Comerciantes de la Chana

«Subsistimos gracias a la gente del barrio que nos compra»

«La calle de la Sagrada Familia es una cicatriz abierta en el barrio», explica José Fernández, presidente de la asociación de vecinos de la Chana. El vecindario sabe que la mejora es posible, pero para ello necesitan más colaboración de unas instituciones que, denuncian, nunca están para lo que hace falta. «Es como pelearse contra un frontón, te dicen que sí, que están en ello, pero luego no te hacen caso», se resigna Jose.

Isidro es el dueño de Corsetería Europa, tienda que lleva más de cincuenta años en el barrio. Él tiene claro que el barrio puede crecer si se hace un buen trabajo. «Aparte de construir nuevos edificios lo que tienen que hacer es tratar de arreglar los que ya tenemos aquí, y animar a la gente a que se venga a vivir a la Chana». El vendedor defiende que en su zona el precio de las viviendas es asequible y que si la gente se animara a ir a vivir al barrio, las cosas mejorarían.

Así, los chaneros consideran que la zona requeriría de un plan de rehabilitación de los edificios de la zona, para así convertir la Chana en un lugar que pueda servir a los jóvenes para acceder a una primera vivienda. Además, del cierre de algunos negocios también están surgiendo oportunidades. «Ahora hay mucha gente que compra bajos comerciales, los reforma y los convierte en vivienda», resume José.

«Hay que incentivar a que la gente quiera abrir negocios aquí y que consuma aquí», reclaman desde la asociación de vecinos. Observan con resignación el cierre de muchos locales, pero a la vez conservan un hilo de esperanza para la mejora del barrio. «Si la gente viene a vivir a los nuevos edificios, podría venir más gente a comprar». José Fernández relata a este periódico que ahora, con la remodelación de la carretera de Málaga, esperan que en los próximos meses haya personas que se atrevan a abrir negocios en los establecimientos vacíos gracias al aumento de población con los nuevos edificios, más la llegada de grandes superficies como el Aldi que está en construcción.

En esa línea, Isidro tiene claro que lo único que los mantiene en pie son «nuestros precios bajos y la cercanía por la gente». Porque en el resto de casos resulta claro para ellos que es más atractivo comprar a grandes superficies. «Mi propia hija compra casi todo en el Nevada o en internet», lamenta José. Pese a los cierres, todavía queda gente que se atreve a abrir comercios en la zona. Es el caso de Francisco, que desde hace cinco meses regenta su nueva floristería, con su propio nombre. «Con mucho trabajo se sobrevive, entendiendo qué es lo que requiere el barrio». Francisco es otro de los que defiende que el barrio sigue comprando y se puede aguantar gracias a ellos. «Había mucha clienta mayor pero poco a poco sus hijas también están entendiendo que en el barrio se puede seguir comprando», defiende Francisco. La recuperación de los barrios solo llegará si se consigue que haya un relevo generacional.