido respuesta. Hoy viven con 300 euros ambos, dinero con el que pagan la comida y facturas como por ejemplo la luz. Ese servicio básico que precisamente les abandona sin avisar como metáfora de una vida llena de sinsabores
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
España vuelve a tener un Mundial de fútbol que será el torneo más global de la historia
Isaac Asenjo y Álex Sánchez
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.